Con la mirada fija en el rostro del presidente de la Cruz Roja, Dagoberto ortiz Camacho, Mario Poblete, suplicaba.
Con la mirada fija en el rostro del presidente de la Cruz Roja, Dagoberto ortiz Camacho, Mario Poblete, suplicaba.
El careo se dio en una sala inundada de suciedad, con polvo, basura, papeles viejos y un penetrante olor a excremento de rata. Fue breve, ninguno de los que señalan al inculpado quiso abundar en su declaración. Sólo ratificaron los dicho ante el Juzgado Primero de Primera Instancia.
“Por favor , por valor moral: no te prestes a este juego”, suplicaba el médico Mario Poblete Hipólito al presidente de la Cruz Roja de Las Choapas, Dagoberto Ortiz Camacho, quien en todo momento evitó la mirada del inculpado.
Con gestos serios, pensativos y que de momentos marcaban un extraño sentimiento, tanto el titular de la benemérita institución de socorro de aquel municipio al igual que Yadira Calderón de los Santos, administradora, no pudieron siquiera mirar por un segundo a los ojos del galeno, acusado de abuso de autoridad y falsificación de documentos.
Acompañando a Mario, del otro lado de la reja estaba una de sus hijas, quien asistió en todo momento a su padre durante su declaración. Aunque sus gestos mostraban dureza, su rostro se miraba extraviado, sin asimilar el momento.
Mario, medico de edad algo avanzada, a simple vista de carácter fuerte pero gentil y mirada cálida, condenado a una silla de ruedas tras perder una pierna, había entregado 15 años de su vida a la institución que ahora lo acusa de delincuente.
Sin recibir siquiera un salario ni material médico, durante década y media, Mario Poblete ponía el material e insumos que ocupaba en el nosocomio para dar consulta, lo cual no le molestaba, pues lo hacía por vocación.
Apenas un par de días lleva de haber sido ingresado al Cereso, y el galeno ya se ha ganado la simpatía de muchos reos, donde incluso algunos lo acompañaron hasta la sala donde se efectuó el careo.
“Desde que el medico llegó aquí, ha buscado la manera de ayudar a los demás; casi siempre se la pasa en enfermería dando consulta y atendiendo a quienes se sienten mal”, señalaba uno de los reclusos que lo acompañó durante todo el proceso.
Como si tuvieran un nudo en la garganta, ni el Director ni la Administradora de la institución, quisieron añadir más a su declaración frente a quien habían mandado a encerrar. Sus gestos mostraban cierta prisa, como si quisieran que el momento se pasara rápido y pudieran irse de ahí cuando antes.
Y así fue, apenas había acabado el careo, ambos salieron a toda prisa, como si un perro rabioso los siguiera por detrás, intentando atacarlos.
Mientras todos salían, la hija de Mario, aferrada a la reja como intentando arrancarla y sacar a su padre de aquel infierno, escuchaba las palabras de él.
“Sé que el médico (Dagoberto) va a recapacitar y va a hacer lo correcto, él es buena persona confío en él y en que todo saldrá bien, ya verás mi niña”.
MARIO POBLETE, el médico niega las imputaciones