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Las Choapas, Ver.

“Sin rencores” Mario Poblete espera justicia

El conocido médico legista Mario Poblete Hipólito afirma “No se puede tapar el sol con un dedo, confío en que la verdad saldrá a la luz”.
15/08/2015 11:12 a.m.
JANETH CARDONA
Diario Presencia

Sigue la cobertura especial:

El caso del médico legista Mario Poblete


“Mi vida está en peligro, me acusan injustamente pero no guardo rencores, no tengo odio, ni coraje, ni quiero venganza contra las personas que se confabularon para perjudicar mi vida, tengo la plena confianza de que durante el proceso va a salir a relucir la verdad”, expresó el médico Mario Poblete Hipólito quien fue puesto en libertad por el delito de abuso de autoridad pero continúa libre bajo fianza para enfrentar el proceso por el delito de falsificación de documentos.

Luego de siete días de estar en área médica del Centro de Readaptación Social de Coatzacoalcos bajo la causa penal 239/2015,  decidió dejar todo en manos de Dios, “estoy seguro que saldrá la verdad, la denuncia por parte del director de la Cruz Roja, Dagoberto Ortiz Camacho y la administradora Yadira Calderón de los Santos es una injusticia, una confabulación”, afirma.

Agrega: “Ante este medio de comunicación que es Presencia reconozco que si atendí en esta ciudad a José Armando Salinas Linares sin saber quién era o qué había hecho, lo hice por humanidad como lo haría por cualquier persona, incluso por quienes me inculparon”.

Su corazón está débil, le cuesta respirar, habla pausadamente y en voz baja mientras sus manos sostienen la extremidad derecha, lo cual considera no es un obstáculo para seguir dando consultas pero sí le imposibilita desplazarse con libertad por toda la ciudad para atender pacientes.

Más que por su enfermedad, la angustia que le corroe en el cuerpo es saber que su vida y la de su familia está en riesgo, su temor se refleja ante cualquier ruido que escucha dentro o fuera del domicilio, y prosigue “hoy sólo agradezco a Dios la oportunidad de despertar, ver y abrazar a mis hijas que con su amor incondicional y verdadero me alientan para seguir vivo y demostrar mi inocencia”.

Mientras se seca una lágrima y con la otra mano sostiene su rodilla derecha, pues la extremidad inferior le fue amputada a causa de la gangrena, afirma que ni siquiera la silla de ruedas lo va a atar para volver a atender a sus pacientes aunque no le paguen, como lo hacía antes, cuando sacaba de sus propios ingresos para visitar algún enfermo hasta su domicilio.

Desconoce cuáles son los motivos del director de la Cruz Roja, Dagoberto Ortiz y la administradora Yadira Calderón para perjudicarlo. Asegura que siempre los trató con respeto y en años, nunca tuvieron una diferencia, “la verdad saldrá a la luz y cada quien va a ocupar el lugar que le corresponda, no se puede ocultar el sol con un dedo”, agrega.

Tal como lo declaró ante el Juzgado Primero de Primera Instancia, el día 3 de septiembre del año pasado se encontraba en el consultorio de la Cruz Roja cuando le hablaron por teléfono para solicitarle que acudiera a revisar a un detenido a la policía ministerial.

“Es contradictorio que digan que yo no estaba en funciones como médico legista porque yo dejé de serlo en mayo de este año cuando me vi muy enfermo y tuvieron que amputarme el pie, fue después del mes de mayo cuando se vieron en la necesidad de buscar otro legista, quedando al frente el médico Marco César Pacheco”.

Constató que el hombre robusto que atendió en la comandancia, tenía una herida profunda y reciente, de aproximadamente ocho centímetros de largo, del lado derecho del cuello provocadas con un objeto punzocortante, les recomendó que lo llevaran a la Cruz Roja para poder suturarlo y aplicarle antibióticos.

