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Juan Ciudadano

Los Gobernados

De cuál fumó lacaciquita

02/08/2012 09:52 a.m.

Vivir en Agua Dulce esalgo único, una experiencia mágica, como si el Macondo de García Márquez, conesas escenas rayanas en lo absurdo, imaginación y fantasía, hubieran tomadoidentidad en el sur de Veracruz.

Ayer, por ejemplo, loshidrómilos quedaron atrapados, así, literalmente atrapados en medio de un líosindical, una batalla por los días de salario exigidos, no necesariamentejustificados y el empleo de medio centenar de trabajadores eventuales sinfuturo, una huelga inexistente y sus daños colaterales, que tienen a lalideresa de un gremio desteñida, dando palos de ciego y patadas de ahogado.

Ayer, óigalo bien, AguaDulce toda, Agua Dulce la ciudad, fue secuestrada. Sus accesos, las carreteraspor las que se llega a la ciudad, fueron bloqueados interrumpiendo el tránsitode vehículos y provocando malestar, condenas, mentadas, no de menta sino demadre, rabietas y daños y perjuicios.

Otra vez, reiterativa ladoña, Martha Patricia Quezada Culebro, lideresa del sindicato de empleadosmunicipales, ha llevado el conflicto con el ayuntamiento de Agua Dulce, unpleito absurdo, a las calles y, mejor dicho, a las carreteras.

Según mi rólex, el bloqueocomenzó a las 11:20 de la mañana. Se apostaron en la carretera Agua Dulce-ElBurro, en la que conduce a Las Palomas y en la que lleva a Tonalá. PatyQué ysus seguidores sintieron que el pueblo era suyo y aunque fuera por una hora, ledieron en la mother a miles que pretendían salir o entrar, llegar a su destino,llevar sus productos, sacarlos.

Decenas de autos ycamiones, primero, centenas después, formaron inmensas filas. Todosprotestaban, recriminaban, mientras la caciquita sindical, montada en su macho,decía que no, que ni madres que se movían, que era su derecho, sagradísimoderecho, y claro, escogida por los dioses, acudía a un plan de choque paraobligar al alcalde Alejandro Torruco Vera a pagar salarios completos que lesescamoteaba tras la huelga que el sindicato estalló y que mantuvo por un meshasta que el Tribunal Estatal de Conciliación y Arbitraje determinó que lamentada huelga era inexistente y que, por ello, no tiene nada que exigir.

Patricia Quezada les habíapintado un mundo de colores a su gremio. Les dijo que ganaban porque ganaban,que cobrarían salarios caídos, mejores prestaciones, diez plazas de base y lomejor: que tendrían al alcalde Torruco a sus pies. ¡Sopas! ¡Dios bendiga a lacacica!

Ta’ güeno, le dijeron susafiliados. Pero cuando vieron que la lideresa los llevó al matadero y queaparte 52 trabajadores de eventuales perdieron su derecho a ser recontratados,y comenzaron a reclamarle, hizo lo que toda mujer herida —que es el momentoálgido de las féminas, donde cuando hay que tenerles miedo, sudar frío ymeterse bajo el colchón—: radicalizó sus exigencias.

Ya encolerizada, alpercatarse que el alcalde Torruco ni la fumaba, PatyQué tuvo la infelizocurrencia de secuestrar a su pueblo. Una hora duró la aventura —mi rólexmarcaba las 11:25 terminó la mafufada sindical— y tuvo suerte que no se lehayan ido encima los afectados, esos a los que se le vio bajar de los autobusesde pasajeros y caminar cargando maletas y bolsas, hasta encontrar untransporte, del otro lado del bloqueo, porque la habrían linchado por semejanteatropello.

Patricia Quezada juega confuego. Puede tener razón o no. Puede que sea cierto que el alcalde Torruco leanda escamoteando salarios por los días trabajados; puede que sean purasfantasías de ella para justificarse ante sus sindicalizados. Puede que seajusto que luche por los 52 trabajadores eventuales a quienes ya no les dantrabajo por haber participado en la huelga loca. Puede ser lo que ella quiera,pero a lo que no tiene derecho es a secuestrar todo un pueblo. Lo que hizo fueun delito por el que tiene que pagar.

PatyQué se pasó de lanza.Sólo recuerdo que un líder sindical, Chico Balderas, petrolero, poderoso, hayasecuestrado un pueblo, aquella vez a Nanchital, en 1986, pero para obligar a sugente a acudir a un mitin político. Pero Chico era Chico. Patricia Quezada esnadie.

Quisiera ver qué saca detodo esto. Porque anda tan soberbia, inflada como osa, que le vale que elgobierno de Veracruz intervenga. Rechaza acuerdos, manda al diablo a losenviados de la Secretaría de Gobierno. Ha de querer que venga Javier Duarte yle ofrezca la gloria, el cielo y las estrellas. ¡Sí, pues!

Qué ínfulas de lacaciquita de Agua Dulce.

(Comentarios y tips a: [email protected]).


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