No, pos no. Ni cómo pedirle a Renato Tronco que honre a los héroes, si ha sido la violación a las leyes, el atropello a los necesitados, la burla a la Constitución, la represión a los inconformes, la norma que distingue a su mal gobierno.

Quise darme un baño de pueblo, yo que soy pueblo. Fui al Grito de Independencia, al Grito. Ahí, entre la gente, se siente todo. Que si el calor de unas, chaparritas o grandotas, el contacto cuerpo a cuerpo, la mirada pícara, la sonrisa que sugiere. Que si dame tu teléfono, que si mejor dame el tuyo (el teléfono, digo).

Y así, esperando a Renato que andaba en lo suyo, dizque en los ejidos o quizá haciéndose el interesante. Ahí nos tuvo, el muy jijo. Desde las 9 llegaron unos, que pa´ agarrar lugar. Y ahí de zoquetes los mantuvo porque la cita era a las 10. Se iba llenando el parque Juárez y al rato no cabía ni un alma.

Todos juntitos, apretaditos, bañados en sudor, platicándonos todo aunque tuviéramos apenas diez minutos de conocernos, haciéndonos cuates y ligándonos a las cuatas. Si no cabíamos era porque al vaquero se le ocurrió instalar su zona comercial en el parque, unos adefesios de mala muerte, para vender lo que fuera, afeando el lugar; puestos de lámina por los que cobró derecho de piso. Unos días antes todos nos preguntábamos qué sorpresa nos tendría el alcalde Renato para estos festejos patrios.

Cruzamos apuestas. Ha de traer a la Maribel Guardia, pero luego supimos que se la ganó Marcos Theurel, el de Coatzacoalcos; que traería a Anahí, que no canta pero está bien buena; que a Alejandra Guzmán, pero no porque todavía tiene desinfladas las pompis. Pues no, no trajo a nadie. Y es que es tan ególatra, o sea tan presumido, que quiso ser él la estrella de la velada. Ninguna desnutrida de Televisa iba a opacar al Joan Sebastian región 4.

Las Choapas no tuvo un buen festejo patrio. El programa de eventos sólo incluyó actividades deportivas, a cargo de las escuelas, y unas cuantas de cultura, pues si algo no se le da a es eso de la culturidad. Una pobreza cívica que insulta. Eso sí, podría faltar cultura y un evento que honrara a don Miguel Hidalgo y héroes de la Independencia, pero no el patrocinador de lujo de las Fiestas Patrias: la cerveza Sol, que tuvo la concesión para mitigarle la sed a los acalorados asistentes al evento.

La cervecera puso las sillas y los toldos. Y se instaló a unos metros del DIF, del kínder Bertha Von Glumer y de un instituto pedagógico, lo que desató la protesta de padres de familia y directivos escolares, porque una vez que acaba el festejo los daños colaterales están de pensarse.

Dijeron, y tienen razón, que es una falta de respeto que el gobierno del ratón vaquero haya autorizado que se instalaran ahí, frente a dos centros educativos, desde el jueves, cuando los niños y jóvenes aún tenían clases, familiarizándolos así con el vicio.

Decían que el sábado y domingo ocurriría lo peor. Los borrachos consumen la cerveza y ya en punto cuete todo lo que tengan a su alrededor es baño. Ahí orinan y dejan una pestilencia para morirse. Si Renato no lo sabe, y lo más seguro es que no, es que autorizar que se instalen puestos de cerveza cerca de los centros educativos, es un delito, una violación a leyes y reglamentos. Así andábamos, haciendo remembranzas, matando el tiempo, esperando a que el alcalde llegara. Pasaron las 10, hora de la cita, y ni sus luces.

Unos pedían que iniciara el festejo, que alguien aventado diera el Grito, a falta de alcalde. Todos reíamos. Reíamos a esa hora, pero un rato después, como a las 11, mentábamos madres, sudados, apretados, cachondeados. Su ilustrísima majestad llegó a las 11:40, cuando ya todos lo queríamos fusilar. Pero entonces nos olvidamos que un tal Renato Tronco Gómez existe, y nos salió lo patriota. Escuchamos la reseña del secretario del ayuntamiento sobre los insurgentes de 1810, los conspiradores contra el imperio español y el Grito de Dolores.

Vivas por aquí, vivas por allá. Vivan los héroes que nos dieron patria. Viva Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama. Viva México. Falta independizarnos de alcaldes balines, como Renato, que no son capaces de organizar un evento patrio medianamente aceptable, que honre a esos héroes nacionales, y que, en cambio, organicen evento de puestos callejeros y de cerveza.

La ceremonia del Grito es, por si el tronco no lo sabe, el festejo más popular, la fiesta en la que el pueblo mexicano más se identifica, el que más le llega, el que toca las raíces populares. Es la fiesta cívica por excelencia.

Es la fiesta de la mexicanidad. Pero qué se puede esperar de un alcalde que mal gobierna, que viola la ley, que ignora la Constitución, que atropella a sus gobernados, que reprime a los inconformes.

Su ignorancia no le da para tanto. No se le puede pedir civismo. Estaría uno loco. (Comentarios y tips a: [email protected])