El Fénix de Pemex que ‘voló’ a la industria privada

​En los últimos 25 años, no se había construido una refinería como la que recientemente comenzó a operar en el municipio de Nanchital. La impresionante estructura de más de 138,000 metros cuadrados de concreto, similar a 1.3 veces un estadio Azteca, tiene como objetivo la sustitución de importaciones de polietileno, un tipo de plástico que se ocupa en una gran variedad de aplicaciones desde domésticas, industriales y hasta médicas.

Sin embargo, la pregunta que flota en el aire al vislumbrar la petroquímica que en su “pico de obra” proveyó trabajo para más de 13 mil personas es ¿realmente será un beneficio para los mexicanos y para le región? Porque, como se ha de recordar, la nueva petroquímica, la más moderna de América Latina y una de las mejores del mundo, es de iniciativa privada.

Diario Presencia acudió a un recorrido en la planta propiedad de la empresa Braskem-Idesa y a lo largo de las siguientes ediciones se explicarán los detalles de este proyecto, los alcances, costos e implicaciones, para que finalmente el lector tome sus propias conclusiones.

Antecedentes

Eran los tiempos de la administración de Vicente Fox Quesada cuando se anunció que el llamado proyecto “fénix” se construiría en Coatzacoalcos y Altamira y tendría una inversión de más de 2 mil 600 millones de dólares para producir materias como etileno, polietileno, propileno, derivados de petróleo y aromáticos, que en total suministrarían casi 3 millones de toneladas de petroquímicos.

El nombre, justamente, daba la ilusión de ser el proyecto que haría resurgir a Petróleos Mexicanos (PEMEX) de las cenizas, pues la última petroquímica construida por la exparaestatal fue La Cangrejera, que inició operaciones en 1981, mientras que la última refinería se terminó en 1979, llamada “Ing. Antonio Dovalí Jaime” en Salina Cruz, Oaxaca.

“Lo dije públicamente: creo que este proyecto petroquímico, el primero que se va a hacer en los últimos 25 años, debe estar aquí”, sentenciaría Fidel Herrera Beltrán, entonces gobernador de Veracruz, quien aseguraba que el proyecto fénix se realizaría en la zona de Coatzacoalcos.

Para el 2005, Herrera Beltrán ya aseguraba que se invertirían 400 millones de pesos (unos 25 millones de dólares) para lograr que Morelos y Cangrejera, las petroquímicas ubicadas en el territorio de Coatzacoalcos, pasaran de producir 600 mil toneladas de etileno, cada una, a 1 millón de toneladas, es decir, tener una producción total de 2 millones de toneladas de etileno, gas que al polimerizarse se transforma en polietileno, el plástico más simple existente: bolsas, recubrimientos, envases, bases de pañales, películas plásticas, tuberías, contenedores, biberones, juguetes y más, son algunos de las miles de aplicaciones que tiene esta materia prima.

En México, las necesidades de este material se ubican en cerca de 2 millones de toneladas por año, de las cuales sólo se producen 600 mil toneladas en el país. La apuesta del proyecto “fénix” era sustituir dichas importaciones.

Pero para el 2005 el proyecto ya había fracasado debido a que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) se negó a dar un precio preferencia de la materia prima para evitar que la recaudación que proveía PEMEX a Hacienda no se redujera más. Entonces Fidel Herrera pasó a llamar al “fénix”, “proyecto gavilán”, al ser un ave endémica del sur de Veracruz. Sin embargo, en una pelea de PEMEX y Hacienda para fijar el precio de las gasolinas e insumos para la producción del polietileno, finalmente se cayó el proyecto.

Años más tarde, PEMEX tendría ‘la espina’ de tener que construir una nueva petroquímica en el país, algo que tras una sequía de 30 años no pudo realizar, por lo que finalmente, durante el Gobierno de Enrique Peña Nieto y el impulso de la Reforma Energética, la exparaestatal lanzó una Subasta de Contrato de Materias Primas (gas etano), una subasta pública internacional, en la que participaron 30 empresas y de las cuales, en 2009, se definió como ganadoras a Braskem, empresa brasileña, e Idesa, una compañía mexicana, iniciando así la construcción de la primera gran petroquímica de industria privada en el país.

Quiénes son Braskem–Idesa

Durante la subasta lanzada por PEMEX, la empresa Braskem se interesó por el mercado mexicano, aprovechando la oferta de la empresa mexicana de proveer a precios competitivos el gas etano por 20 años. Cleantho Leite, director de relaciones institucionales y desarrollo de negocios de Braskem-Idesa aseguró a Diario Presencia que la razón de invertir en México fue: “Por expansión. Las condiciones de materia prima y la invitación del Gobierno mexicano fue una oportunidad interesante”.

Braskem es un consorcio brasileño con sede en San Paulo, Brasil, que está conformado en un 38% por Oderbrecht, 36% por Petrobras (el PEMEX de Brasil, es decir, la empresa estatal de petróleos) y en un 26% por diversos inversionistas menores. El grupo Idesa es uno de los consorcios de capital nacional de la industria petroquímica con mayor antigüedad —unos 50 años— en México.

Ambas empresas se asociaron durante el proceso de subasta que terminaron ganando, por lo que en 2010 se constituyó Braskem–Idesa, una nueva empresa “mexicana”, en el que el 35% de la inversión fue de la compañía mexicana y, el resto, de la brasileña. 

La inversión total que se realizó para obtener el contrato de 20 años para la adquisición de etano con PEMEX fue de 5,500 millones de dólares, que es igual a poco más de 100 mil millones de pesos. Como una comparativa, la planta costó prácticamente el presupuesto aprobado para el rubro de salud (132 mmdp) para 120 millones de mexicanos en el 2016.

De esta forma, la nueva empresa, de corazón brasileño, inició la construcción del proyecto petroquímico más grande de Latinoamérica y de la inversión más cuantiosa en los últimos años en México, lo que generó previsiones de desarrollo para la región, que ahora se ponen en duda por los pobladores del sur de Veracruz y que se analizará en la siguiente entrega.

Con información de La Jornada,  Mexicomaxico.org, Proceso, El Universal, Crónica, Forbes, Braskem–Idesa.