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Mussio Cárdenas Arellano

Informe Rojo

Marcelo: infiltrar y fracturar a la iglesia evangélica

07/07/2013 08:38 a.m.
* Seis pastores se volvieron joaquinistas  * Material de construcción a cambio de votos  * Los ministros rechazaron la treta  * Millán y Víctor Rodríguez, los operadores del trabajo sucio  * Gersaín: violó tiempos de campaña  * Deficiente capacitación de funcionarios de casilla  * La brigada amarilla de Gonzalo
 
 
Nada piadoso, extremadamente voraz, Marcelo Montiel Montiel tocó las puertas de los templos, no para redimir su alma negra sino para infiltrar a la comunidad evangélica, romper su estructura monolítica y, a cambio de unas despensas y otros ladrillos, orientar su votación hacia el PRI.
 
Unas veces él, otras veces sus operadores, tentó a los pastores cristianos y les prometió algo que no es suyo: el cielo y las estrellas.
 
Marcelo fue escuchado. Cómo no abrirle el oído al emisario de duartismo, al secretario de Desarrollo Social, amado verbo entre los políticos que lo mismo deshace entuertos que los crea, los dimensiona, los negocia, lucra con ellos, bloquea a sus adversarios, infiltra a la oposición, compra candidatos, simula pactos, traiciona acuerdos, asesta puñaladas traperas, roba elecciones y se adueña de alcaldías.
 
Marcelo Chambasucia sabía de la estructura monolítica de las iglesias cristianas, de su poder e influencia y del poder de sus pastores sobre sus feligreses, su capacidad para convencer. Sabía también del papel que jugarían en la elección municipal y distrital en Coatzacoalcos, del voto de por lo menos 15 mil integrantes a favor o en contra del PRI.
 
Potencialmente, los cristianos pueden decidir o cambiar el rumbo de una elección. En 2004, Iván Hillman Chapoy se acercó a los evangélicos, pactó con ellos, les ofreció todo, se sirvió de sus votos para ser alcalde de Coatzacoalcos, pero faltó a su palabra. Tiempo después, en 2009, cuando pretendió ser diputado federal, se lamentaría de su corta visión para tratar a un sector del electorado que cuando compromete su palabra, cumple. Iván El Terrible fue aniquilado en la elección.
 
Católico de opereta, no es extraño ver a Marcelo Montiel en misa y en procesión, hincado al recibir la comunión, aunque sólo fuera para la foto, dadivoso con clérigos y patronos de la iglesia fundada por Jesús, y hasta anfitrión del obispo Rutilo Muñoz, responsable de la diócesis de Coatzacoalcos, a quien le prestó su fastuosa vivienda para que le allane el camino al cielo, previa redención.
 
Verlo persignarse era lo de menos, mientras en sus días de alcalde campeaba la corrupción y brotaban los negocios al amparo del erario público, sobreprecio en obras, pago de trabajos extraordinarios y adicionales más allá de lo que permite la ley, embarrado en todo ello el hoy alcalde Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”—; la desaparición de 200 millones de pesos provenientes del impuesto de traslación de dominio de las petroquímicas, incluida la cobranza que entregó sin licitación a Abogados y Asociados Internacionales, el despacho del suegro incómodo, Jesús Antonio Macías Yazegey, quien se embolsó 44 millones de pesos por un par de tramites que bien pudo realizar cualquier empleado de la tesorería municipal.
 
Marcelo Montiel usa careta de piadoso. Al obispo de Coatzacoalcos, y por ende a los católicos, los tiene en la bolsa, pero el sector evangélico siempre le representó un reto pues entre los pastores cristianos y su acérrimo rival, Gonzalo Guízar Valladares, candidato del Partido Acción Nacional a la alcaldía, hay una identificación natural. Guízar es integrante de la iglesia Pentecostés, uno de sus hermanos es ministro y varios de sus allegados juegan un papel clave en esa relación.
 
