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Juan Ciudadano

Los Gobernados

La oveja negra y el tronco torcido

20/12/2012 09:18 a.m.
Deslenguado, vulgar, luego de desparramar lisonja al maestro que lo escuchaba, terminó por escupir sus miserias internas: “pero hasta en las mejores familias, hay ovejas negras”, en alusión al hermano del maestro Juan Nicolás Callejas Arroyo.
 
Viejo lobo de mar, el dirigente del magisterio veracruzano, que ha sido varias veces diputado federal y local, consejero y amigo de gobernadores y ex gobernadores, del estado y fuera de él, sin hacer gestos, soportó el insulto y preparó la estocada letal.
 
Juan Nicolás es hijo de don Pedro Callejas Córdova, quien desde hace casi medio siglo adoptó a Las Choapas como su tierra para realizar su actividad ganadera y donde vivió con su familia hasta sus últimos días. En Las Choapas y la región, don Pedro fue —y es, aún— respetado como un hombre de bien y de trabajo.
 
Juan Nicolás hizo saber que también sabía refranes. Y le dijo uno, así, suavecito y con intención, pa’ que lo sintiera en lo más profundo, al insensato alcalde: “tronco que nace torcido, jamás sus ramas endereza”.
 
Ambos refranes encierran si no sabiduría, sí la experiencia popular.
 
Cuento la anécdota por lo que entraña: un madrazo moral al insolente, Renato sin remedio, Tronco sin educación.
 
Callejas no es de aspavientos. No grita por gritar. Eso sí, tiene la mano pesada. Y el que lo busca, lo encuentra, como le ocurrió a Renato, al que le quitó el habla por andar de hocicón.
 
Renato es un pobre tipo que piensa que puede enlodar a cualquiera. La oveja negra a la que se refería es el diputado local Ricardo Calleja, hermano de Juan Nicolás, el líder magisterial veracruzano. A Ricardo quisiera verlo crucificado para que no aspire a la alcaldía de Las Choapas.
 
Yo digo que le ha de fallar una de sus tres neuronas. Se atreve a hablar de ovejas negras cuando a su lado tiene a otro Calleja, el regidor Enrique Calleja García, una lacra, un abusivo y prepotente al que le solapa todas sus locuras.
 
Enrique Calleja es tan o más hablador que el ratón vaquero. Anda diciendo que su tío Juan Nicolás es su padrino, que lo protege y que lo va a hacer un señorón de la política. Sí, cómo no. Ha de creer que también lo va a hacer alcalde, diputado  o que renuncie Javier Duarte para que él sea el nuevo gobernador.
 O sea, Enrique es realmente la oveja negra de la familia, pero el profe no se expresa mal de su sobrino, sino que hace algo más drástico: Lo ignora. Taría tonto el profe para andarle siguiendo el juego a semejante ejemplar.
 
Agito mis recuerdos y me remonto a aquel show de noviembre, el año pasado. Llegó Enrique Calleja al Micheladas Bar. Se encontró con su novia, pareja, ex pareja o tormento, y que se arma la grande. Discutieron y terminaron agarrados del moco.
 
Entonces ella se puso loca. Se trepó a la troca y sintió el Checo Pérez o Schumacher. Dio vueltas en el estacionamiento y —ah, bruta— que le pega a tres autos. Enrique, que veía que su fiera era peor de lo que se imaginaba, trataba de calmarla. Había que verle la cara de infarto, mientras la otra mostraba que era tan dulce como Terminator. Prometió que pagaría los daños, que al día siguiente sacaría la chequera. Obviamente, no hubo quien le creyera.
 
Cuando pudo, se subió a la troca y trató de salir, pues la policía ya venía en camino. Como le habían cerrado el estacionamiento, golpeó el portón y huyó. Pasaron varios días para confirmar que la oveja Enrique no tenía palabra, que era prepotente, mentiroso y transa. Desapareció y ni sus obligaciones de regidor atendió.
 
Desde entonces casi ni se para por el palacio municipal. Llega sólo para aprobarle sus disparates a su padrino Renato, el pastor del rebaño de ovejas… negras. Es un regidor de quinta categoría, que no atiende el changarro, desprestigiado, que anda en boca de todos, abusando del que se le pone enfrente.
 
¿Y saben por qué lo hace? Porque tiene un patán que lo solapa.
 
Bien hizo el profe Callejas en soltarle ese refrán al Renato. Lo describió como un tipo sin remedio, atado a sus frustraciones, creído que puede soltar la lengua y agraviar a los demás. “Tronco que crece torcido, nunca sus ramas endereza”. O sea, condenado a nunca superar su miseria.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])

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