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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

La oposición necesita chiche

18/01/2013 08:31 a.m.
El PAN en el gobierno, en los últimos seis años, dejó un saldo de más de 60 mil muertos, al menos 25 mil personas desaparecidas, 260 mil desplazados y decenas de miles de migrantes secuestrados. Algunas de las víctimas fueron periodistas o sus familiares.

Por eso no me explico el interés de algunos dirigentes perredistas de Veracruz de buscar aliarse a un partido al que su entonces líder moral, Andrés Manuel López Obrador, acusó de haberlo despojado de un triunfo legítimo en 2006, lo que lo llevó a resistirse a darle la mano, a saludar algún día a Felipe Calderón, al que calificó de presidente espurio.

Tan quisquillosos a la hora de juzgar a sus enemigos políticos, en especial a la derecha conservadora, su enemigo histórico e ideológico, algunos perredistas hacen ahora a un lado cualquier escrúpulo, dejan a un lado valores y principios, y se muestran tal cual son: unos oportunistas electoreros, pragmáticos, que pretenden el poder sólo por el poder.

Por su parte, de cara a las elecciones locales y municipales del próximo 7 de julio, la dirigencia estatal panista pide chiche. El pasado 22 de diciembre, el Consejo Estatal blanquiazul autorizó a la dirigencia estatal buscar alianza e ir en coalición con otras fuerzas políticas, en especial con el PRD.

En el PRD, cual novia abandonada y despechada, parada en una esquina, con tacón dorado, labios rojo violento y cigarrillo en la boca que espera que el primero que pase le lance un piropo para entregarse a él, no bien se acababa de hacer el anuncio panista cuando varios personajes del sol azteca se insinuaron de inmediato dispuestos a entregar sus caricias a los herederos de Miramón, Mejía y Maximiliano.

Lo que refleja la actitud de unos y otros es debilidad política.
 
Ambos necesitan vejigas para nadar. El PAN, en 12 años que tuvo el poder presidencial, no fue capaz de convertirse en un verdadero partido político. Copió y reprodujo, corregidos y aumentados, todos los vicios del PRI. Lo que tanto criticó, lo practicó. Incluso fue más allá de los tricolores.

El PAN vuelve a ser una caricatura política, un chiquipartido como lo calificó El Universal (en Córdoba, el 29 de diciembre, el dirigente municipal blanquiazul, Jorge Luis Martínez Ballesteros, confirmó que 200 de los 400 militantes ya no refrendaron su afiliación), y apenas cuando no han pasado ni 60 días que dejó el poder presidencial ya anda en forma desesperada en busca de sustentos… que sólo los halla en la izquierda, su enemigo ideológico.

El PRD refleja que no ha crecido como partido, que no ha consolidado una estructura y que no es capaz ni tiene la solidez para emprender por si solo la gran empresa de enfrentarse al PRI, y que la única salida que encuentra es buscar el apoyo del PAN, un maridaje que no tiene futuro tanto por el solo interés del poder por el poder de la derecha como por la ambición desmedida de algunos perredistas y sus tribus. El aceite y el agua nunca se van a poder mezclar.
Para las elecciones que vienen, Andrés Manuel López Obrador ya no será candidato ni milita más en las filas perredistas. Su efecto, pues, para el resultado electoral en Veracruz, ya no será el mismo que en julio pasado. Esta vez, el PRI ya no lleva un candidato malo, malísimo como Reynaldo Escobar Pérez, contra el que salieron a votar muchos ciudadanos antes que a favor de Uriel Flores Aguayo.
 
Ahora presentará un candidato joven, Américo Zúñiga Martínez, que no suscita el rechazo del otro, con el ingrediente de que el priismo ha recobrado la presidencia de la república y, por ende, entre otras cosas, el programa Oportunidades y la Secretaría de Desarrollo Social, que manejan los programas asistenciales con fuerte carga se proselitismo electoral.

Para colmo, aunque ya no es ninguna sorpresa, la división está presente entre las filas de la izquierda, lo que se transluce muy bien entre los que apoyan la alianza con el panismo, los que se oponen y los que dicen que no pero sí.

Con un ingrediente más que decepciona al electorado ciudadano. El actual diputado federal perredista, Uriel Flores Aguayo, siempre fue un crítico acerbo del priismo y de sus prácticas políticas. Hoy, en el poder legislativo, al que lo llevaron 70 mil xalapeños, intenta reproducir una de las viejas prácticas priistas: el chapulineo político.

Con apenas cuatro meses como representante popular federal por Xalapa, ya aspira abiertamente a ser candidato a presidente municipal de la capital del estado. Qué tristeza y qué decepción. Si fuera congruente, se dedicaría de tiempo completo a cumplir con la manda que le dieron los xalapeños y dejar que otros miembros de su partido o de la izquierda unificada tengan la oportunidad de buscar más posiciones para su causa.

Y ahí están, derecha e izquierda, buscando cómo alcanzar el poder, al costo que sea, incluso de traicionar su pasado, sus principios, su ideología; su mensaje. El PRD, ir con el partido de los 60 mil muertos que tanto criticó a Felipe Calderón, que lo despojó de un triunfo. El PAN, buscando apoyo, fuerza del partido a cuyo candidato Andrés Manuel López Obrador llegó a calificar como un peligro para México.  A ninguna de las dos corrientes parece interesarle y menos preocuparle la filiación y la lealtad programática e ideológica de sus militantes.

Y así quieren y piensan ganar. Unos necesitan chiche. Los otros, vejigas para nadar. Qué esperanzas para la democracia en Veracruz.

Mientras tanto, ayer Abel Cuevas Melo, aspirante a la alcaldía de Xalapa por el PAN, escribió en su cuenta de Facebook: “Xalapa es Mi ciudad. Donde me he asentado con mi familia y donde quiero vivir y terminar el resto de mi vida”.

El coatepecano sueña con llegar a ser el presidente municipal de la capital del estado. ¿El diputado Uriel Flores Aguayo y los demás aspirantes perredistas lo aceptarán, si se concreta la  coalición que pretenden, pero, más que nada, declinarán  en sus aspiraciones para sumarse al todavía delegado de la Sedesol? Caso contrario, ¿Cuevas Melo declinará a favor de Uriel o de cualquier otro que presente como candidato el partido del sol azteca?
 
 

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