Particípoles una más: por más que lo golpeen, por más que lo enloden, por más que lo ataquen, el movimiento magisterial tiene al gobierno, a Peña Nieto, a Javier Duarte, al profe Callejas, a Pumarino y a muchas otras cucarachas callejistas, metidos en un verdadero problema.

 

Dizque el Congreso de Veracruz ya les había puesto el cascabel. Los llamó, les firmó un acuerdo mágico, les prometió que no habría sanciones ni descuentos ni despidos, si este lunes 30 los maestros volvían a las aulas. Lo dieron por hecho, lo estamparon en el papel, lo magnificaron en la prensa, le vendieron ese cuento a la sociedad y dieron por cierto que el conflicto había concluido.

 

Muchos se preguntaron por qué el Congreso y no el gobernador. Porque Javier Duarte no da una. Callejas menos. Juan Nicolás anda perdido, sin darle la cara al magisterio, y hasta sin poder usar sus oficinas porque le tomaron la sede de la Sección 32 y lo dejaron en ridículo.

 

Y sí, llegó el lunes 30, pero los maestros no cedieron. Unos cuantos volvieron a las aulas Los demás siguen en rebeldía. No regresaron a clases. Marcharon de nuevo por las calles de Xalapa, los normalistas, los alumnos de telesecundaria, los padres de familia.

 

También se movilizaron los maestros de la región de Orizaba, unos 8 mil, que exigen que el gobierno federal obligue al gobernador Javier Duarte a negociar, “pero en el DF”.

 

En la sierra de Soteapan, los maestros encabezados por el ex alcalde de Tatahuicapan, Esteban Bautista Hernández, expresaron que no cederán a las intimidaciones del gobierno de Veracruz de dejarlos sin trabajo.

 

En Las Choapas, los callejistas hicieron el papelazo ayer. Llegaron al kínder Bertha Von Glummer y pretendieron abrir la reja. El esposo de una de las callejistas, Karina Huerta Izquierdo, quiso actuar por la fuerza. Se dio un jaloneo. Una madre de familia resultó lesionada y terminó denunciando al Batman del cincel y del martillo, pero de ahí no pasó. En Las Choapas, el movimiento magisterial se ha radicalizado y no lo han podido someter.

 

Vaya vergüenza la del callejismo. Si no puede con los maestros y padres de familia de un jardín de niños, qué va a poder con los de las primarias y secundarias, y mucho menos con las movilizaciones en todo Veracruz.

 

Lo que está claro es que el magisterio anda revuelto. Juan Nicolás Callejas Arroyo, que de líder sólo tiene el membrete, ha sido rebasado. Los maestros lo odian, le toman la sede sindical, lo acusan de transa. Al gobernador Javier Duarte nadie lo pela y ahora lo repudian porque la represión en Plaza Lerdo, donde su policía usó toletes eléctricos, dejó en claro que es enemigo el magisterio.

 

Duarte tenía la encomienda del gobierno federal de parar la revuelta. No pudo. Ofreció una solución que era una tomadura de pelo: que nadie sería castigado, que a nadie le descontarían los días no laborados, que a nadie le quitarían sus estímulos económicos. Y allá los s que le creyeron.

 

Los maestros no volvieron a clases porque la solución no está en Veracruz. El origen del conflicto está en el DF. Allá nació la reforma educativa, allá la cabildearon los partidos políticos, allá se las vendió Peña Nieto, allá la aprobó el Congreso Federal, allá se crearon las leyes reglamentarias del artículo 3º, allá la exaltaron los medios de comunicación.

 

Lo que se haga en Veracruz vale queso. Lo que prometa Javier Duarte, que se lo crea Javier Duarte. Lo que les firme el Congreso estatal, es como si lo estamparan en una barra de hielo.

 

La solución es federal, no estatal. La abrogación de las leyes secundarias corresponde al Congreso federal. Lo demás son cuentos chinos.

 

Por eso les digo que la prensa del gobernador puede seguir enlodando al movimiento magisterial, negándoles espacios, tergiversando sus palabras, ocultando sus razones, ignorándolos o acusándolos de estar en contra de la educación, pero los maestros, duélale a quien le duela, ahí siguen, agitando como nunca a Veracruz y exhibiendo la incapacidad negociadora del gobernador Javier Duarte.

 

Qué jodido se ha de sentir ser el que manda en Veracruz y que los maestros no te pelen. Qué gacho.

 

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