No sé qué es peor: si la mala leche de Renato Tronco o la ingenuidad del síndico Sergio Guzmán Pérez. Uno se la pasa “jode que jode”, pisoteando la ley, y el otro se excede de inocente.

 

Viene al caso el comentario por el último sainete en que el alcalde de Las Choapas y el síndico se trenzaron en la zona rural, a causa del secuestro de maquinaria, propiedad del Sergio Guzmán, que hicieran los habitantes del ejido Nuevo Progreso por obras que dejó abandonadas la compañía Cadri, S.A. de C.V., a la cual el funcionario municipal le rentó sus equipos.

 

La historia tiene jugo y no es nueva. Inició hace dos años, cuando por razones desconocidas la compañía Cadri suspendió los trabajos de rehabilitación y revestimiento por falta de pago, provocando la molestia justificada de los lugareños, quienes, en respuesta, retuvieron la maquinaria.

 

Cadri, que no era dueña de los equipos, se desentendió del caso, no así quien se los había arrendado, el hoy síndico Sergio Guzmán. Tocó puertas, realizó llamadas, imploró al cielo, se encomendó a San Judas Tadeo y no hubo poder humano que destrabara el conflicto.

 

Hace un mes logró que le devolvieran un parte del equipo para darle mantenimiento. Esta semana acudió de nuevo y ante la negativa de los habitantes de Nuevo Progreso a entregar el resto de la maquinaria, se hizo acompañar de policía estatal. No tardó en llegar la policía municipal y el alcalde Renato Tronco, amparado en las faldas de sus guaruras.

 

Pudo ocurrir un baño de sangre. Municipales y estatales se reclamaban y casi se encañonaban. La policía de Tronco llegó golpeando las patrullas de los estatales e increpando por qué estaban ahí. Tronco incitó a la población a retener al síndico hasta que regresara la maquinaria que hacía un mes había sido liberada, cobrándose así las constantes denuncias que Sergio Guzmán ha realizado sobre las habituales transgresiones a la ley en que el alcalde de Las Choapas ha incurrido.

 

Las amenazas de Tronco iban y venían, sin medir las consecuencias de lo que su lengua viperina pronunciaba. A los policías estatales les llegó a decir que si persistían en meterse en el área rural les bajaría la “pinche sierra”; o sea, armaría una revuelta.

 

Renato Tronco es un consumado transgresor de la ley que no mide el alcance de sus palabras y mucho menos repara en el efecto de la violencia.

 

Sergio Guzmán fue imprudente al llevar consigo a la policía estatal para rescatar su maquinaria, retenida ilegalmente por los habitantes de Nuevo Progreso, por la falta de cumplimiento de la compañía Cadri, encargada de la rehabilitación y revestimiento del camino. Puede que tuviera razón, pero fue una imprudencia.

 

Pero fue peor la actitud agresiva, movida por el revanchismo del alcalde de Las Choapas, que incitó a la población a retener al síndico Sergio Guzmán –en términos legales se llama privación ilegal de la libertad—, que provocó la confrontación de la policía municipal con la estatal, y que amenazó con bajar a la gente de la “pinche sierra”, lo que equivale a generar una revuelta.

 

En territorio hostil, en sus dominios, Tronco consumó una venganza, aunque sólo fuera por unas horas. (Comentarios y tips a [email protected])