Imagínome a Las Choapas, sus canales, sus ríos, sus drenajes azolvados. Las lluvias cayendo, incesantes, ya sea por una tormenta, por un frente frío, por una depresión tropical. Por lo que se les antoje, pero un chingo de agua sobre este sufrido pueblo del sur de Veracruz.
 
Imagínome los canales y los ríos, desbordados porque la pinche agua no tiene para donde correr, por donde desfogar. Los drenajes hasta el tope de agua, saliendo todo por las tapas de las alcantarillas.
 
Imagínome que pasan las horas y aquello se parece al diluvio de Noé región 4. Cortinas de agua que no cesan, que provocan charcos y después lagunas. Y el nivel del agua que sube y sube.
 
Al poco tiempo, en cosa de minutos, las calles parecen ríos que corren por donde la pendiente los lleve. Encontrados con otras corrientes, se estancan. Comienza a crecer el nivel. Cubren las banquetas. Más tarde el agua alcanza las paredes de las viviendas. Se cuela entre el piso y la puerta de las casas. Inunda los jardines, los patios, las azotehuelas.
 
Imagínome las casas llenas de agua. Sus moradores, en la imposible tarea de salvar sus pertenencias, sus camas, su ropa, sus electrodomésticos, la tele, el estereo, la pantalla, la estufa, el refri, la lavadora y el auto; eso que se resume en una frase: su patrimonio.
 
Después ya nada es igual. Cuando la lluvia cesa, cuando el agua se va, lo único que queda es el dolor, el coraje y la frustración. Y claro, un rosario de mentadas de madre para la alcaldesa porque pudiendo evitarlo, no movió un dedo, ni abrió los oídos, ni se puso en el lugar del pueblo.
 
Imagínome esta imagen porque el pueblo ya habló, expresó su temor a que un temporal azote a Las Choapas y todos perdamos lo que tenemos, nuestro patrimonio.
 
Han hablado los que viven a las orillas de los ríos. Se han quejado los que viven al pie de los canales. Hemos reclamado los que vemos que con un aguacero menor los drenajes de la ciudad se rebosan. Y todos, absolutamente todos, hemos pedido que la alcaldesa Yazmín se ponga las pilas, que ordene el desazolve, que le pida permiso a su amo, Renato Tronco, que es quien realmente manda, para actuar y evitar una tragedia.
 
No miden lo que puede ocurrir. A Renato cuando era alcalde en funciones le valió el desazolve de canales. Le importó un carajo si los drenajes de la ciudad están libres de residuos o si están taponados. Le echó escombro del viejo puente al arroyo El Control, sin medir las consecuencias de su tarugada.
 
Quisiera explicárselo con palabras sencillas, pero no, les falta cerebro para eso.
 
Les va un ejemplo como para que me entiendan. Los drenajes azolvados, los canales tapados, los ríos llenos de escombro y maleza, son como aquel que anda estreñido. Si le metes más comida, y no tiene por dónde salir, sientes que te asfixias y si no se libera el tapón, te pudres y te mueres.
 
Cáchalo: si un cuerpo estreñido no se purga, se muere.
 
Con los drenajes, los canales y los ríos ocurre lo mismo. Hay que purgarlos, quitarles la arena, la basura, el escombro, los residuos, porque si no, revientan, provocan un caos, la lluvia se estanca, inunda las viviendas y el pueblo pierde todo.
 
Haz de cuenta, que estás estreñido. ¿Se siente padre? No, se siente de la chingada. Pues así tienen a Las Choapas, taponado, por negligente, porque les vale si en una tormenta se acaba el patrimonio de los que viven en zonas bajas o al pie de lo canales o a la orilla de los ríos. Porque ellos no han podido robarse nada para luego construirse una mansión en una colina.
 
Ya vienen las lluvias. Ya estamos a unos días de que los huracanes nos visiten. Ya estamos a un paso de que las tormentas golpeen a Las Choapas. Entonces los llamados de la gente, de los que piden el desazolve de drenajes y canales, se convertirá en furia cuando por la negligencia de un tarugo con iniciativa pierdan todo lo que tienen.
 
Más vale una purga a tiempo que andar estreñido siempre. ¿Verdad, Renato? ¿Verdad, Yazmín?

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