Las policías, creo yo, son un cáncer y no tienen remedio. Si no reprimen a los ciudadanos, los extorsionan, y si no, se dedican a traficar indocumentados o son parte del crimen organizado. Lo que usted quiera, donde los quiera ubicar, pero nada que ver con la seguridad de la sociedad.
 
Desde hace días se sabe que las fuerzas de inteligencia de la Marina-Armada de México y el Ejército preparan un mega operativo para desmantelar a la policía intermunicipal de Coatzacoalcos, Minatitlán, Cosoleacaque y Nanchital, que ni da resultados y además está infiltrada por los malosos.
 
Y no está mal lo que hagan las fuerzas federales, pero de qué sirve si las otras policías de la región, las de Agua Dulce y Las Choapas, son desconfiables y una lacra social, que a menudo están metidos en crímenes y hasta involucrados en delitos graves, como el asesinato, el secuestro y le sirven a la delincuencia organizada.
 
Recuerdo aquel escándalo, en 2008, cuando un grupo de policías municipales estuvo extorsionando a un grupo de migrantes centro y sudamericanos. Estos se cansaron y huyeron. Iban en un torton y tras ellos las patrullas policíacas. Les dispararon y mataron a tres indocumentados. El vehículo terminó estrellándose contra un montículo de tierra y otras 19 personas resultaron heridas.
 
Los policías hicieron un montaje. Le dispararon a sus patrullas para simular que repelieron una agresión de los migrantes. Luego se descubrió que ellos fueron los agresores. Cinco de los policías fueron condenados a 24 años de prisión y otro más, que declaró lo que ocurrió, fue ejecutado. Eso nos da la idea de que no son policías comunes sino verdaderos delincuentes.
 
La policía de Las Choapas es igual. Cada que pueden aporrean al pueblo, reprimen a manifestantes y hasta se matan entre ellos. En septiembre pasado, un comandante le dio un tiro en la sien a su subalterno y lo mató. Fue un asesinato a sangre fría. Después la viuda reveló que su esposo era hostigado por el comandante y que había pedido su cambio a otra patrulla pero nadie lo escuchó. Y lo mataron.
 
En Minatitlán, un subcoordinador de la intermunicipal participó con su grupo en el secuestro del hijo del alcalde Leopoldo Torres. El asunto le quemaba las manos al gobierno y cuando los detuvieron no reconocieron que eran secuestradores, sino que le pasaban información a Los Zetas, que es tanto o peor que lo del hijo del alcalde.
 
Acaba de declarar el coordinador de la intermunicipal de Coatza-Mina-Cosolea-Nanchital, el coronel Carlos Gallegos, que el 20 por ciento de la policía ha cometido atropellos con la ciudadanía, que los tienen reportados y que los van a dar de baja. Ta’ cañón. Lo que debieran hacer es enjuiciarlos porque son delincuentes. Y la ley dice que si son servidores públicos, la sanción es al doble. Pero eso de que los cesen es tanto como premiarlos. O sea, borrón y cuenta nueva. No la chiflen.
 
El mismo gobernador Javier Duarte reconoció que 16 policías de Alvarado fueron detenidos por vínculos con el narcotráfico. No eran 16, eran 20, mi gober. Unas semanas antes, ocho policías de Úrsulo Galván, cerca de Veracruz, desaparecieron. Su patrulla fue encontrada quemada, pero de ellos ni sus luces. Dicen que los detuvieron porque también trabajaban para la maña.
 
Yo ya no sé si reír, llorar o ponerme a rezar. Si esos son los que deben cuidar de los ciudadanos, pues es como si el diablo nos tuviera que llevar al cielo.
 
El Ejército o la Marina se van a tener que hacer cargo de la seguridad en sustitución de la intermunicipal de Coatzacoalcos, Minatitlán, Cosoleacaque y Nanchital. Pero de poco va a servir si las policías de Agua Dulce y Las Choapas quedan en manos de los mismos porque su actuar no es de guardianes de orden sino de criminales.
 
Hay que corregir de raíz.
 
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