Al darse cuenta que se negaban a trasladarlo a la clínica y el lesionado se veía en mal estado, decidió recomendarle algunas pastillas. Recuerda que tomó una hoja blanca de la comandancia, en la que anotó su número de cédula, nombre y firma para que les pudieran despachar en la farmacia, Antes de partir volvió a insistir que lo llevaran a la clínica.

El médico regresó a la institución de socorro para cubrir su horario del día 3 de septiembre, los policías no llegaron con el paciente. Fue a la mañana siguiente del 4 de septiembre cuando se encontraba de descanso debido a que entraría a trabajar hasta las tres de la tarde, cuando le hablaron de la Cruz Roja para informarle que en la comandancia lo buscaban policías ministeriales que llevaban al lesionado para que lo suturara.

Se vistió y tomó el taxi de la colonia México hacia la calle Plan de Ayala, al llegar a la Cruz Roja le indicaron que  llevaron al herido para que lo curara, sin dar más explicaciones, dos policías se quedaron de guardia, justo al lado de la camilla donde fue recostado el herido y presenciaron el proceso de curación para evitar que se pudiera hablar con él.

Le solicitó a la enfermera Perla del Carmen Alpuche Velázquez que le administrara impregnación antibiótica, a través de soluciones parenterales o intravenosas, más antibiótico y más analgésico, debido a que tenía la presión alta le dio una pastilla y luego de suturar la herida lo dejó descansar hasta las dos de la tarde, tiempo en el que terminó de pasar el suero.

Al darlo de alta le pidió a la enfermera que elaborara el recibo de pago y que solicitara los datos del paciente, pero nuevamente se negaron a proporcionarlo, indicándole el médico al jefe policíaco que era un requisito que no podía omitir la Cruz Roja, “le dije al comandante que la podíamos llenar con su nombre pero tampoco quiso y fue cuando sugirió que lo pusieran a mi nombre” y así fue llenado el recibo mientras la enfermera recibió los 2,560 pesos que posteriormente ingresaron a la administración, cuyo recibo lleva el número 92967. Esa fue la última vez que vio a José Armando.

En esos días, trascendió en los medios de comunicación regionales el caso de la menor secuestrada y asesinada Karime Alejandra Reyes y su tía Mónica Reyes en la ciudad de Coatzacoalcos, sin embargo nunca imaginó que la persona que atendió era uno de los involucrados en dicha investigación.

El médico siguió su vida normal, atendiendo a pacientes en la unidad de socorro, percibiendo 30 pesos por consulta de lunes a viernes y 50 pesos los fines de semana “soy médico por convicción, no por ambición”, señala al momento que asegura que siempre fue un hombre que se preocupaba por tener para comer al día.

El 11 de mayo de este año ingresó a cirugía del pie hacia la tibia y peroné, sin embargo por complicaciones el 15 de mayo los médicos procedieron a amputarle hasta la altura de la rodilla para evitar que la gangrena avanzara.

Se encontraba en rehabilitación al cuidado de sus hijas y hermanos, cuando el abogado Enrique Rentería lo visitó en el hospital, indicó a sus familiares que era importante platicar con él, por lo que fue días después de que salió del hospital y se encontraba en recuperación en su domicilio ubicado en la calle Nayarit de la colonia México cuando los padres de José Armando Linares y su abogado lo visitaron.

Le informaron que tenían acceso a documentos que demostraban que José Armando Salinas  fue atendido en este municipio a consecuencia de una lesión en el cuello por presunta tortura de los policías ministeriales, por lo que admitió que atendió a una persona con la descripción que ellos le indicaron pero que desconocía si estaba involucrado en el crimen de la menor porteña Karime Alejandra.

Tras indicarle que sería llamado a declarar, el médico decidió prepararse, en el estado de salud que se encontraba se comunicó con la administradora de la Cruz Roja y le informó la situación del paciente atendido el 4 de septiembre de 2014 del cual constaba el recibo de pago a su nombre por sugerencia de la policía. La administradora aceptó que enviara a su hija Estefanía Poblete Arias para que le sellara el documento.

