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Mussio Cárdenas Arellano

Informe Rojo

¿Quién desapareció al jefe policíaco, y por qué?

12/12/2011 09:16 a.m.
* Otra bronca entre Marcelo y Theurel  * Marcos denuncia a operador marcelista  * Manipulan y amenazan a ancianitos  * Los quiere Lupe Theurel como ejército electoral

Sigue hecha un caos la comunicación social en el gobierno de Veracruz. Dispersa, evasiva, nada dice, ni aclara, ni explica, ni un rayo de luz sobre la desaparición, cese, renuncia, aprehensión o levantón del ex director de la Agencia Veracruzana de investigaciones (AVI), José Antonio Villegas Rosas.

Su último registro ocurrió la noche del miércoles 7, sorprendido en sus oficinas en la zona del Lencero, en el área conurbada de Xalapa, la capital veracruzana, y el municipio de Emiliano Zapata, presuntamente por un operativo del Ejército Mexicano, del que no se supo más.
Desde esa noche, traumática para el gobierno de Javier Duarte por lo que habría de venir, no se tuvo noticia del teniente Villegas Rosas, de un comandante de nombre Joatán y de cuatro escoltas, generada la especulación, incontenible el morbo popular.

Diversos despachos de prensa advirtieron que había sido “levantado” por bandas del crimen organizado, vulnerable como nunca su investidura, su condición de jefe máximo de lo que antes fue la judicial estatal, temida más que respetada.
Otras informaciones —y ahí están las páginas electrónicas que registran aún su contenido— citaban una supuesta aprehensión a manos del Ejército, bajo la hipótesis de que Villegas Rosas y su gente mantenían vínculos con el crimen organizado. Referían que se les condujo a la zona militar, a unos pasos de las instalaciones de la AVI, y luego se les trasladó a la ciudad de México para que soltaran lo que sabían.

Algunos medios, como el periódico cordobés El Buen Tono, recientemente incendiado, aseguró que José Antonio Villegas había huido para evitar acciones en su contra.

José Antonio Villegas Rosas no es un personaje más. Teniente de Navío en la Armada de México, grado con el que se retiró, egresado de la Naval de Antón Lizardo, tiene carrera en el área de Seguridad Pública de Veracruz, entre ellos la subdirector de Información del Centro de Planeación y Estrategia, o sea en operaciones de espionaje. Luego incursionó en instancias de la Procuraduría.

Entre el miércoles 7 y el jueves 8, la suerte de José Antonio Villegas fue un misterio, in crescendo la versión de que había sido levantado por los malosos o aprehendido por el Ejército, bajo sospecha de ser cómplice del narco. Un día después, se formalizó su remoción, pero no hubo una explicación por parte del gobierno de Veracruz.

Villegas Rosas había asumido la Dirección de AVI el 20 de septiembre, cuando Remigio Ortiz fue remitido a la Dirección de Reclusorios, tras registrarse la fuga simultánea de reos en tres penales —Coatzacoalcos, Amatlán y Cosamaloapan—. Apenas dos meses y medio duró en el cargo.

Fue relevado el jueves 8 por Enoc Gilberto Maldonado Caraza, ausente Villegas Rosas, sin detalles de la súbita separación del cargo, en medio de una ola especulativa, incontenible para la raquítica capacidad de respuesta del régimen duartista.

Suele propiciar el silencio oficial la incomunicación, el fenómeno del rumor. Atizada la versión de que había sido “levantado” o aprehendido, no hubo un posicionamiento del gobierno de Veracruz al respecto. Calló la Coordinación de Comunicación Social y únicamente filtró un desmentido sin lógica y sin sustento.

Su titular, María Gina Domínguez Colío, avecindada en algún rincón del Universo, no dio la cara. Algunos de los medios de comunicación que advertían de la desaparición del ex director de la AVI y su escolta, añadieron una aclaración sin fuente, un presunto “portavoz” del mismo gobierno del estado, sin nombre y sin rostro, que advertía que ni era “levantón” ni era “aprehensión”.

Tres días más tarde, el domingo 11, el gobierno persistía en el mutismo, oculto el paradero del ex director de la AVI, el brazo ejecutor de la Procuraduría de Veracruz.

