La muerte de una persona en el interior de la factoría de Petróleos Mexicanos (Pemex), ha puesto al descubierto una red de complicidades entre propios trabajadores de la paraestatal y presuntos chatarreros que se encargaban de ingresar libremente a las instalaciones desde hace algunos meses para saquear tubería y transportarla por río en lanchas hacia la colonia Tiburoneros.

 

El día que fue asesinado de un balazo el pescador y chatarrero, José Alberto Silván González, precisamente su tío, un empleado de la paraestatal era quien cuidaba el taller donde supuestamente había ingresado el hoy extinto a sacar cuatro tubos de 20 centímetros de ancho por un metro de largo, en compañía de tres sujetos más que lograron darse a la fuga, por lo que ya fue requerido por la agencia del Ministerio Público del fuero común a rendir su declaración en torno a los hechos.

 

Lo más grave del caso, es que de acuerdo con las investigaciones y el peritaje hecho en la escena del crimen, fue que la víctima después de recibir el balazo, fue arrastrada por los agentes de seguridad de Pemex a la orilla del río.

 

El objetivo de los llamados “agentes especiales” con exactitud se desconoce, pero existe la sospecha y que ha sido motivo de plática entre autoridades judiciales, que probablemente había la intención de deshacerse del cuerpo arrojándolo al río, pero no contaban con que propios trabajadores de la empresa que habían escuchado las detonaciones de armas de fuego, dieran parte a las corporaciones policíacas y medios informativos, quienes en cuestión de minutos comenzaron a concentrarse en el exterior de la factoría, donde inmediatamente fue bloqueado el acceso por agentes del Ejército Mexicano y por vigilantes de Pemex.

 

Pasó más de una hora y media para que permitieran el acceso, tiempo suficiente para que los agentes de seguridad, presuntos responsables del asesinato, se dieran a la fuga y hasta el momento no aparecen; sin embargo ya están debidamente identificados, se trata de tres elementos que huyeron esa misma noche.

 

El Ministerio Público del fuero común, Adrián Gómez Ortega, quien acudió a dar fe de los hechos, requería a los agentes de seguridad de Pemex para que explicaran qué había ocurrido, sin embargo, personal del área jurídica de la paraestatal admitieron que ya no eran localizables.

 

Actualmente ya existe orden de presentación para los tres elementos que se encuentran prófugos y aunque hay los indicios de que ciertamente el hoy extinto había ingresado a las instalaciones petroleras para cometer el robo de chatarra, al escapar los agentes especiales, alterar la escena del crimen, tratando de ocultar el cuerpo y al tener la herida de bala por la espalda, se cataloga como un asesinato.

 

En el lugar se encontraron ocho cartuchos percutidos de calibre 9 milímetros, de tal forma que en ningún momento se quiso amedrentar a los presuntos ladrones, sino que se les disparó en repetidas ocasiones y dieron en la humanidad de José Alberto Silván de 35 años de edad, quien vivía en la colonia Tiburoneros.

 

Propios empleados de Pemex, admitieron que el robo de chatarra es un negocio en el que se encuentran vinculados trabajadores que laboran en la factoría, pero no contaban o quizá no se percataron esa noche, que los agentes de seguridad habían ingresado a realizar un recorrido y se encontraron dentro de un taller a los presuntos ladrones, que con todas las facilidades habían ingresado, ya que las cortinas las habían levantado y para ello se requiere de llaves para abrir los candados que no estaban violados. . (Comentarios y tips a [email protected])