Se los dije. Y eso que no soy Harry Potter. No adivino, pero sí percibo e intuyo. La Mapacha, Erika Reyes Escobar, todo un costal de mañas, la iba a hacer y la hizo: ensució la elección de agentes municipales. Y en respuesta, el tribunal electoral la volvió a reventar.
 
Metió las manos la señora y echó a perder el proceso. Ella como representante del Congreso de Veracruz, o sea la mano de Renato Tronco, y Anabel Aguilar Morales como presidenta de la Junta Municipal Electoral, pero ambas ensuciando la decisión de la sociedad.
 
Estaba cantado que el fraude no podía faltar. Sabiendo cómo se las gasta Erika, alias La Mapacha, aplicaron el “ratón loco”, ocultaron las listas de electores, mandaron a todo mundo a votar en lugares donde no habían acudido en otros procesos y la alquimia se encargaría de lo demás. Así fue la jornada electoral en la congregación Huapacalito.
 
Y cuando ya habían impuesto a la candidata tronquista, la ignorante de Anabel se hizo la occisa con las impugnaciones. Se negó a recibirlas y “háganle como quieran”, repetía la muy arbitraria porque ahí, donde ella estaba parada sólo sus chicharrones tronaban. O eso creía.
 
Y que le toman la palabra. Le hicieron como quisieron. Herminia Correa Hernández, la candidata agraviada, se fue al Tribunal Electoral del Estado de Veracruz (TEEV) y ahí valió Anabel, pues la resolución fue que invalida la elección justamente porque Anabelita creía que organizar una elección era jugar a las matatenas y al palo encebado y que los derechos políticos de los ciudadanos nomás no existían.
 
Allá resolvieron que su incapacidad para organizar la elección provocó falta de certeza, seguridad y transparencia, pues es una soberana burrada llevar a cabo ese proceso sin las listas nominales de electores, por lo que no se podía constatar si el votante tenía derecho a emitir su sufragio en la casilla a la que acudía y sin la seguridad de que hubo personas que votaron en más de una ocasión.
 
Ahí, en el tribunal, esgrimieron que los dos funcionarios que presidieron las casillas eran inelegibles, pues no pertenecían a la sección electoral de Huapacalito, lo que es causa de nulidad, además de ser adultos mayores de más de 70 años.
 
Una anomalía más fue que se hubieran impreso sólo 500 boletas por casilla cuando se tenía un registro de 680 posibles electores.
 
Anabel Aguilar, la intransigente, hizo otra más: se negó a recibir la impugnación de Herminia Correa Hernández, la contendiente que se sintió robada. Y eso también es delito electoral.
 
Anabel le violó su derecho a presentar las pruebas que demostraban que hubo irregularidades, que hubo cochupo, que hubo prácticas fraudulentas. La tipa se cerró y creyó que ahí daba por concluido el proceso.
 
Pero el tribunal le dio la vuelta al caso. Echó abajo la elección y con ello invalidó el triunfo de Sonia de Dios Vázquez, identificada con el diputado Renato Tronco, igual que lo son Erika, La Mapacha, y Anabel Aguilar.
 
Esto, insisto, no es cosa de magos ni de gitanos. Es cuestión de sentido común, de observar las leyes, de entender que Las Choapas está siendo vigilado al máximo por los fraudes que se vienen dando.
 
Y si se cayó la alcaldía por un fraude, cómo no se iba a caer la de agente municipal de Huapacalito que fue igual de burda. Y por las mismas anda la de la colonia J. Mario Rosado.
 
Por lo pronto, le dieron pa’ tras a La Mapacha.
 
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