En política, ni santos ni diablos, aunque algunos lo parezcan. Tampoco héroes ni villanos, aun cuando a muchos quisiéramos colgarlos. Mucho menos mesías ni salvadores. Porque conociéndolos a fondo, ni unos son tan buenos ni los otros son tan malos. La política, dicen los curtidos en esa profesión, es de equilibrios y contrapesos.
 
Las Choapas, a diferencia de casi todos los municipios de Veracruz, tendrá elección extraordinaria. Tan sucia, tan manoseada, la del 7 de julio es una elección para no olvidar, muestra de fraude mal ejecutado, huellas por aquí y huellas por allá, tan así que el Trife dijo mejor pa’ tras y que se repita la elección.
 
Ya vimos y oímos los choapenses qué municiones traen el PRI, el PRD y el PAN, cómo suena su metralleta electoral, cuántas promesas por realizar y cómo van a salvar a Las Choapas.
 
Ya sabemos lo que representa Miguel Tronco, más de lo mismo del desastre que hizo su hermano el diputado Calígula, Renato, pues si el emperador romano hizo cónsul a su caballo, por qué no llegar sobre un corcel negro azabache a la Legislatura, aunque se ría medio Veracruz con tal payasada.
 
De los Tronco ya tenemos la pinta de qué tan grande es su ambición y cómo enriquecerse con el presupuesto sin pensar en las consecuencias legales.
 
De Marco Estrada ya sabemos que perredista no es aunque se ponga la playera amarilla y grite “Peje, Peje, acabemos con Tele-risa y su títere con copete”. Marcos es priista de siempre y sólo porque no le dieron la candidatura se abrió del PRI. Pero, como quiera, es una opción para cambiar de aires y que vuelva todo a la normalidad.
 
Tronco y Estrada ya andan calientes por contender de nuevo. Visitan ejidos y colonias, ahí donde el voto no les favoreció. Falta lo que diga el Trife nacional, donde está el último recurso de Renato para no llegar a la elección extraordinaria y que se confirme a Miguel Ángel, su hermano, en la alcaldía.
 
Ellos hacen precampaña y el pueblo debiera también hacer su reflexión. Ante las nuevas elecciones, es obvio e inevitable que el pueblo vote en contra de quienes ya lo hartaron; que haya una exigencia a que cumplan sus promesas de campaña; que el voto no sea un cheque en blanco.
 
Si se llevan a cabo las nuevas elecciones, gane quién gane enfrentará a una sociedad que está cambiando y se está moviendo y que se vuelve representativa de la lucha por la democracia en el estado.
 
Las Choapas es un ejemplo de lucha. Aquí se impuso el pueblo. No se dejó ensartar por los caprichos del gobernador Javier Duarte y por las truculencias del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán. Aquí no pasó el fraude. Se documentó la suciedad de los órganos electorales y se cayó la elección. Pero el futuro de Las Choapas va más allá de una jornada electoral.
 
Debe quedarnos claro lo que está en juego. De los Tronco ya sabemos todo. De Marco Estrada, no. Marco es un enigma. No lo hemos visto gobernar. Se le oye hablar, prometer, decir, pero hasta ahí.
 
¿Es el salvador de Las Choapas? Sólo él lo sabe. Es de reconocerse que se haya salido del PRI y que dé la batalla desde el PRD, pero va a ser un héroe si hace realidad sus promesas de campaña, si responde a las exigencias de la sociedad, si mantiene la congruencia, si le aguanta el ritmo al pueblo.
 
Las Choapas ya demostró que está más allá de sus políticos; que les rompe la madona si se pasan de lanzas; que repudia a los corruptos; que manda al carajo a quienes lo reprimen.
 
Marco Estrada no es un santo ni tampoco un diablo, tampoco es un héroe ni un salvador, ni será parte del equipo de los buenos hasta que lo demuestre con hechos. Será un salvador si le cumple a los choapenses, si convence y si se somete al mandato de una sociedad como la de Las Choapas que sabe exigir y sabe castigar.
 
 
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