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Juan Ciudadano

Los Gobernados

El túnel de Alí Babá

09/05/2014 09:07 a.m.
Al final del túnel —y al principio, en medio, en cada elemento y en cada carril— no hay luz, pero sí corrupción.
 
El túnel sumergido de Coatzacoalcos es algo más que una proeza de ingeniería.
 
Es saqueo, caja chica de políticos, recurso para financiar campañas electorales y también, también, para el bolsillo de los funcionarios.
 
Eso lo sabíamos todos. Ahora lo dice el secretario de Infraestructura y Obra Pública, Gerardo Buganza Salmerón. Dice que se duplicó el costo y que la empresa concesionaria se pasó de berenjena, que no puso su 60 por ciento de inversión, que modificó los términos del contrato, que le dieron millones de más del fideicomiso para financiar el proyecto.
 
Buganza fue la figura en el Congreso de Veracruz.
 
Fue a explicar por qué el túnel sumergido de Coatzacoalcos está estancado. Hizo teatro.
 
Soltó sus frases religiosas.
 
Que sean hombres de fe y que le tengan fe. Y los diputados se la pasaron de rechupete, divertidísimos, porque sólo faltó que el secretario se pusiera la sotana y les oficiara una misa.
 
Nada nuevo dijo Buganza. Ya antes, en múltiples entrevistas, en comunicados de prensa, había expresado que se habían interpuesto las denuncias correspondientes contra las empresas que conforman el consorcio COTUCO (Concesionaria del Túnel de Coatzacoalcos).
 
Y fue reafirmarlo.
 
El piadoso Buganza no fue tan piadoso. Cuando menos no fue indulgente ni misericordioso. Les dijo a los de CABSA, Concesiones Viales, Matrix Concesiones, Obras Portuarias de Coatzacoalcos y la española FFC que cobraron por trabajos no realizados.
Y también responsabilizó a los ex secretarios de Comunicaciones, Marcos Theurel, José Guillermo Herrera y Raúl Zarrabal, que hicieron pagos que no se justificaron.
 
Sor Buganza es medio estirado y hasta sangre pesada, pero no se echó pa’ tras. Se llevó entre las patas a los gobiernos de Miguel Alemán y Fidel Herrera.
 
Les llamó a las constructoras “bribones” y que están sujetos a investigación por las denuncias penales que les presentó.
 
El túnel está estancado. Nadie da golpe.
 
Las constructoras dicen que les paguen trabajos atrasados; Buganza asegura que ya cobraron y hasta de más. Iba a costar 2 mil 65 millones de pesos y se llevan invertidos 4 mil 912 millones.
 
Y dice que va a recuperar 2 mil millones. ¿Cómo? Quizá invocando a toda la corte celestial o prendiéndole unas veladoras a San Judas Tadeo.
 
Pero algo le faltó a Buganza. Llama bribones a los de las constructoras pero no a Alemán y Fidel. Y el asunto está ahí. Los que permiten que el túnel sumergido sea una verdadera cueva de Alí Babá, son los políticos.
 
Ellos tienen la capacidad de decir contrátese a una constructora o no; ellos tienen la decisión de pagar por trabajos realizados o no; ellos tienen en sus manos la suerte de un proyecto millonario o no.
 
El túnel de Alí Babá está a la vista de todos.
 
Robaron los constructores y robaron los políticos.
 
Buganza fue a decir al Congreso que los concesionarios no aportaron su 60 por ciento y que eso lo tuvo que aportar el gobierno, pero no acusa a quien permitió esa anomalía.
 
 ¿Fue Alemán, fue Fidel, fue Duarte?  ¿O fueron los tres?
Buganza dice que le pagaron de más a los constructores, que les pagaron por trabajos no realizados, ¿Y quién ordenó esos pagos? ¿Alemán, Fidel, Duarte?
El túnel sumergido de Coatzacoalcos es un saqueo.
 
Buganza lo viene demostrando. Le echa la culpa a los constructores y a tres secretarios de Comunicaciones y a sus respectivos funcionarios menores.
 
 ¿Pero les pagaron por sus pistolas, a espaldas de los gobernadores? Obviamente que no.
 
En Veracruz, nada se mueve, nada se saca de las arcas públicas sin la voluntad del gobernador en turno.
 
Alemán, Fidel y Duarte tienen las manos metidas en el gran robo que ha significado el túnel sumergido. Todo Veracruz sabe cómo actúan los políticos. Usan los presupuestos para su provecho personal, para financiar campañas políticas, para pagarle a la prensa que les aplaude todo, para comprar a los partidos de oposición.
 
Yo, y usted y usted, sabemos que el túnel ha servido para enriquecer a unos cuantos; que Alemán, Fidel y Duarte tienen mucho que explicar; que hay por lo menos 2  mil millones de pesos perdidos, pagados ilegalmente, cobrados por las constructoras con la bendición de los gobernadores y quizá una parte de ellos reciclados a las cuentas de esos gobernadores.
Al final del túnel de Alí Babá no hay luz; lo que hay es corrupción.
 
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