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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Hay que apretar a los regidores

26/02/2013 10:17 a.m.
A veces, en el éxtasis de mis reflexiones, me pregunto: ¿cuánto nos cuesta y para qué diablos nos sirve un regidor?
 
No es un ejercicio mental inútil. No, los regidores cuestan, y mucho. Tienen salario, sobresueldo, caja chica, les cubren viáticos, les cumplen caprichos, los dejan hacer negocios. Y todo, con el dinero del pueblo, el mío, el tuyo y el de todos.
 
No son empleados del alcalde aunque lo parezcan, aunque muchos de ellos tengan espíritu de bolero y todos los días le quisieran dar lustre a los zapatos de Renato Tronco. Otros se sienten trapeador y sueñan que el alcalde los use para barrer los pisos del palacio municipal.
 
Los regidores son, como el presidente municipal y el síndico, integrantes del cabildo. Son la máxima autoridad de Las Choapas y, según la ley, tienen la misma jerarquía que Renato y que Sergio Guzmán Pérez.
 
Los regidores tienen a su cargo comisiones para el mejor desempeño del ayuntamiento y para que los servicios públicos se cumplan con eficiencia. Eso es lo que dice la ley, pero la realidad es distinta, pues los servicios son un asco. Que si falta el alumbrado público, que no pasan los camiones recolectores de basura, que no hay apoyo a escuelas, que ni siquiera hay un plan ambiental, que el alcalde trae un desmadre financiero y el regidor de cuenta pública es su cómplice, y así mil asuntos que los señores regidores no atienden porque ellos nacieron para maceta y no pasan del corredor.
 
El único que levanta la voz y explica por qué la limpia pública anda por los suelos, es Roldán Vargas. Es su comisión pero él dice por qué no funciona. El servicio es pésimo; no hay camiones recolectores; las rutas no se cubren; no hay ropa de trabajo para el personal; realizan sus labores incluso bajo lluvia, mojándose, sin el apoyo del sindicato charro, cuyos dirigentes le lamen los pies a Renato. Roldán Vargas cuando menos ha tenido las agallas de denunciar el abandono en que el ratón vaquero tiene el servicio de limpia pública. El síndico Sergio Guzmán también aunque ha optado por decir que lo excluyen de las decisiones. Le ha faltado la denuncia para que el Congreso apriete a Renato.
 
Los demás son agachones, empleaduchos del alcalde, que no le levantan la voz porque los puso en el cabildo para que le avalen sus ocurrencias y sus pilladas. Esos güeyes no son regidores aunque tengan el título. No se merecen respeto porque no se lo han ganado. Son cómplices y al paso del tiempo pueden enfrentar responsabilidad legal. Si no lo saben, que lo piensen.
 
Yo recuerdo a Toño Pouchoulén, a Eva Cadena, al finadito Alfredo Pérez Juárez, que cabildeaban, que trabajaban, que exigían. Pero la mayoría no son así.
 
Entre los regidores, hay una máxima que dice que ellos son como los becarios: cobran su lana, callan y dejan hacer. El alcalde se entiende con los directores de departamento y con ellos hace sus transas.
 
La ley dice que los regidores deben proponer un plan de trabajo y también que deben vigilar que las comisiones cumplan con su función. Pero en los hechos eso no ocurre. Los regidores son como la celestina, los alcahuetes del Presidente.
 
Por eso hay que abrir los ojos. En la próxima elección municipal, no sólo se elige al alcalde. Elegiremos a toda una planilla, al presidente municipal, al síndico y a los regidores.
 
Muchos de los que hoy se dicen aspirantes a la candidatura del PRI a la alcaldía, no tienen con qué y ellos lo saben. Se están autoproponiendo para regatear una regiduría. Se quieren trepar al ferrocarril del PRI con la esperanza de que algo les toque.
 
Al pueblo le toca abrir los ojos. ¿De qué sirve votar por un candidato a la alcaldía si con él llegarán regidores que no los soportan ni en su casa; que son unos desprestigiados; que son corruptos o que carecen de dignidad? Con esos ni a la esquina.
 
Y eso que lo entiendan los partidos. Sea el PRI o la alianza PAN-PRD, o el PAN sólo, o el PRD solo, que no nos endilguen alcaldes de mala vida, ni síndicos y regidores de pésima fama que sólo pretenden disfrutar su beca de cuatro años y que nos cuestan un dineral, y que ese dineral lo pone el pueblo. Con esos ni’mais. ¿Estamos?
 
(Comentarios y tips a: [email protected])

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