No soy afecto a los héroes mediáticos, pero sí a la gente comprometida con las causas y los ideales de los demás. Esos son mis héroes y heroínas preferidos, personajes de carne y hueso, de palabra y acción, buscadores de bienestar y amantes de la convivencia armónica.

 

Los hay, aunque contados. No buscan, no tienen, reflectores que les iluminen su andar, ni micrófonos que amplifiquen sus voces, ni cámaras que les engrandezcan la imagen, pero sobre todo, el ego. Son gente sencilla, pero no por ello indiferentes a los problemas. Al contrario, la injusticia los mueve, los sacude y los indigna.

 

Aquí, en Las Choapas, tenemos una: la maestra Marysol Casao Morales, directora de la primaria Licenciado Benito Juárez.

 

La profe Marysol encabezó la protesta cuando el ocurrente —y arbitrario— alcalde Renato Tronco Gómez decidió mover e instalar el basurero municipal en el ejido Venustiano Carranza, ahí, cerquita de la escuela, afectando a los alumnos, al personal docente y a varias decenas de familias que viven a unos metros donde comenzaron a ser colocados los desechos de la ciudad.

 

Renato Tronco es un tipo singular. No piensa y cuando piensa cosas malas, las hace, las ejecuta, creyendo que por ser presidente municipal los choapenses tienen que aguantar vara. Pobrecito.

Cuando movió el basurero y lo instaló en el ejido Venustiano Carranza, no supo en la que se metió. Nunca tramitó los permisos ante la SEMARNAT ni le dio aviso a la Secretaría de Medio Ambiente del gobierno de Veracruz. Provocó un daño ambiental, puso en riesgo la salud de los niños de la primaria Licenciado Benito Juárez y cometió un delito federal por el que debiera estar en la cárcel.

 

La maestra Marysol Casao demostró entonces que la vocación no termina en las aulas ni cuando concluye el horario de clases. Asumió una postura que debiera ser ejemplo para todos. Dirigió oficios a las dependencias encargadas de vigilar que las leyes ambientales se cumplan y logró que el tiradero de basura creado por Renato Transa fuera clausurado. Su acción permitió que otros grupos de personas, también afectadas, elaboraran más oficios y ejercieran presión. Al final, el alcalde fue obligado a iniciar la remediación del terreno afectado.

 

Me llenó de asombro, y también de coraje, saber que cuando los inspectores de la Secretaría de Medio Ambiente del gobierno de Veracruz llegaron al predio habilitado como basurero, la policía de Renato pretendió impedirles realizar la diligencia. No lo lograron y la inspección demostró que el alcalde de Las Choapas violó la ley.

 

Leí en PRESENCIA que por esa acción, que demuestra el valor civil que la distingue, la maestra Marysol fue amenazada, que ha recibido mensajes con leyendas estúpidas por obvias y porque hasta un niño de kinder sabría quién es el autor intelectual: “que le baje y no se meta en más problemas porque lo va a lamentar”, le dijeron en un mensaje de texto en su celular, y le llamaron para recomendarle que “se calme por su bien”. No faltó el imbécil que hizo saber a los vecinos que si no se tranquiliza, le van a envíar a los zetas.

 

Marysol Casao es una mujer tranquila y con el alma en paz. Pero al pueblo de Las Choapas le toca cerrar filas y aportarle algo que no cuesta y que se llama solidaridad.

 

No todos los días encontramos héroes ni heroínas, gente íntegra que arriesga su tranquilidad, y a veces su vida, por los demás, sin exigir nada a cambio. Una nuestra de apoyo, en un municipio revuelto, a merced del caciquito de San José, no está de más.

 

A todos nos toca proteger a la maestra Marysol.

 

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