De Don Pedro unos dicen que es bonachón y otros dicen que es prepotente. A unos los quema en leña verde y cuando él es el señalado, hasta se pone a llorar.

A don Pedro le apodan Pedro El Malo y por algo será. Dicen que no es malo, que es requetemalo. Que a todos les exige cuentas pero las de él no le cuadran. Hoy está en el ojo del huracán. Si se mueve se pone a volar.

Don Pedro Balcázar tiene un broncón del tamaño del mundo. Dice que se tomó unos medicamentos, que le provocaron sueño y que estando dormido, le robaron. Los ladrones se llevaron 420 mil pesos en efectivo y más de 2 millones en documentos, que no eran de don Pedro sino del Departamento de Jubilados Petroleros de la Sección 26, de la caja de ahorros y préstamos “Gonzalo Lezama Balcázar”, donde él es el tesorero.

Eso es lo que él cuenta. Lo que la gente dice es que se puso una guarapeta y que quienes le robaron el dinero de los socios jubilados eran sus compañeros de parranda.

Otros, que son más mal pensados que yo, dicen que es auto robo. O sea, que don Pedro se hace la víctima pero que nadie entró a su casa, que él se tomó unos alcoholes y el dios Baco le habló al oído y le aconsejó que desapareciera el dinero que tenía bajo su custodia.

Y es que 420  mil pesos son 420 mil pesos.

Don Pedro Balcázar pasó por el Ministerio Público; fue a denunciar el robo —o el auto robo, como usted quiera verlo mejor—. Ahí le encontraron que tenía “resaca”, según el dictamen del médico legista; o sea estuvo bebiendo licor o cerveza. Él dice que no, que no tomó. Su esposa lo respalda; que lo que tomó fueron sus medicinas y que son tan fuertes que lo duermen. “Estaba borracho de medicamentos”, señala él. Sólo falta que nos diga que se encuetó con rompope o con nanche curtido.

Lo cañón es que alguien tiene que responder por los 420 mil pesos que no son del Departamento de Jubilados sino de sus integrantes. Son sus cuotas y es dinero que entre todos aportaron.

Nadie se explica por qué los ladrones sabían dónde tenía don Pedro Balcázar el maletín con el dinero en efectivo y los documentos, debajo de su cama. Hasta ahí fueron, lo tomaron y se largaron. Dejaron otros objetos de valor.

El líder de los jubilados, Miguel Ángel Gómez Alafita, sostiene que es común que se tenga a la mano 420 mil pesos para eventualidades, el pago posmortem, cuando ocurre un fallecimiento en fin de semana y no hay bancos disponibles.

Los jubilados no se la creen. ¿Qué sepelio o gasto eventual cuesta 420 mil pesos? Dicen que aquí hay gato encerrado y que con el supuesto robo alguien se va a quedar con el dinero de su organización.

Don Pedro fue requerido. Lo llamaron a cuentas y terminó llorando e implorando que si tiene que pagar, que cuando menos le dejen lo de su comida del mes.

Don Pedro Balcázar es masón. Sus compañeros masones son quienes más lo defienden, pero la historia que cuenta está más loca que los montajes de Laura Bozzo. No se las cree ni el que las escribió.

Para Pedro Balcázar la culpa del escándalo es de la prensa, porque publicaron que estuvo tomando y luego ocurrió el robo. Seguro se le olvidó que a la policía le dijo que tuvo reunión y que se echó sus alipuses hasta las dos de la mañana. Al día siguiente encontró la puerta de la casa abierta y ni señas del dinero.

La responsabilidad, en todo caso, con parranda o sin ella, es suya. Porque eso de tener casi medio millón de pesos debajo del colchón, sólo se le pudo ocurrir a Pedro El Malo.

Échele la culpa a la prensa, échele la culpa a las medicinas, échele la culpa a las sirvientas, échele la culpa a los familiares, pero lo que los jubilados quieren es su dinero, no pretextos, no justificaciones, no excusas.

Don Pedro Balcázar era de los que quemaba en leña verde a otros dirigentes, y ahora, señalado de perder 420 mil pesos, lo único que se le ocurre es ponerse a llorar.

A ver con qué sale en la próxima asamblea donde tendrá que someterse a la decisión de la asamblea, en tanto que las autoridades judiciales resuelvan el misterioso robo de los 420 mil.

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