“No pueden decir que se les obligó porque tuvieron que leerlo antes de sellar el documento”, señala el médico quien el día 15 de junio de este año se presentó en el Juzgado Tercero de Primera Instancia para declarar los hechos de cuando prestó asistencia médica a José Armando  Salinas.

“Para entonces Yadira Calderón ya había rendido un informe al Juzgado con fecha 1 de mayo del año en curso, basándose en el oficio que el médico tenía en mis archivos”.

El galeno reitera “Ellos (Yadira- Dagoberto y Perla) saben que se atendió al paciente en la  Cruz Roja pero tienen miedo a hablar porque ya fueron asesorados y confabularon en mi contra, pero sé que se va a demostrar mi inocencia porque soy inocente, no miento”, afirma.

Fue a través de un familiar que por causalidad escuchó comentarios del jefe de la policía ministerial quien se encontraba molesto porque había involucrado a la corporación en la asistencia médica que prestó a Salinas Linares, por lo que en cualquier momento podría esperarse represalias.

Al considerar que “decir la verdad no es delito” no se preparó con un amparo para evitar su detención, por lo que siguió su vida normal, hasta que el día 5 de agosto, cuando aburrido de estar en su domicilio sometido a la silla de ruedas, decidió llamar al servicio de radiotaxi y posteriormente llegó la unidad alrededor de las seis de la tarde, lo trasladó a la colonia J. Mario Rosado, sobre la carretera que va al manguito.

Dijo que fue a visitar a un amigo pero no lo encontró en su domicilio, por lo que cuando el taxi daba vuelta para regresarlo a su casa lo interceptaron elementos de la policía ministerial quienes le mostraron un papel pero no le permitieron leerlo, enseguida le ordenaron al taxista que lo trasladara a la comandancia.

Los policías custodiaron el taxi- del cual no recuerda el número- al llegar a la comandancia lo bajaron del vehículo y lo ingresaron a la oficina del comandante Cándido Aguilar quien a base de gritos e insultos, le reclamó que lo haya delatado, ya que no se podía saber que José Armando Salinas estuvo en Las Choapas.

Fue trasladado en la camioneta oficial de la Fiscalía General del Estado de esta ciudad a Coatzacoalcos, en el camino no fue maltratado y al ingresar al Cereso fue llevado a que le  realizan una valoración médica, por su estado de salud determinaron mantenerlo en el área médica –un poco más cómodo que las celdas-.

Durante los días que estuvo en calidad de detenido las horas fueron interminables, se alteró su diabetes, sufrió depresión y corroía en él la angustia por la seguridad de sus hijas, quienes dieron a conocer los hechos a la prensa, buscaron un abogado que atendiera su caso y agotaron los recursos para lograr su libertad bajo fianza.

Cuando tuvo que encarar al doctor Dagoberto Ortiz y a Yadira Calderón no pudieron sostenerles la mirada, “sabían que estaban mintiendo, pero no les guardo rencor, sé que todo esto se va a aclarar, no los odio por confabularse en mi contra, yo no les he hecho nada, sólo dije la verdad y ellos la saben, Dios la sabe”, afirmó.

A la enfermera Perla no la vio cuando fue llamada a declarar pero asegura “ella sabe que me ayudó a atender al paciente, cobró el donativo, es su letra la que consta en el recibo, tengo fe que van a decir la verdad”.

Asegura que hoy lucha por vivir un día más, por abrazar a sus hijas, confía en que se aclare su inocencia. De José Armando Linares dijo que no lo vio en el Cereso, unos reos le dijeron que es una persona tranquila, que no se mete con nadie.
 
 “No me consta que sea o no culpable de lo que lo acusan, yo sé que lo ayude como ser humano, como mi deber de médico de salvar vidas, amo mi profesión, no pude elegir mejor profesión, aunque ahora esto me esté pasando, la verdad saldrá a la luz, concluye.
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