Dicen que el sur de Veracruz es un cementerio. Que aquí lo que sobran son las fosas clandestinas. Que las usan los criminales y también la policía. Que en los ranchos y en los ejidos hay gente sepultada. Y que lo sabe la autoridad pero no hace nada.
 
No, no es un rap. No es la letra de una canción. Es lo que está ocurriendo en Las Choapas, Agua Dulce, Coatzacoalcos, donde todo el tiempo aparecen cuerpos, la mayoría con huellas de tortura, algunos mutilados y hasta con el tiro de gracia.
 
El penúltimo hallazgo nos conmocionó a todos. Hubo tres personas halladas el lunes 14 de abril, en fosas clandestinas, donde había dos varones y al parecer una mujer, en un predio de la calle Canuto de la colonia Naranjal II, cerca del Activo Cinco Presidentes, en Agua Dulce.
 
De dos de las fosas sobresalían partes de los cuerpos. Se supo del hecho por una llamada anónima y la zona fue resguardada por elementos del Ejército Mexicano y la Marina Armada. La mujer no tenía cabeza.
 
El último ocurrió en el ejido Guillermo Prieto, de Coatzacoalcos, en los límites con Agua Dulce, este martes 13. En este caso son dos varones, a quienes nadie reconoce y seguro que irán a parar a la fosa común.
 
Yo, que soy un suspicaz, o sea que sospecho de todo, lo que veo es que las autoridades judiciales saben qué hay detrás de todo pero se hacen las occisas. Y si no, pregúntenle a los reporteros policíacos, que escriben que todo se investiga en lo oscurito y hay un gran hermetismo, o sea, no sueltan prenda, no dicen quién pudiera ser el autor intelectual y los autores materiales.
 
Y aquí les va mi inquietud. Los cuerpos han venido siendo hallados después que se encontró el del periodista Gregorio Jiménez de la Cruz, en la colonia J. Mario Rosado, en Las Choapas, el 11 de febrero.
 
Esos días fueron de terror. La Agencia Veracruzana de Investigaciones y Seguridad Pública del Estado realizaron redadas. Levantaron a muchos y los torturaron para que dijeran qué sabían sobre el periodista. Unos pudieron regresar y a otros simplemente se los llevaron, siendo inocentes.
 
Después salió el procurador con el cuento de que en un camino cercano a la autopista Isla-Acayucan, dos patrullas se encontraron con los vehículos en que llevaban a los desaparecidos. Que los plagiarios se olvidaron de ellos y se fugaron. Y así los pudieron liberar. Y allá el pendejo que se los crea.
 
Cuando aparecieron aquellos choapenses, faltaron algunos otros de los que hasta hoy no se sabe nada. Los que sufrimos sospechosismo, pensamos que entre los últimos sepultados en fosas clandestinas deben estar ellos.
 
¿Y por qué se los digo? Por la actitud de las autoridades judiciales. No sueltan datos. Se reservan la información. Excluyen a la prensa de sus investigaciones como si los cuerpos hallados fueran de algún personaje importante. Y después dicen que nadie los reclama y que por ello van a ir a dar a la fosa común.
 
Lo canijo es que casi todos los sepultados tienen huellas de tortura, el tiro de gracia y algunos de ellos están mutilados, descabezados. Por lo menos eso es lo que se dice de una mujer hallada en caso de la calle Canuto, en Agua Dulce.
 
En abril, cuando se supo de las tres fosas, los agentes ministeriales actuaron de manera sospechosa, ocultando todo. A Goyo Jiménez lo levantaron en febrero, a la gente la desaparecieron unos días después los de la AVI y en abril aparecieron los primeros cuerpos sin que se dieran detalles sobre ellos.
 
Este martes aparecieron otros dos, en el ejido Guillermo Prieto. Dicen que presentaban avanzado estado de descomposición y que eso complicaba su identificación. O lo que es lo mismo, ahí están los muertos pero que no se sepa quiénes eran.
 
A mí no me la pegan. Y muchos de mis lectores tampoco. La policía se trae algo entre manos. Existen sospechas que los muertos que van apareciendo fueron parte de las redadas que desató la AVI y la policía estatal por el levantón del periodista Gregorio Jiménez.
 
Ya les dieron la paz de los sepulcros. Ya los habían desaparecido. Pero como una llamada anónima alertó sobre las fosas clandestinas, tuvieron que ir y desenterrar los cuerpos. Y ahí enmudecieron. Actuaron, como dicen los reporteros policíacos, con total hermetismo.
 
¿Y uno se pregunta que tratan de ocultar?
 
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