Denme chance y les cuento. Hay empleados que se pasan de confianzudos. Los hay que hablan de más. Les place entrometerse en todo. Se proyectan cuando se les suben a las barbas al patrón. Pero una cosa es que se pasen de igualados y otra el abuso y la mala fe.
 
Así ocurre en Agua Dulce, donde hay empleadas municipales que se sienten más que el alcalde y ni qué decir que los regidores.
 
Un hecho, un botón de muestra, es el del conflicto de un grupo de vendedores del Parque Libertad, que llevaran ante el regidor Julio César Morales Castillo, que dejó a la vista que ese edil no sabe dónde está parado o de plano que existe una mafia de empleados que son quienes realmente gobiernan a Agua Dulce.
 
Llegaron a resolver una disputa. Se presentaron ante él. Le dijeron que conforman la Unión de Comerciantes en Pequeño del Parque Libertad. Le explicaron que el ayuntamiento expidió un permiso a un vendedor, Santos Ramírez Trinidad, que tiene dos giros: autos eléctricos e inflables, y que eso afecta a una de las agremiadas, que también tiene carritos eléctricos, pues es competencia desleal.
 
Morales Castillo le dio una salida “salomónica”: el comerciante con dos giros quedaría sólo con el de inflables. Así no sería competencia para la otra socia de la Unión.
 
Parecía que todo había quedado en orden, pero no. El comerciante del conflicto acudió a su palanca, una secretaria del ayuntamiento que de inmediato fue a cabildear con el regidor. Se habla de una relación sentimental de por medio, que es lo que provoca que haya favoritismo en la expedición de los permisos a los vendedores. Ojo: tráfico de influencias.
 
Al percatarse de esto la prensa, lo apretó. El regidor Morales Castillo señaló que ese asunto no le atañe a los periodistas, que es un conflicto interno entre los comerciantes. Y ahí demostró que está jodido. Punto uno: si hay permisos que otorga la autoridad, y que generan problemas en un gremio, es asunto público y sí le atañe a la prensa.
 
Ya en ese plan, al regidor le llovió en su milpa. La prensa lo cuestionó sobre un permiso otorgado a un vendedor con un hijo invidente. No atinaba el edil a responder porque simplemente no sabía de cuánto era la cuota mínima anual. Decía que eran 100 o 200 pesos, y terminó diciendo que eran “como 100” cuando la determinación final había sido de 200 pesos.
 
Para entonces una secretaria y la auxiliar del área de Ingresos, Brenda de la Cruz Zárate, ya se habían posesionado del escenario. El regidor, que era el entrevistado, ya ni hablaba. La empleada reclamaba a los reporteros gráficos por qué captaban imágenes de algunos documentos se hallaban sobre el escritorio. Punto dos: los documentos oficiales son del dominio público.
 
Brenda de la Cruz Zárate encaraba a la prensa. Decía que para qué querían saber el monto de los permisos otorgados por el ayuntamiento de Agua Dulce. Al par de igualadas sólo les faltó correr a la prensa del recinto municipal y remitirlos a la policía por ultrajes a la autoridad.
 
Semejante prepotencia sólo se puede ver en contados lugares. Agua Dulce es uno de ellos. Que una empleada de escritorio interrumpa una entrevista, que deje callado a un edil, que mande a la prensa a volar, es como para que el alcalde Daniel Martínez regrese de su nube y meta al orden al par de verduleras.
 
Pobre diablo del regidor. Ni sabe para qué está ahí ni tiene autoridad moral. Sacúdanlo, despiértenlo, díganle que él, aunque no lo parezca, es autoridad. Que alguien lo saque de su confusión: el cabildo es la máxima autoridad en un municipio y él, como regidor, es parte del cuerpo edilicio.
 
¿O será que no tiene ni remota idea de lo que son sus funciones? ¿O se le olvidó que fue el pueblo quien lo eligió y que, por lo tanto, es un empleado al servicio de la sociedad, y no de un par de zarrapastrosas que lo evidencian y lo ridiculizan con sus desplantes?
 
No es la primera ocasión en que personal de esta administración municipal actúa así, con aires de prepotencia, con despotismo, pretensiosas, con tendencia al influyentismo, olvidando que están ahí sólo de manera temporal y al servicio de los hidrómilos, y no de sus intereses personales.
 
Qué espectáculo y qué lección. Que insignificante regidor, sometido por dos igualadas que actúan como mafiosas, que creen que el ayuntamiento de Agua Dulce es suyo. Qué manera tan pinche de actuar.

 

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