“Creímos que con el proyecto iba a resurgir Nanchital”: Etileno XXI

​Cuando se anunció la construcción del proyecto “Etileno XXI” en el municipio de Nanchital, el resto de la zona, desde Las Choapas y Agua Dulce hasta Minatitlán y Acayucan, esperó una reactivación económica y laboral, que dista de la situación actual.

Si bien, la petroquímica de Braskem–Idesa generó 546 empleos, de los cuales un 95% son para mexicanos, además de cerca de 1630 empleos indirectos como vendedores de comida y servicios de jardinería y seguridad, por ejemplo, las cifras distan mucho de las imaginadas por los habitantes de la región, que veían la megainversión una ‘panacea’ para la crisis económica del sur de Veracruz.

Pero lejos de la actual insatisfacción por parte de los nanchitecos, la misma planta de la empresa con la mayor parte de capital brasileño y, en menor proporción, mexicano, se niega a revelar la cantidad de bióxido de carbono emitido a la atmósfera, que se trata de uno de los principales gases de efecto invernadero y contribuyentes al calentamiento global.

Más aún, la petroquímica de Braskem–Idesa ocupa agua que proviene del río Uxpanapa, afectando directamente a los habitantes de Las Choapas, pues para la puesta en operación de la planta se necesitó aumentar el suministro que se envía a Cangrejera, que ya de por sí castigaba los niveles del afluente.

Incluso, la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) tuvo que invertir más de 4 mil millones de pesos para satisfacer la demanda de la compañía privada y, aunque desde Nanchital no se observa el grado de afectación, en Las Choapas los habitantes están “muy castigados” con dichas decisiones.

Durante el ‘pico’ de la obra, se logró contratar a más de 14 mil personas, de entre las cuales los mejores empleos eran para profesionales y especialistas extranjeros. El resto, la mano de obra y algunos ingenieros y técnicos, eran mexicanos. En ese momento cumbre, Braskem–Idesa también aportó más de 300 millones de pesos al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), además de 61, 884, 732 pesos en cuotas sindicales.

Sin embargo, una vez que la planta fue inaugurada en junio de este 2016, la cantidad de empleados contratados bajó apenas a 546 en Nanchital. De forma similar a como ocurrió durante la construcción, los especialistas provienen de otros países bajo la premisa de que se opera equipo que ni siquiera se hace en México, de modo que un ingeniero mexicano tendría pocas probabilidades de conocer su manejo.

Bajo ese punto, los altos puestos, los salarios cuantiosos serían para los brasileños y otros extranjeros, mientras que el resto de la plantilla está compuesta por egresados de las universidades y tecnológicos de la región.

Sobre el empleo indirecto, Braskem–Idesa asegura que se generan más de 1630 empleos indirectos, sin embargo, la cifra no es constante, pues se trata de personas que dependen de la venta de comida, servicios como renta de cuartos, hoteles y moteles, jardinería, lavandería, aseo o vigilantes para la planta.

El golpe económico, más que ser positivo para le región resultó ser contraproducente al terminar la construcción de la planta, pues en pocos días quedaron sin trabajo más de 14 mil personas. “No recolocas 15 mil personas de una hora para otra”, admitió Cleantho Leite, uno de los funcionarios de la empresa privada mexicobrasileña.

Al respecto, la diputada electa por el partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) en el distrito 30, Eva Cadena Sandoval, indicó que se deben retomar proyectos de inversión hacia el campo para que la gente retorne a su actividad productiva original, después de haber participado en la construcción de la planta, como una medida de solución para disminuir las cifras de desempleo.

El (oscuro) trato con Pemex

Con la presunta idea de no afectar las relaciones comerciales, ni Petróleos Mexicanos (PEMEX) ni Braskem–Idesa se niegan a revelar el precio asentado en el contrato de provisión de materias primas, que en este caso son 66 mil barriles de etano por un espacio de 20 años.

Para poder cumplir con el contrato comercial, PEMEX deberá dejar de inyectar esta sustancia a sus pozos para producir más crudo, lo que provisionalmente se reflejará en una baja en la producción petrolera nacional, de por sí ya afecta con la caída de los petroprecios a nivel mundial.

Incluso, de no cumplir con lo establecido, PEMEX podría pagar una penalización a la empresa de capital brasileño y mexicano, pues de acuerdo con Leite: “Como todo contrato de materia prima a largo plazo, si PEMEX falta, pagará una penalidad”.

De acuerdo con información que la diputada federal por MORENA, Rocío Nahle García, hizo pública en meses pasados, Braskem–Idesa negó proporcionar detalles del precio al que compra el gas etano bajo un amparo luego de una solicitud de información a través del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), “con el argumento de que si entregaba  dicha información ellos declinaban de su participación en el Proyecto Etileno XXI”.

Lo que pudo ser de México

La razón, indicaría Nahle García, es que PEMEX estaría incurriendo en competencia desleal al proveer la materia prima más barata a una compañía extranjera y privada que a sus propias petroquímicas, que son Cangrejera y Pajaritos.

Incluso, la misma planta de Cangrejera proporciona agua, que a su vez viene del río Uxpanapa y para la que la CONAGUA pagó una cantidad millonaria con tal de dejar todas las facilidades a la industria privada. Incluso, las cargas fiscales podrían ser más ventajosas para los privados que para PEMEX Petroquímica.

La diputada federal aseguró que de acuerdo con datos de PEMEX GAS, sólo se proyectan 77 mil barriles de etano para el 2020. El proyecto, en cambio, debería estar asegurado hasta el 2036, mínimo. Eventualmente, Braskem–Idesa, Cangrejera y Pajaritos no tendrán el abasto suficiente, pero debido al contrato de la exparaestatal con los mexicobrasileños, las perdedoras serán las industrias mexicanas.

Los 546 empleos creados, entre los que se encuentran extranjeros, no serán nada comparados con los miles de despidos en las petroquímicas ubicadas del otro lado de la carretera Costera del Golfo. Incluso ahora, tras la explosión de Pajaritos, entregada a Mexichem, ya se observa el impacto del desempleo con decenas de obreros tomando casetas y pidiendo cooperación para llevar el sustento a sus hogares.

Los brasileños muestran orgullosos la petroquímica nueva, reluciente y quieren asegurar que todo es mexicano, mientras que en el laboratorio y la planta se observan máquinas alemanas (como la Siemens) o brasileñas. Reiteran que esto es como ‘tacos de picanha’ (un corte tradicional brasileño), que el polietileno final es nacional, pues finalmente se hace con materia primera de México, en su territorio.

Pero no, la realidad es que la planta no es de los mexicanos. Expone Nahle García que de haberla construido PEMEX habría sido “mucho más barato; se puede hacer en Cangrejera, Pajaritos o Morelos; ya que en esos Complejos se dispone de terreno, agua, luz e infraestructura. ¿Pero qué necesidad de entregar un proyecto tan rentable a privados cuando esto lo debería de estar haciendo PEMEX? Dinero si hay, hubo más de un billón de pesos en excedentes petroleros”. 

La planta Braskem–Idesa refulge de noche como una ciudad propia. Una belleza estructural y de la ingeniería moderna que sorprende a cualquier persona por su imponencia. Pero en el fondo, en el corazón de cualquier mexicano, podría latir la decepción al saber que aquello pudo ser de los mexicanos y por más que se intente convencer de lo contrario, no lo es ni lo será.