Lo supe ayer y aún no me cae el veinte. Nos quedamos sin Protección Civil, sin esos héroes anónimos que lo mismo van a un incendio, que arriesgan su vida en una inundación, que son llamados para neutralizar un ataque de abejas, que capturan serpientes, que ayudan en caso de incendio.

 
Son, sí, amigos del pueblo. También los ve uno en casos de accidente vehicular y fugas de gas. Son paramédicos, trasladan enfermos, conducen el camión de bomberos. Son ubicuos, polifacéticos, dispuestos siempre a ayudar. Son únicos. Héroes, les digo yo.
 

Hasta ayer tenía Las Choapas un Departamento de Protección Civil Municipal con personal capacitado y sobre todo, con ímpetu, entrega y actitud. Quizá con carencias pero con lo elemental para trabajar. Y sobre todo, con mucho corazón. Ayer mismo, el alcalde Renato Tronco, desmanteló esa dependencia y echó a la calle a su personal. Sólo dejó al director Francisco Castillo Reyes y al paramédico, José Isaías Carmolingas Rebolledo.

 
Viniendo de Renato Tronco ya nada me asombra. Renato ha cometido esa y mil tarugadas más, haciendo de su gobierno una caricatura de alcaldía. Anda con la guillotina afilada, buscando empleados municipales a quiénes cortarles la cabeza, alegando que hay que ajustar el presupuesto.

 
Se fueron a la calle Santiago Farris y Arturo Rodríguez Guzmán, “El Villano”, buzo con 13 años de servicio. A Federico Castillejos López lo reubicaron en la tesorería municipal. Se fueron y no se sabe si a los despedidos los van a indemnizar, como marca la ley.

 
Andar corriendo gente en estos tiempos se me hace de canallas. Apenas decía el síndico Sergio Guzmán que si se iba a recortar personal, ojalá lo hicieran con los improductivos, los recomendados y los que sólo están en la nómina por haberles hecho un favor. Y no, aplicó la guillotina con quienes todo el tiempo están ayudando a la población, con quienes sí le sirven al pueblo.

 

Uta que la cajeteó el ratón, y en qué momento. Los corrió ayer y hoy, justamente, celebramos en México el Día Nacional de Protección Civil, este 19 de septiembre, rememorando el sismo de 1985, aquel que devastó el centro de la ciudad de México y provocó dolor, muerte, desaparecidos y también milagros porque varios recién nacidos sobrevivieron entre los escombros, siendo hallados diez, quince días después de que se derrumbara el Centro Médico del IMSS.

 
Aquello le pegó a México. Algunos perdimos familiares y escuchamos los relatos escalofriantes de quienes vivieron para contarlo.

 
Desde ese 19 de septiembre, se instauró en México el Día Nacional de la Protección Civil. Desde entonces venimos actualizándonos, preparándonos, despertando conciencia. Sabemos qué hacer en caso de sismo, de incendio, de una inundación.

 
Desde entonces se realizan simulacros para tener claro cómo actuar en caso de producirse un evento que pudiera convertirse en catástrofe. Gracias a ello, los riesgos se reducen y el hombre ha sabido cómo protegerse a sí mismo.

 
A las autoridades les toca auspiciar la protección civil y llevar a cabo simulacros, cursos, conferencias y todo los que nos permita enfrentar momentos difíciles. Esa es su obligación. Por eso se me hace absurda la decisión.

 
No sé qué es más peligroso: que Renato haga las cosas sin pensar o que las piense y las haga, porque resulta algo malo o algo peor. Esta semana el Departamento de Protección Civil tenía programada una serie de actividades, que incluían pláticas de prevención y simulacros en la que participarían escuelas, centros comerciales y dependencias federales.
 

Ahora no sé con qué lo subsanará el tronco. Imagino qué haría Renato si ocurriera un incendio en su hogar, una fuga de gas; si a él y a su familia los atacaran abejas; si a su hogar entrara una serpiente, atraída por su personalidad, por empatía, pues; si él o su familia sufrieran los efectos de una inundación. ¿Qué haría?, me pregunto.

 
No se lo deseo, pero debiera ponerse en los zapatos de los demás. Protección Civil es de lo poco salvable en su administración, un área de gobierno que sí le sirve a la sociedad.

 
Ojalá que lo piense mejor.

 

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