Vuelve a protagonizar el gobierno de Javier Duarte sus desventuras informativas. Su silencio propicia especulación y rumor, renuente a explicar la salida de un funcionario clave en el combate a la inseguridad y, peor aún, genera una corriente de opinión adversa, la sospecha en su mayor nivel.
Un “levantón” del que José Antonio Villegas pudo ser víctima, evidencia la vulnerabilidad del aparato de seguridad del gobierno de Veracruz, frágil, desprotegida la sociedad. Si eso le hacen a los temibles judiciales, se pregunta cualquiera, qué no hará el crimen organizado con el pueblo.

Pero peor es la otra hipótesis. Si el ex director de la AVI fue aprehendido e interrogado por el Ejército, a partir de la sospecha de que mantenía vínculos con la delincuencia mayor, es palpable la infiltración de los altos mandos policíacos de Veracruz y evidencia hasta qué punto el gobierno estatal fue permeado por los malos del show.
Nada es casual. Fue el régimen fidelista el cómplice, directo o indirecto, del crimen organizado. Dejó hacer y permitió el nivel de violencia que hoy vive Veracruz, implicadas sus policías, rentado el territorio, trastocado el régimen legal.
Como sea, “levantado” o aprehendido el ex director de la AVI, tiene el gobierno de Javier Duarte la obligación de informar, tanto para decir si aún respira o si en algún lugar dejó de existir.

¿Será que lo entienda don Javier?
 
Archivo muerto
 
Se ensancha la brecha entre el alcalde de Coatzacoalcos, Marco César Theurel Cotero, y Marcelo Montiel, su antiguo mentor político. Pulcro, honestísimo, nada rata —¡ajá!— Theurel acusa públicamente, y luego lo hará en los tribunales, a su ex director de Ingresos, Manuel Ponce Ruz, operador del marcelismo, bajo cargos de falsificación de cédulas catastrales. Dice el edil que detectó irregularidades en 50 mil predios y que el problema data de hace décadas; o sea de los tiempos de Iván Hillman y Marcelo Montiel en la alcaldía. El caso implicaría también al director de Catastro, Agustín Maldonado, responsable de esa área, y al ex tesorero de la administración marcelista, Luis Rafael Anaya Mortera, de quien Theurel dice en corto que tarde o temprano lo llevará a prisión, haya sido su padrino político y su impulsor. Ser malagradecido también se cuenta entre sus virtudes. A contracorriente, y a propósio de denuncias, el marcelismo tiene documentadas algunas trapacerías de los allegados a Marcos Theurel, incluida doña Peri Buchanan y Aureliano Centeno, y por lo menos tres casos con recursos federales en los que el alcalde anda enredado desde que era secretario de Comunicaciones del gobierno de Veracruz. Pleito a muerte entre Theurel y Marcelo, que habrá de provocar la derrota del PRI en la elección por la diputación federal, en 2012…
 
Tiene sed de poder Raúl Romero Torres, pero no pasa de ser un operador oportunista. Usa programas sociales federales —70 Y MAS, por ejemplo— para reclutar personas de la tercera edad y convertirlos en fanáticos del PRI. Incrustado como “facilitador voluntario”, forzó la afiliación de un buen número de viejecitos en la colonia Lomas de Barrillas, apenas el viernes 9, donde cifra sus esperanzas la señora Guadalupe Félix Porras, esposa del alcalde de Coatzacoalcos, para integrar algo de capital político. Sin un control real sobre las personas de la tercera edad, Romero Torres se vende como operador de lujo con la virtual alcaldesa. Recurre a tácticas indignas, como fue regalar tazas de avena a los ancianitos para entretenerlos y marearlos con el rollo de que era una atención del DIF Municipal, donde por cierto se colocaron emblemas de esa institución, usurpando el programa. Raúl Romero no es, en sí, panista ni sirve al gobierno federal; es empleado del Ayuntamiento. Realizar la afiliación masiva ese día, fue un punto no considerado en la Coordinación del Programa 70 Y MAS. Cuando se le descubrió, junto con personal de la Secretaría de Gobierno Municipal, Romero Torres amenazó excluir a los viejecitos y dejarlos sin el apoyo económico. Operador patito de Lupita Theurel, va sumando repudio y la advertencia de ser apaleado y exhibido…
 

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