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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Hasta Dios repudia el cacicazgo

19/03/2013 10:27 a.m.
“Vox populi, vox Dei”, dice el aforismo latino. La voz del pueblo es la voz de Dios. O sea, lo que dice el pueblo, lo acoge Dios. El pueblo no se equivoca, Dios menos.

No sé si les conté. Tengo algo de filósofo, estudié para ello y me adentré en el pensamiento del hombre. Por eso sé que vox populi es vox Dei.

Y viene a cuento porque ha dicho el sacerdote Pedro Jiménez Martínez que un cacicazgo no le va al municipio de Las Choapas, a su pueblo, al desarrollo y claro, a la dignidad de los choapenses.

“Yo les sugeriría a todo el pueblo que analicen bien. Yo no estoy a favor ni en contra de nadie, pero sí es necesario que se analice, porque luego cometemos errores de elegir a personas que no cumplen o solo utilizan al pueblo para su beneficio personal”, le dijo a Presencia.

Dice que no habla de nadie en especial, pero a mí, y a usted y usted y a todos, no sé por qué, pero se nos vino a la mente un ser que encaja en el perfil del cacique, o mejor dicho, corrijo, enmiendo, preciso, en el perfil de aspirante a cacique, un ratón de marca.

Pedro Jiménez Martínez, que es guía espiritual, nos da su concepto de cacique:

“El cacique siempre no deja que los demás participen. Es más, ve a los demás como sus rivales, y por eso implementa la fuerza, la agresión, las amenazas, las extorsiones. Esa es la característica del cacique. En cambio, necesitamos una autoridad que vele por el cuidado de la ciudad, que se preocupe por todos por igual y por el beneficio de todos, no de grupos”.

A jijo. Lo bueno es que el padre Pedro no es líder político, porque si lo fuera, ya hubiera armado una grande contra el aspirante a cacique,  pues el retrato que hace es una calca del alcalde de Las Choapas, que no se reelige porque la Constitución se lo prohíbe, pero anda con la idea de imponer en la presidencia municipal a su hermano.

Yo creo que ese día, cuando el gigante de la palabra, Hernán Villarreal, lo entrevistó, el sacerdote andaba inspirado. Dijo que los caciques ponen a sus cuates en los principales cargos aún sin saber nada, sin tener perfil y hasta si son un peligro para la sociedad.

“Por ejemplo: no sabe nada de construcción pero lo pongo en Obras Públicas; aunque no sepa de tránsito, yo lo pongo en tránsito; aunque no sepa de planeación urbanística yo lo pongo en planeación urbanística; aunque no tenga ni idea de cómo brindar seguridad o cuáles son las estrategias a seguir yo lo pongo como jefe policíaco.

“Yo creo que ahí las autoridades tienen que empezar a cambiar esa situación para que Las Choapas tenga un verdadero cambio. Las comisiones a los ediles se tienen que dar en base a su perfil profesional, o de lo que tienen conocimiento”.

Duro y a la cabeza. Si no hablaba de Renato, entonces hablaba de su clon. Porque es lo que ocurre en Las Choapas. Los amigos en los principales cargos. Y dice que si Las Choapas está rezagada es por el caciquismo, por los que acaparan todo, el empleo, las obras, por los tipos que todo lo monopolizan y no le dan oportunidad a los demás.

No queremos, dice el padre Pedro, que Las Choapas sea un pueblo sino una ciudad, con servicios de limpia pública eficiente, banquetas y calles bien construidas, con energía eléctrica, con seguridad.

No habló de nadie en particular pero dijo que Las Choapas no quiere un cacique que sólo apoya a ciertos grupos campesinos o ejidos y discriminan a otros porque no lo apoyaron en sus campañas electorales, sino una autoridad que gobierne para todos, que se preocupe por la juventud y acabe con la delincuencia; que deje de ganarse el voto de los demás porque les da despensas.
 
 A canijo. El padre Pedro ya le puso el cascabel al gato, o mejor dicho, al ratón, porque si no hablaba de Renato, parece que lo pintaba como es.

Vox populi, vox Dei. Lo dice el pueblo, lo repite el sacerdote y hay que mandar a la fregada al aspirante a cacique. Dios nos lo premiará.

(Comentarios y tips a: [email protected])

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