Aquejado por sus temores —refiere una versión aportada por pastores evangélicos a INFORME ROJO— Marcelo Montiel vio en las iglesias evangélicas una amenaza a su proyecto de entronización en la alcaldía, vía Joaquín Caballero Rosiñol, titular de Obras municipales y en la SEDESOL estatal. Y decidió fracturar al bloque cristiano.
 
Infiltrar al cristianismo, fracturar a la Alianza Ministerial Evangélica Cristiana de Coatzacoalcos (AMECC), y de ser necesario tratar a los pastores como promotoras sociales y beneficiarios de programas de gobierno, fue una estrategia que Marcelo Montiel desarrolló y que sólo le funcionó en un mínimo porcentaje.
 
Uno de sus operadores fue el ex director de Asuntos Religiosos Municipales, Antonio Millán Franyutti, una vez que éste fue destituido del cargo por el alcalde Marcos Theurel y dejado políticamente en la orfandad. El otro, Víctor Rodríguez Gallegos, ex secretario de Gobierno en la segunda alcaldía de Marcelo Montiel, y últimamente jefe de la Unidad Administrativa de SEDESOL, el señor de los dineros.
 
Millán Franyutti fue el primero en entrar, según relato de los insiders, y echó mano de su relación con los pastores evangélicos hasta sutilmente ofrecerles ayuda, gestión ante instancias de gobierno para destrabar trámites y apoyo a largo plazo una vez que Joaquín Caballero llegara a la alcaldía de Coatzacoalcos.
 
Millán y Rodríguez Gallegos pondrían la miel y las hojuelas: material de construcción, dinero, sillas; les patrocinaron torneos de futbol e instrumentos musicales para los coros de sus templos. Al final, sólo pudieron convencer a los pastores del pantano, los de la periferia.
 
Cayeron en el garlito no más de diez ministros: Emma López, de Unión Familiar, quien maneja una estación de radio cristiana; Saúl Catana, de Manantial del Verbo, empleado de la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento (CMAS); José Dorantes, de Pescadores de Hombres; Eligio Castillo e hija, de Zudy Shadai, también con una estación de radio; Luis Fidel Mijangos, de Amistad Cristiana, y Benito Samitis, de Fe y Verdad.
 
De acuerdo con los insiders, las fuentes internas, a Emma López le tocaron 40 mil pesos y apoyo para gestiones en el ayuntamiento; a Samitis lo plancharon con 10 mil blocks de concreto y un terreno cerca del penal Duport Ostión.
 
Cada pastor se comprometía a aportar entre 100 y 200 votos de feligreses, quienes serían movidos en transporte que les proporcionará el PRI, el domingo 7, día de la elección. Para comprobar que las estructuras fueran reales, los operadores les solicitaron nombre, dirección y copia de la credencial de elector.
 
Abundante la pesca, los pastores convertidos al marcelismo, comenzaron a recibir cemento, varilla, arena y blocks de concreto a fines de mayo, justo cuando estalló el escándalo por el tráiler cargado con 16 toneladas de cemento, supuestamente para el programa Piso Firme, en plena veda electoral. Quien suscribió los documentos de compra a la proveedora María Gudelia López Aguilar, con recursos de la SEDESOL federal, fue precisamente Víctor Rodríguez Gallegos, el operador número uno de Marcelo Montiel.
 
Conformada por 200 iglesias, la AMECC es un ente religioso de sobrada influencia. Sus integrantes suman ya 50 mil ciudadanos, de los cuales por lo menos 15 mil están en edad de votar. Marcelo Montiel los vio como carne de cañón electoral. Intentó cooptar a sus pastores, mediatizarlos con recursos públicos encubiertos como ayuda social y finalmente hacerlos votar por Joaquín Caballero Rosiñol.
 
“Creen que porque tienen al pastor en el bolsillo, también tienen a los integrantes de la iglesia”, dice uno de los insiders consultados.
 
