A mí, los alcahuetes me caen mal, pero los alcahuetes cínicos me caen peor. Y ni se digan los traidores, los que muerden la mano, los títeres y los del doble discurso y la doble moral.

 

Se los digo porque el líder del PRI es de esos. José Luis Rodríguez Bustamante, El Puma, es un puma sin garras, sumiso gato del alcalde Renato Tronco, que anda por ahí retozando y queriendo meter al orden a los priístas cuando que al que debiera centrar es a su patrón, el alcalde de Las Choapas.

 

No sé qué le pica al Puma. Dice que Marcos Estrada, el diputado, debe frenar sus ansias, respetar los tiempos del partido y dejar sus madruguetes para mejor ocasión. Dice que le baje a sus vitaminas y que deje de promoverse para la alcaldía, porque aún no es tiempo, porque las candidaturas tendrán que esperar y porque a la hora que se suelta un búfalo no hay cómo parar la estampida.

 

Muy actuado, El Puma dice que hay que esperar a que se emita la convocatoria del PRI y que se ajuste el diputado a lo que ahí diga, que son las reglas y hay que respetarlas.

 

Quiero entender qué se trae el puma de cartón, si sus miedos son suyos o son miedos del ratón vaquero.

 

Todo mundo, hasta los niños, saben que Marcos Estrada quiere ser presidente municipal, que se mueve y trae línea de Xalapa. No sé si la línea sea del gobernador Javier Duarte, si ya le dio cuerda Jorge Carvallo, o si le cerró el ojo Erick Lagos, el líder del PRI, o si es un alarde para calentar la plaza.

 

Todo mundo sabe, también, que El Puma Rodríguez sólo mueve los labios pero el que habla es Renato, al que cada vez lo veo más paranoico, dudando hasta de su propia sombra, receloso, viendo moros con tranchetes y viviendo en el sospechosismo.

 

Me asombra tanta legalidad en los labios de Rodríguez Bustamante cuando ni respiró cuando Renato se pasó al PRI por donde apesta y anduvo amagando con jugar por la oposición. Sí, cuando el hermano incómodo, Miguel Tronco, se inscribió para ser candidato de la izquierda por el distrito de Minatitlán, en la elección federal.

 

Quizá al Puma se le olvidó esa traición, pero a mí no. Y tampoco se me olvida que Miguel Tronco era el tesorero del PRI y así, con ese cargo, andaba coqueteándole a los perredistas, a la vista de todos, apareciendo en periódicos, descarado y fanfarrón, amenazando a los petroleros y retándolos pues les decía que no eran dueños de la candidatura y que ya en su tiempo se les apoyó sin recibir nada a cambio.

 

Puro ladrido barato. Luego vimos al ratón vaquero rendido a los pies del petrolero Noé Hernández, haciendo campaña, dejando al ayuntamiento de Las Choapas al garete, en automático.

 

Tengo en la mente cuando se le preguntaba al Gato Rodríguez su opinión sobre la conducta del priísta Miguel Angel Tronco, una evidente traición de Renato, y lo único que hacía era reír, sin una palabra, sin ronronear.

 

Para ellos no hubo una réplica, una condena, ni un jalón de orejas, pues El Puma de caricatura sabía que si es líder del PRI fue por una imposición de Renato Tronco, avalada por el entonces dirigente estatal, Héctor Yunes Landa.

 

José Luis Rodríguez es una marioneta de Renato, cuya única virtud es causar risa cuando censura a otros, cuando les pide respetar al PRI, mientras calló la traición de sus jefes políticos en la elección federal y cuando existe un descarado proselitismo para comprarle la candidatura a Miguel Tronco con recursos públicos e imponerlo como sucesor del ratón vaquero.

 

Por eso les digo que los alcahuetes me caen mal, y los alcahuetes cínicos, peor.

 

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