Mire que el asunto está cuajado, me dice Chachito, no sin antes aclarar que no es por morbo sino por causa de utilidad pública que hay que debatir, saberle todos los asegunes, al lío ese en que se metió la alcaldesa suplente, Cristina Jazmín Cano García, por amorosa.
 
No le falta razón. Jazmín es hoy comidilla del pueblo, pues el viernes, ya entrada la noche, llegó a su casa el marido, que algunos dicen es su ex, y la halló en gran coloquio con un amigo, fraterno amigo, hondureño dicen, al que no creo que le estuviera arreglando su situación migratoria o la visa para los yunaited esteits.
 
Se armó la grande. El pleito empezó en la recámara y terminó varias cuadras adelante, hasta donde pudo llegar el marido, Ramiro Hernández López, mejor conocido por “El Pilingo”, todo golpeado y prácticamente salvado por la policía municipal, que lo rescató de la paliza que le daba el hondureño y uno de sus hijos, hijo del Pilingo, que a estas alturas ya debe estar desheredado por gañán.
 
No es morbo, pero sí, como dice Cachito, importante saber qué ocurrió en la casa de la alcaldesa suplente, que pasó a ser el escándalo del año, máxime porque Jazmín Cano es la futura presidenta municipal, sustituta de Renato Tronco, según sus planes de que medio cabildo pida licencia y dé espacio a los suplentes, todos de su equipo.
 
Decía que el asunto es crucial. Si esa persona que provocó semejante borlote –golpes en la casa y que sus hijos llegaran a agredir al papá, tres detenidos y hasta consignados— será la alcaldesa de Las Choapas, habrá que verlo como asunto de interés general y, por supuesto, con gran preocupación.
 
Si es como los vecinos cuentan, y tenía un hondureño en pleno trance migratorio, yo —no sé usted— me pregunto: ¿tiene ahí una posada para indocumentados, negocio de lo que tanto se habló en el pasado y que los amigos de Renato Transa regentearon en las barbas de la policía estatal y de los jefazos de seguridad pública de Veracruz y del mismo gobierno federal, o es un amigo querendón que, por razones imaginables, puso fuera de control al Pilingo Lingo?
 
A esta señora, Cristina Jazmín Cano García, nadie la conocía. Renato la inventó políticamente, la sacó de la oscuridad. Era promotora y aplaudidora de Renato en la colonia Francisco Villa, donde le coordinaba apoyos, y ahora es la persona a quien ve en la presidencia municipal de Las Choapas. Tremendo salto y, claro, una cachetada tronada para los tronquistas a los que sólo les tocan migajas del pastel.
 
Que la haya convertido en su suplente, pudo haber pasado inadvertido para muchos. Nadie le dio importancia. Jazmín no tiene trayectoria política no social. Era como el viento: no se ve pero se siente.
 
Cuando Renato Transa decidió ser alcalde de Las Choapas por segunda vez, a nadie, ni a los suyos ni a sus adversarios, le interesó saber quién sería su suplente, ni tampoco ocupar ese cargo, bajo el supuesto de que el minicacique cumpliría su mandato hasta el último día.
 
Hoy anuncia que pretende dejar la alcaldía con argumentos pueriles, y su principal carta a sucederlo es Jazmín, sí, la misma que provocó una revuelta doméstica por un supuesto amorío y después un escándalo público.
 
Renato dice que la licencia para separarse del cargo no tiene reparo, que se va porque se va, aunque todos saben que a través de Jazmín seguirá ejerciendo el mando —chinga que chinga y jode que jode el presupuesto— y que el Congreso no será problema porque a los diputados locales los tiene agarrados de donde les duele.
 
Las preguntas, en todo caso, serían: ¿Con el escándalo se complica su plan? ¿Qué pretende y hasta donde lo dejarán llegar? ¿Es digna de crédito, para el Congreso, una persona, Jazmín Cano en este caso, que sus cosillas personales las deriva en escándalos públicos? ¿Qué vínculos o negocios se trae con centroamericanos? ¿Son legales o ilegales?
 
Esta telenovela, parece ser, comienza en Las Choapas y terminará en el Congreso de Veracruz.
 
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