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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Barbacoa en el Coronel

14/08/2012 10:37 a.m.
Toda barbacoa sugiere fiestón, chela, taco, bailongo, otra chela, guacamole, cebollita, picante, ¡una chela más!, romper la dieta, y así hasta el amanecer, hasta que el cuerpo diga ya, hasta que la suela del zapato se raje o hasta que se acaben las chelas y la música se vaya a otra parte.
 
Así festejamos los sureños de Veracruz. La barbacoa nos domina. Se le requiere en bautizos, en casorios, en quince años, en cumpleaños y en bodas de plata. Es platillo obligado, manjar de los dioses, dicen los cultos, porque fiesta sin barbacoa, no es fiesta.
 
Pero de ahí a que haya sido el atractivo del festejo, del cumple número cuatro, del Hospital Doctor Pedro Coronel Pérez, 8 de agosto, hace una semana, cuatro años aplicando aquello de que echando a perder se aprende, se me hace aberrante, una torpeza, una chacotada, un atropello a las normas elementales de higiene y una bofetada a la esencia médica.
 
Yo no sé quien fue el genio que tuvo la feliz ocurrencia. Unos me dicen que fue el alcalde Renato Tronco; otros, que el director del nosocomio; algunos más que fue la fusión de semejantes inteligencias, que hicieron de aquel día algo único, una pachanga cirquera, nomás pa´que las lenguas viperinas no vociferen que uno y otro no se preocupan por la salud.
 
La norma establece que en los hospitales está estrictamente prohibido comer en cualquier área y que nadie puede introducir alimentos. Pues el festejo se hizo en la sala de espera, esparciendo el aroma a barbacoa por aquí y por allá, impregnándose en paredes y muebles.
 
Tan hermoso momento y tan pueblerina estampa, folclor choapense, fue la rúbrica de otro solemne instante al celebrarse una misa católica en el Pedro Coronel, la casa de alivio al dolor, templo de Hipócrates, donde el que está sano se enferma, y el que está enfermo se nos adelanta.
 
No sé si el ratón vaquero y el director del hospital lo sepan, pero las celebraciones religiosas están prohibidas en inmuebles públicos porque rompen con el laicismo del Estado Mexicano, y obviamente ameritan sanción, materia comestible para Gobernación. Es una violación a la legislación vigente.
 
Los piadosos dirán, sin embargo, que una que otra misa no viene mal. Quizá, sólo quizá, así se alejen los espíritus malignos y se mejore el servicio, se vayan los diagnósticos fallidos y las caras agrias.
 
Un amigo me cuenta: ojalá con esa misa ya no sucedan cosas extrañas o muertes dudosas. Y tiene razón.
 
Mire que hacer una comilona, una barbacoa, para conmemorar cuatro años de servicio —mal servicio, decimos los proles que ahí vamos— fue un exceso. Qué no pudieran haber organizado un ciclo de conferencias, traer especialistas en enfermedades cardíacas, en diabetes, en papiloma, Sida o ya de perdida en hemorroides.
 
No sé a quién se le olvidó que un hospital festeja un aniversario con eventos académicos, con médicos y enfermeras invitados y locales, con capacitación al personal, con jornadas médicas, que mucho les falta. Con este tipo de eventos se conmemora un aniversario de un hospital, y no con comilonas y menos dentro del hospital. Sólo faltó una banda norteña, El Recodo o La Limón, para que bailaran la quebradita.
 
Que pueden decir, ahora, los universitarios que conforman esa plantilla laboral que no tienen idea de lo que debe de ser y lo que esperan los choapenses de ese hospital. Un aniversario de un Hospital es académico, cultural, enseñanza, jornadas altruistas dentro de un programa académico.
 
Seguramente hasta fotografías de recuerdo debe haber. Y en la memoria académica del hospital ¿qué quedó registrado? Nada. En lugar de programas, trípticos, dípticos conmemorativos y jornadas, sólo habrá barbacoa y muchas fotografías del personal, del director, festejando su aniversario como festejan al santo patrón en su ejido.
 
Qué pifia. Que a un hospital se le recuerde por el olor a barbacoa, y se le maldiga por el pésimo servicio, es como para ponerse a llorar. Aplíquenme la eutanasia.
 
(Comentarios y tips a:[email protected]).

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