Pues mire que chingón me resultó el gober. Arregla el conflicto por el bloqueo a la presa Yuribia con otro costal de promesas y mentiras; destina 17 millones de pesos al Festival Internacional de la Salsa cuando lo que le gente quiere es agua, y para acondicionar el escenario barren con las dunas de la zona costera de Coatzacoalcos.

A eso yo le llamo mal gobierno. A eso yo le llamo gobernar con la patas. A eso yo le digo no tener ni un poquititito de sentido común.

El rezago social ahí sigue. Javier Duarte hizo llegar a sus operadores a la sierra. Los puso a dialogar con los líderes campesinos. Les volvieron a decir que ahora sí se cumple la minuta firmada el 4 de abril y los campesinos se dieron por bien servidos. Lo que es el poder de la demagogia, la mente débil y las ganas de creer.

Y ora sí que el mundo anda volteado. Los campesinos llevan más de 20 años sometidos a engaños, a promesas de desarrollo que no les cumplen, a ofrecimientos de caminos y puentes, escuelas y la ribera de los ríos reforestadas que tampoco han visto hechas realidad. Y deciden darle otro voto de confianza al gobierno de Veracruz.

Con solo unas palabras ese rezago social no se alivia. Los políticos les siguen dando promesas a la gente que protesta y la gente les cree. Y al medio millón de habitantes de Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque que demandan agua en sus casas, en sus negocios, en hospitales, en escuelas, en hoteles y restaurantes, les dan pipas un par de veces a la semana que sólo les duran unas cuantas horas.

Eso es un insulto. Javier Duarte, administrador de los recursos de los veracruzanos, despilfarra, en cambio, 17 millones en el Festival Internacional de la Salsa. O sea, Veracruz sin dinero y el poco que hay se va en un evento para el destrampe, para el baile, para el chupe, para el ligue y hasta para echarse una que otra cochinada debajo de las gradas.

Qué desastre de gobernador y qué desastre de pueblo. La sociedad demanda agua, que se abra el grifo y salga agua, que la señora pueda lavar la ropa, que los niños ya no se bañen a jicarazos, que las operaciones y las diálisis ya no se suspendan en los hospitales, que los baños de los restaurantes estén limpios, y lo único que tiene en su cabecita Javier Duarte es echar 17 millones de pesos a la basura, en fiesta y cheve, bajo las notas de Marc Anthony, el ex de JLo, o sea Jennifer López pa’ los cuates.

Y lo peor es qulouis parte del pueblo ve la tempestad y no se hinca. Ahí van como borregos, hacen fila, se asolean un rato para que les den sus boletos pa’l Festival Internacional de la Salsa. Que van a ser 100 mil asistentes, algunos de fuera y casi todos de la región, principalmente de Coatza, a los que poco les importa que el agua no se dé una vueltecita por sus hogares porque a estas alturas todavía siguen reparando las fugas y los desperfectos ocasionados por falta de mantenimiento y también por el sabotaje de los campesinos.

Son más de 17 millones de pesos para un evento de dos días. Y nada, ni un centavo, para enfrentar la sequía que comienza a hacerse sentir. La Comisión Nacional del Agua ya lo advierte. La zona sur del país va a sufrir por falta de agua, a diferencia de la zona norte. Y en el caso del sur de Veracruz, el asunto se va a poner como desierto. Si no llueve en junio y julio, la escasez de agua se trasladará a los siguientes meses y las presas no podrán abastecer a las poblaciones, y los mantos freáticos disminuirán. Estos son síntomas de una catástrofe que se avecina. Pero mientras hay que bailar salsa o por lo menos mover el bote al ritmo que sea.

La sequía viene en grande y eso va a afectar los cultivos. Y sin agua se van a secar los campos. Y sin pastura, el ganado no tendrá qué comer. O sea, el ciclo económico se verá entorpecido; habrá menos alimentos; los ganaderos y campesinos entrarán en crisis. Pero eso sí, hay que bailar salsa.

No termina ahí la cosa. El mentado festival es una obsesión para Javier Duarte. Se tiene que realizar y superar las ediciones efectuadas en Boca del Río, y así darle en las muelas Miguel Ángel Yunes Márquez y a su papá, que esperan que el evento de Coatzacoalcos sea un fracaso y así que el gobernador pague por sus errores políticos y su manera de gobernar con las tripas.
 
Duarte no cuidó siquiera el aspecto ecológico. Para instalar el escenario donde se realizará el estival Internacional de la Salsa, provocó un daño ecológico irreparable. Una franja de dunas fue materialmente arrasada a la altura de la colonia El Tesoro, en lo que será la zona VIP, la de los ricardos, la de los pudientes, la de los recomendados del gobernador y el alcalde Joaquín Caballero.

Ahí trabajan las retroexcavadoras de Obras Públicas Municipales, a marchas forzadas, sin reparar en el daño ecológico. Lo mismo hacen del lado de la playa, donde han rellenado para que ahí se instalen los restaurantes y otros negocios, todo a ambos costados del malecón costero.

Y a todo esto uno se pregunta: ¿Y SEMARNAT qué onda? ¿Y PROFEPA en qué mundo anda? El gobierno federal, a través de sus instancias ambientales, se está haciendo pendejito mientras el daño ecológico está a la vista de todos. Las dunas son protecciones naturales y están protegidas por ley. Pero en Coatzacoalcos, con tal de que el gobernador se salga con la suya, los encargados de velar por su cuidado se coluden.

Qué pena dan. Los campesinos le creen sus nuevas promesas al gobierno; el gobierno suscribe minutas que no va a cumplir; el pueblo reclama agua y se conforma con festivales de salsa; el alcalde Joaquín Caballero destruye dunas; SEMANAT y PROFEPA se prestan al daño ecológico, y 17 millones se tiran a la basura cuando lo que debe cuidarse es el agua por la sequía que está por llegar.

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