Así, así, como que muy bien visto que digamos, pues no. Si Renato se ha pasado de lanza; chantajea al PRI, lo reta, se burla de los priístas y hasta se dio el lujo de traicionar al gobernador Javier Duarte.

 

Les cuento porque la lumbre va sobre sus zapatos. Eso de ocultar cómo maneja el dinero del ayuntamiento de Las Choapas, de bloquear al síndico príista y al regidor panista, para que desconocieran hacia dónde desvía el dinero o a qué constructora les asigna las obras, fue un error gigante.

 

En el Congreso de Veracruz no tienen de otra. Si lo solapan, si le pasan sus violaciones a la ley, si le permiten que no convoque a sesiones de cabildo y que simule acuerdos entre él y los regidores, a los que maneja y domina, entonces el problema sería de los diputados, que también estarían incurriendo en ilegalidades.

 

Se ha sabido que ya le cayó una auditoría y hay pánico en la tesorería municipal, pues nuestro querido alcalde, si de algo se precia es de su alto descaro para el manejo de los recursos municipales.

 

Ayer mismo soltaron el rumor de que el gobernador Javier Duarte lo habría citado para hablar con él en Cosoleacaque, pero finalmente le cancelarían la audiencia.

 

Me pregunto de qué podrían hablar Duarte y el culto de Renato. De finanzas no, porque quien se cree dueño del Palacio lo único que sabe es que los billetes son de plástico y papel y las monedas, de metal; que uno de 200 trae a Sor Juana y uno de a 500, a Frida y a Diego. Hasta ahí le llega la cultura financiera al pobre ratón.

 

Ora que si Duarte lo interroga sobre sus aventuras con la ley, pues el alcalde de Las Choapas sí tendrá de qué hablar. Quizá le diga que la Procuraduría de Veracruz lo tiene como el autor intelectual del asesinato del ex regidor Alfredo Pérez Juárez, pero que no lo tocaron porque el PAN, en el que entonces se cobijaba, negoció con el ex gobernador Fidel Herrera su impunidad.

 

Quizá le cuente al gober que es fanático del garrote. ¡Épale!, no me malentiendan. Digo, del garrote, de la macana, la que usan los policías para apalear a los ciudadanos que protestan o que simplemente se acercan al palacio municipal y que a los ojos de los uniformados representan un riesgo para el alcalde. Se les van encima, los garrotean, los reprimen y hasta los mandan a la cárcel. A ese tipo de garrote me refiero; del otro no sé ni me quiero imaginar.

 

Tronco podría hablar del abandono en que tiene a Las Choapas, de las obras que le asigna a su empresa constructora, la Unión de Ejidos 25 de Abril, que de ejidal sólo le quedó el membrete pues la usa para que le produzca millones, así sea con las pavimentaciones de mala calidad, como las que construyó en su primera gestión como presidente municipal y que sólo sirvieron unos meses; se fracturaron y a la fecha son un verdadero monumento a la porquería.

 

O quizá le cuente de su fastuosa mansión, allí claro, en la Colina del Ratón, invirtiéndoles millones pues para eso es el dinero, proceda de donde proceda, coincida o no con su declaración patrimonial, justifique o no sus ingresos legales.

 

Javier Duarte no se la pasaría mal escuchándolo. Un sujeto de tal naturaleza no lo tiene uno enfrente todos los días. Le podría contar cómo acelera a los campesinos para que secuestren maquinaria de constructoras y cómo privar de la libertad a servidores públicos, como ocurrió con el síndico Sergio Guzmán, y todavía amenazaba con hacer bajar a la “sierra” para agitar y hacer un desmadre. A eso, creo, si no me equivoco, el gobernador le llama perturbación del orden público, y es un delito tipificado en el Código Penal de Veracruz.

 

Ya sé. De algo sí le podría hablar con lujo de detalles Renato al gobernador Javier Duarte: de cómo lo traicionó en las pasadas elecciones federales.

 

Que le diga cómo envió a sus hermanos, los títeres de la dinastía Tronco, a buscar ser candidatos a la diputación federal por el Movimiento Ciudadano. Y que lo hacía para forzar una negociación con el PRI, un chantaje descarado, para que a cambio lo hicieran candidato a él, por el distrito de Minatitlán, que es posición de los petroleros, a los mismos a los que públicamente les faltaron al respeto diciendo que se sentían dueños de la candidatura.

 

Le podría contar cómo lo chingó a él, al gobernador Javier Duarte, saboteando la votación, encabronado como se quedó, y restándole votos al PRI en el municipio de Las Choapas, afectando los votos para Peña Nieto y dejando al gober mal con el hoy Presidente de México.

 

De habladas, represión y traiciones sí podría hablarle el tronco al gobernador de Veracruz, pues esa es su especialidad y su naturaleza.

 

Ahora que habría que esperar a saber de qué querría hablar el gobernador Duarte, pues las violaciones a la Ley Orgánica del Municipio Libre y el manejo financiero, a espaldas del síndico, sin que la cuenta pública lleve la firma de Sergio Guzmán, y así la remitan al Congreso, es un asunto que a el caciquito lo puede poner a un paso de donde debió estar desde hace mucho: la cárcel.

 

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