De entrada, hay que decir que toda demanda de mejor educación, hay que aplaudirla. Y si viene de los jóvenes, de los estudiantes, de quienes pretenden una formación más sólida, instalaciones dignas y maestros capaces, ni cómo rechazarla.

 

Ahí, en el CBTis 113 de Las Choapas, los jóvenes y sus padres le han puesto un hasta aquí a la indiferencia y han dicho basta al manejo de recursos sin transparencia, al cobro de cuotas escolares que nadie sabe en qué se aplican, al dinero que se aporta para tener una educación de calidad.

 

Si pidieran que el dinero se aplicara en festivales y diversión, ni quién los volteara a ver. Pero no. Su demanda es justa. Van por mejores instalaciones, por mejores maestros, por una mejor administración y por claridad, sí, claridad en el manejo de los fondos económicos que, por si alguien no lo sabe, es dinero de ellos.

 

Ya los vimos en pie de lucha. Ya los vimos manifestarse. Ya los vimos decididos a tomar su plantel escolar y forzar el diálogo con los directivos que se hacen los sordos y, sobre todo, los mudos.

 

Lo que vimos en el CBTis 113 fue una lucha de poder. El director creyendo que podía sabotear a los estudiantes, amedrentándolos, yendo a sus domicilios a conminarlos a dejar el movimiento, y ellos dejando en claro que el asunto es por una mejoría de su educación.

 

Junto a los chavos están los padres de familia. A ellos, como a ti y a mí, nos preocupa que la educación sea mejor, que le sirva de base a los estudiantes para llegar mejor al nivel profesional.

 

Cuando el director cedió, se tomaron acuerdos pero quedaron algunos puntos oscuros. Ni quiere al comité de alumnos ni acepta a la sociedad de padres de familia. O sea, no quiere que le fiscalicen en qué se aplican los recursos, por qué no hay maestros, muchos de los cuales no reúnen el perfil mínimo para educar, y no admite que alguien eche a perder un negocio que, hasta donde se sabe, es negocio de aquí pero también de los directivos en Xalapa.

 

El 1 de noviembre se firmó una minuta de acuerdos. Ahí se establecían las bases para hacer del CBTis 113 una institución de calidad: resolver la ausencia de maestros; servicio de internet en el centro de cómputo, equipo de calidad y programas actualizados; instalaciones adecuadas en el laboratorio, que haya certificación y que los alumnos puedan tener título de laboratoristas clínicos; equipo adecuado para los talleres de electricidad y mecánica; que se acelere la entrega de títulos atrasados; que no haya represalias contra los alumnos que participan en el movimiento; tener una mesa de diálogo entre directivos, alumnos y padres de familia sobre cada especialidad; crear un comité técnico consultivo entre docentes, padres de familia y alumnos; que ese consejo técnico consultivo determinaría el proceso para elegir una terna entre quienes deseen tener la concesión de la cafetería del plantel, la cual quedaría a asignada a criterio de instancias superiores; el director del plantel pidió establecer un día oficial para entregar cuentas del manejo financiero a padres y alumnos, y que el consejo técnico consultivo vea la factibilidad de constituir el consejo estudiantil.

 

Entre los estudiantes hay algo claro: no quieren nada con la parte sindical. Los alumnos y todo Las Choapas sabe que el sindicato tiene secuestrado al CBTis 113, que revientan a los directivos y que es una mina de oro chingona. Por eso, con ellos, ni a la esquina.

 

Pero cuando las cosas suenan muy bien, resultan no ser tan reales. En cosa de diez días se ha visto que la buena voluntad no es una cualidad de quienes dirigen el CBTis. Los alumnos quieren que la minuta se cumpla. Los directivos dicen que sí, que se le dará seguimiento en el consejo técnico, pero que éste sesiona dos veces cada semestre.

 

La solución es que se lleve a sesión extraordinaria. Y por ahí está el asunto. Lo que ocurre en el CBTis es algo extraordinario, no es lo normal, no es lo deseable. Es extraordinario cuando lo que se pide es para mejorar la educación. Y por eso su solución también es extraordinaria. Y algo extraordinario tendría que evaluarse por lo menos cada mes. Sólo así se podría ir cumpliendo lo acordado.

 

Ellos, los chavos, piden algo que se merecen: buena educación. El contenido de la minuta es para enorgullecer a cualquiera. Piden educación de calidad. Y a eso no se puede, no se debe negar el director ni los directivos en Xalapa.

Si yo fuera director, me sentiría orgulloso de tener alumnos así. Y lejos de decirles que no, les diría que sí.
 
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