La vista se no puede mostrar porque supera el umbral de vista de lista (5000 elementos) aplicado por el administrador.

Para ver los elementos, intente seleccionar otra vista o crear una nueva. Si no cuenta con permisos suficientes para crear vistas para esta lista, solicite al administrador que modifique la vista de modo que cumpla con el umbral de vista de lista.

Más información sobre la creación de vistas para listas grandes.

Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Alumnos patito, suicidio profesional

24/02/2012 08:14 a.m.
Cunden las malas escuelas que son promocionadas comomsinfueran productos milagrosos -gubernamentales o privadas-, es por ello que debemos apostar por la calidad de los estudiantes Sin una orientación adecuada, ya sea en la escuela o en el seno familiar, miles de estudiantes caminan prácticamente a ciegas para hacer una buena elección en cuanto a su desarrollo profesional. En Veracruz, politizado un gran sector de la educación gubernamental, sobre todo con los productos milagrosos heredados por el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán —tómelos hoy, enférmese después—, y corrompida la educación privada -son muchas las escuelas propiedad de políticos a través de prestanombres, las mismas que compran títulos de excelencia patitos, incluso con cuño internacional, para presumir de un prestigio que carecen-, lo peor que puede pasar es que estudiantes y padres de familia se entreguen a la dirección de maestros y escuelas mediocres. La educación, privada o no, es hoy un gran negocio de fariseos inescrupulosos, a los cuales miles tienen que recurrir para obtener un título profesional. Sin embargo, si bien es inevitable recurrir a los hampones de la educación, también los estudiantes tienen en las manos la responsabilidad de seguir los planes con rigurosa y propia responsabilidad, de tal manera que pueda obtenerse conocimiento teórico, que se enriquece sustancialmente en la práctica. Hemos llegado al punto en que no es el Estado mexicano el que garantiza la eduación. No es tampoco gratuita ni laica. La educación, en manos de la Federación o entregada a las entidades federativas, es negocio para grupos de poder, unos incrustados en el esquema de gobierno y otros en esas bandas a los que conocemos con sindicatos magisteriales. Padecemos maestros que no son maestros, salvo honrosas, honrosísimas y contadas excepciones. La mayoría llegan a las aulas adquiriendo la plaza o por recomendación de su líder sindical. Nada tienen de vocación y, por lógica, lo único que pueden producir son generaciones chatarra. Ante el crecimiento de la matricula escolar y la evidente incapacidad del Estado para ofrecer espacios educativos a millones de alumnos, ha proliferado la escuela privada. No resuelve en nada el problema de fondo. Se consciente al alumno, se le obsequian calificaciones y se consuma un engaño mayor, integrados ejércitos de estudiantes mediocres, sin futuro, sin expectativas, sin preparación para enfrentar la vida. A nivel profesional, el problema hace crisis. Cientos de “universidades” privadas han subsanado la falta de espacios que aquejan a las instituciones de educación superior del Estado. Resultan negocio de truhanes, rentable en todos sus aspectos, generador de riqueza para sus dueños, pero sus resultados son grotescos, malforman al estudiantado y a través de una preparación de cuestionable calidad, inician un proceso de frustración profesional. A tono con ellas, otro segmento de la educación universitaria camina por la misma ruta. Son las universidades populares y los tecnológicos regionales. Trabajan en improvisados locales, sin cara de universidad, sin rostro de seriedad. Lo que se está incubando es un problema mayor. El estudiantado defiende su derecho a formarse, a matricularse en universidades que le preparen para poder ingresar al mercado laboral y disponer de las herramientas para enfrentar los retos que impone una sociedad activa, cuyos integrantes se disputan empleos, estatus y oportunidades. La suerte del estudiante está trazada por él mismo. Deseoso de alcanzar una licenciatura o una ingeniería, una maestría o un doctorado, el joven ha optado por la autoformación profesional. Es el estudiante quien busca su espacio en universidades; quien, a falta de auténticos catedráticos o auxiliado por catedráticos de dudosa preparación, realiza sus propias investigaciones, apegado a la bibliografía que marca y exige el plan de estudios; quien acude a las fuentes de información; quien realiza sus prácticas; quien conforma sus tesis. Hay un vacío intelectual en las instituciones universitarias. Frente a ello, es el estudiante quien se autoforma profesionalmente, sabedor que las únicas oportunidades que tendrá su alcance serán las que logre propiciar. En cambio, las universidades, públicas o privadas, populares o impopulares, tradicionales o “patito”, se han relegado a la condición de simples validadoras de un esfuerzo individual. El panorama es desolador para quienes no hagan un honrado esfuerzo en su preparación. Se condenan al suicidio profesional, a la falta de espacio en el mercado laboral, a la mediocridad y, en muchos de los casos, al subempleo o al desempleo. Para quienes adopten la cultura del esfuerzo, las cosas serán siempre buenas.

¿Te ha parecido interesante la columna?

Comentarios

Comparte
La vista se no puede mostrar porque supera el umbral de vista de lista (5000 elementos) aplicado por el administrador.

Para ver los elementos, intente seleccionar otra vista o crear una nueva. Si no cuenta con permisos suficientes para crear vistas para esta lista, solicite al administrador que modifique la vista de modo que cumpla con el umbral de vista de lista.

Más información sobre la creación de vistas para listas grandes.