Cada que se me ocurre, asocio a Las Choapas con Macondo. Vivimos un realismo mágico. Ocurren aquí cosas que sólo en una mente prodigiosa pueden caber. O andamos a la espera de que la justicia nos alcance, y la mentada justicia se resiste a llegar.

Digo esto porque no termino de entender por qué, a casi dos meses, 56 días para ser más exactos, de la muerte de Carmen Curi, una jovencita de 16 años que iba a dar a luz, y que perdió la vida por una presumible negligencia, apenas comienza a comparecer el personal médico del hospital “Doctor Pedro Coronel Pérez”.

Déjenme que les cuento: fueron citados doctores, enfermeras y todos aquellos que estuvieron cerca de Carmen cuando se hallaba en trabajo de parto, los que pudieran aportar datos para esclarecer por qué murió la joven mamá; si fue culpa del anestesiólogo, o de quienes la valoraron ese día, temprano, y dijeron que aún no le tocaba, los que se desentendieron de ella, y luego llegó muy afectada, lo que obligó a que se le preparara para una cesárea, que se le practicó cuando ya no tenía vida, sólo para salvar a su bebé.

Algo tarde, casi a DOS MESES, de la muerte de Carmen Curi, el Ministerio Público de Las Choapas filtra que sí, que está compareciendo el personal del hospital, pero que “todos se tiran la bolita”.

Hágame usted el recavor fabrón, como apunta mi hija, para no decir recabrón favor. Que a casi DOS MESES, el personal médico “se tira la bolita” y el Ministerio Público, que es “investigador”, no tenga los hilos en la mano para saber quién fue el jijuesuchi que hizo mal su trabajo y provocó la muerte de la jovencita Carmen Curi.

Esto es, decía yo, como vivir en Macondo, el pueblo novelesco de García Márquez, donde ocurre lo inimaginable, donde lo real no es creíble y lo mágico encanta a todos.

Ha requerido el MP a enfermeras y médicos, y también el anestesiólogo Tomás Sánchez Valenzuela, quien se abstuvo de declarar y se acogió a su derecho de hacerlo por escrito. O sea, el MP investigador, que tiene todas las facultades para apretar y llegar a la verdad, se da por satisfecho con las “tiradas de bolita” que se traen quienes tienen la encomienda de encubrir a un asesino.

A ver, y que alguien me explique porque no me da la lógica: por qué razón el Ministerio Público no ha presentado al director del hospital “Doctor Pedro Coronel Pérez”, Rafael Castro Matías, quien en su momento, frente al padre de Carmen, don Daniel Kuri Martínez, expresó que fue el anestesiólogo quien dañó a la joven embarazada y le afecto su riñón, supuestamente porque ella se movió cuando le aplicaban una inyección en la columna vertebral para bloquearla.

Que yo sepa, y usted ha de coincidir conmigo, el director del hospital no tiene fuero. No es alcalde ni síndico; no es diputado ni senador, tampoco gobernador; bueno, no es el Presidente de México o ministro de la Suprema Corte, como para que no se le pueda presentar ante el Ministerio Público a rendir su declaración. Es un mortal más, como usted y como yo, que debe rendir cuentas ante la ley.

Quizá no tenga mucho que decir. Quizá sólo ratifique que el anestesiólogo cometió un error. Quizá diga —y es lo más seguro que argumente— que Carmen se movió y provocó el daño a su riñón. O quizá tenga otra versión sobre esta muerte tan dolorosa para la familia de la joven mamá y para la sociedad en general.

Mucho tiene que decir Rafael Castro Matías porque para eso es el director del hospital. Y es que si no sabe qué ocurrió, estaríamos ante la hipótesis de negligencia médica y complicidad profesional. Y eso está de suchi…

Mientras eso ocurre, ya la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ante la sobrada ineptitud y la cómplice actitud de la Secretaría de Salud del gobierno de Veracruz, se apresta a emitir una recomendación que para que sea amonestado el titular, Pablo Anaya, por la falta de resultados en la investigación interna.

Todavía recuerdo cuando Pablo Anaya ordenó suspender al médico anestesiólogo. Pero lo hizo para sofocar el escándalo, no para ayudar a que se hiciera justicia. Y eso, como se le quiera ver, es complicidad.

Van 56 días y Carmen, como todos los bien nacidos, aspiramos a que se haga justicia.

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