“No venimos a hacer carreteras como Pemex”: directivos de Braskem–Idesa

​Bajo la lógica de que Braskem–Idesa paga impuestos a México, es una empresa mexicana, la empresa trata de minimizar el impacto ideológico en la región frente al tema de la privatización y la Reforma Energética que tanto impacto ha tenido en el sur de Veracruz.

Tras ganar la Subasta de Contrato de Materias Primas (gas etano), que asegurará que Petróleos Mexicanos (Pemex) le suministre el gas a un precio competitivo durante dos décadas, se inició el proyecto “Etileno XXI” que desembocó en la planta Braskem–Idesa que inició operaciones recientemente y que en la actualidad opera al 90% de su capacidad.

Alrededor de la zona existen numerosas comunidades pertenecientes a Nanchital, municipio en el que está asentada la petroquímica más moderna de América Latina y la primera en construirse en el continente durante los últimos 25 años.

Estas comunidades serían las principales afectadas por el proyecto, por lo que la empresa ideó un sistema de módulos de información llamados “Casas Abiertas” en las que explican a los pobladores los pormenores de la planta y los efectos en la zona.

Los brasileños aseguraron que, de acuerdo a estudios de agua, suelo y acústica, la planta no impactó negativamente en la vida de los habitantes de los alrededores, aunque estos aseguran que sí fue así.

Dentro del programa de compromiso social, idearon buzones de quejas donde cualquier inquietud sería respondida en un corto período de tiempo. También, durante la construcción, se encontraron más de 3 mil piezas arqueológicas que se entregaron al Instituto Nacional de Antropología e Historia y con las cuales se editó un libro con los descubrimientos.

En cuestión de impacto medioambiental, Braskem–Idesa destinó un área aparte para considerarse zona protegida por parte de la Semarnat, además de que del lugar que se utilizó para la edificación de la planta se trasplantaron numerosas especies de flora, especialmente la “Ceratozamia miqueliana”, una en peligro de extinción y exclusiva de esta región.

Finalmente, es una empresa

Cuando el consorcio arribó a la zona para analizar el terreno, a un costado del terraplén de la planta se situaba un camino de terracería que tuvo que ser adquirido por la empresa y donado al estado para que se pavimentara.

Cleantho Leite, director de relaciones institucionales y desarrollo de negocios de la empresa, recordó que a pesar de las promesas del Gobierno del estado, que aún preside Javier Duarte de Ochoa, de mejorar la infraestructura de la región, como a millones de veracruzanos, el gobernador no les cumplió: “El Gobierno estatal prometió muchas cosas, pero cumplió poco”.

Con el marcado acento portugués, el interlocutor agregó: “Es una vergüenza que esta región tenga una ‘carreterita’ de dos carriles”, en referencia a la carretera Costera del Golfo, en la que apenas hasta hace unos meses se inició la ampliación a cuatro carriles del último tramo, pero cuyos trabajos se han detenido en las últimas semanas, presuntamente por falta de liquidez económica.

Habitantes de la región que se encontraban durante la presentación de Braskem–Idesa aseguraron que la mejora de caminos o la creación de los mismos cuando no existían vías de comunicación las hizo Pemex, no el Gobierno.

Ante tal respuesta, Leite contravino: “Pemex es una empresa estatal. Entendamos que pagamos muchos impuestos y el Estado debe cumplir con su rol, no podemos sustituir el rol del estado”, sentenció el directivo ante la lógica del capitalismo: Braskem–Idesa está en Nanchital para hacer dinero, no para hacer mejoras.

Es decir, pese al marcado compromiso con los vestigios arqueológicos, la flora y fauna de la zona y el acercamiento con las comunidades rurales de Nanchital, la empresa finalmente aseguró su aportación a la región con el pago de impuestos y la creación de 546 empleos directos en el lugar.

Contrario a lo que sucedía con Pemex, que solía aportar para la construcción de caminos, puentes, escuelas, hospitales y diversos tipos de infraestructura, al no ser una empresa paraestatal, la responsabilidad de Braskem–Idesa es mínima, más bien una relación comercial y fiscal con el Gobierno.

El único compromiso que tiene la empresa es producir polietileno y cubrir casi la mitad del mercado nacional para sustituir las importaciones ante el déficit productivo de Pemex por la falta de modernización y ampliación de sus petroquímicas, pues finalmente, se trató de un pacto comercial, una inversión de 5 mil millones de dólares o 100 mil millones de pesos que debe ser redituable de acuerdo al modelo de negocio neoliberal.