Un signo de rechazo a las tretas marcelistas, se dio el 21 de marzo. Emisarios de Marcelo Montiel contactaron con la AMECC y sugirieron que Joaquín Caballero fuera invitado a participar en la marcha que anualmente realizan los evangélicos sobre el malecón de Coatzacoalcos y a la que asistieron miles.
 
Recibieron un “no” rotundo. Gonzalo Guízar, pese a ser cristiano, decidió no asistir para no politizar el evento.
 
Usado con fines electorales, el operativo de cooptación religiosa no le reportó mucho a Marcelo Montiel. De las 200 iglesias cristianas sólo logró controlar a seis, unos 600 votos si acaso, en términos reales, de los 15 mil que representan los no católicos.
 
Su intención, sin embargo, ahí queda. Infiltrar, mediatizar y de ser necesario, fracturar a la iglesia evangélica de Coatzacoalcos para que ese voto no sea para Gonzalo Guízar.
Lo que es no tener escrúpulos.
 
Archivo muerto
 
Sin pudor, con descaro, Gersaín Hidalgo Cruz exigía, aún fuera  de los tiempos electorales permitidos, el voto para el Partido Nueva Alianza, en cuya planilla figura como candidato a la primera regiduría de Coatzacoalcos. En reuniones semanales, los viernes, hacía correr el líder de los empleados municipales galones de alcohol, música, damas alegres, teiboleras y todo cuanto hubiera para el entretenimiento de sus agremiados. Luego, en asamblea y fuera de ella, les exigiría el voto para el PANAL, so pena de cancelarles turnos, congelarlos, negarles plazas. Deslizaba la amenaza en sus deplorables discursos, uno de los cuales quedó grabado en un valioso audio del que disponen los empleados. Todavía el viernes 5, en la sede sindical, cuando habían concluido los tiempos de campaña, Gersaín seguía presionando a los trabajadores y promoviendo su candidatura. Eso es coacción al voto y violación al Código Electoral. Es delito y es con lo que Gersaín Hidalgo va a tener que lidiar, sea o no sea regidor. Lo más seguro es que no… Abierta mapachería en el distrito de Coatzacoalcos. Bajo las órdenes del vocal de Capacitación, Jaime López López, un marcelista declarado, se realizó una deficiente y amañada selección de funcionarios de casilla. Falsearon la escolaridad de los ciudadanos para hacerlos pasar como sujetos de confianza. La capacitación es prácticamente nula, al grado de que los reportes internos del IEV revelan que supuestamente cada capacitador instruyó a 20 ciudadanos por día, una pantomima descarada, pues el tiempo normal para realizar esa labor es de 2 horas por cada ciudadano seleccionado para ser funcionario electoral. Para alcanzar ese récord, el día debía ser de 40 horas. Las deficiencias en el llenado de actas al iniciar la jornada electoral, las de incidentes y realizar el escrutinio y cómputo, se verán el 7 de julio y favorecerán al marcelismo… Con la bandera del voto útil, un sector del perredismo y del ex perredismo, la llamada brigada amarilla, se integró a la campaña del candidato panista a la alcaldía de Coatzacoalcos, Gonzalo Guízar Valladares. Caminaban en torno a Rosa María Vázquez, esposa de Gonzalo, y Jesús Hernández Tea, el candidato a síndico, Víctor Hugo Espinosa Hernández, Carlos Morales, Fernando Carrillo Vázquez, Roberto Ramos Alor, Beatriz Carrillo, José Juan Ríos, Jorge Carrillo y decenas de perredistas que optaron por el voto útil para enfrentar al PRI y, sobre todo, al marcelismo, operando en colonias de alta votación como Lomas de Barrillas, Olmeca, Tesoro, Paso a Desnivel, Guadalupana, Almendros, Divina Providencia, Héroe de Nacozari y San Silverio. Además, realizaron un amplio programa de capacitación electoral y la difusión de un díptico-volante a través de redes sociales. Esa brigada fue determinante en procesos anteriores, cuando el PRD arrasaba al PRI en elecciones por la diputación federal…
 
twitter: @mussiocardenas

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