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Juan Ciudadano

Los Gobernados

¿Y después del Festival de la Salsa, qué?

26/05/2014 11:24 a.m.
La salsa, el baile, el ritmo, la cheve, el éxtasis, y luego qué.
Tantos dimes y diretes sobre el Festival Internacional de la Salsa en Coatzacoalcos, la diversión de a grapas, los negocios para un grupo de privilegiados, los hoteleros felices, los funcionarios municipales y estatales igual, y a partir de hoy el regreso a la realidad.
 
Oír a los astros de la salsa está de pelos. Eso que ni qué. Y digo oír porque la mayoría no alcanzó a verlos mas que en pantallas, que es como comprarse un DVD y echarlo a andar en la sala de la casa.
 
O lo que es lo mismo, estar ahí, en el salsódromo, sólo por el gusto de estar.
 
Que si Marco Antonio, o sea Marc Anthony, está mas flaco que lo que se ve en la tele; que si canta chingón; que si le hace falta su JLo, la Jennifer López, que lo dejó desde que hizo aquel promocional con William Levy y hubo flechazo; que si Óscar de León siegue siendo un virtuoso; que si Luis Enrique se las trae con su “Yo no sé mañana”.
 
La música estuvo de excelencia. La diversión gratuita también.
 
O que si la crítica al festival fue justa porque a fin de cuentas, al pueblo lo dejaron en gayola y poco es lo que pudo ver, aunque hubo algunos que se pusieron las pilas y comenzaron a raspar suela y a sudar la gota gorda, salseando como locos, arrancando los aplausos, y todos, todos, llenos de la mexicana alegría porque para eso son estos aquelarres musicales, para sacar el estrés y olvidarse de qué jodida está la vida.
 
Y hoy, cuando la cruda hace su efecto, ¿qué onda?
Hoy hay que volver a pensar que no todo es baile. Le dieron en la madrecita a las dunas del malecón de Coatza cuando armaron el escenario.
 
Acabaron con los médanos porque las instalaciones del salsódromo lo exigían, ante la pasividad de las autoridades ambientales, los de PROFEPA, que son ultraestrictos con el pueblo, con los dueños de los predios que quieren extraer arena, pero al ayuntamiento le perdonan hasta delitos que son de orden federal.
 
¿Le sirvió de algo al pueblo estos cuatro días dedicados a la salseada?
Le sirvió a los hoteleros, a los del Terranova, a los del Fiesta Inn, a los del One, a los del NH, a los del Varadero, a los Enríquez.
 
Pero sobre todo a los de los moteles que tuvieron ocupación al 100 por ciento, al Casa Blanca, al Vaiven, al Berenice, al Privilege, al Niza, al La Hacienda, pues después de la cantada y la bailada, ya entrados en copas, los chavos quisieron ir vaciar su amor en las carnes de su pareja.
 
Le sirvió a las empresas cerveceras, la Modelo, la Superior, la Tecate, que vendieron miles de galones de sus respectivas marcas, pues a quién le sabe una salseada si no hay alcohol que te ponga loco.
 
Le fue bien a los que contrataron los artistas, o sea los del gobierno del estado, que traen Marc Anthony por 10 millones y dicen que les costó 12; o le pagan a Luis Enrique 3 millones y dicen que cobró 5; o acuerdan con Óscar de León 2 millones y dicen que exigió 4. Y así se van forjando los nuevo millonarios en Veracruz.
 
¿Valió la pena el Festival Internacional del Mar cuando Coatzacoalcos sigue atrapado en sus carencias, en la falta de servicios, en las grandes necesidades, en el abandono en que lo tienen las autoridades municipales y la falta de respaldo del gobierno de Veracruz?
¿Valió la pena un evento salsero de tantos millones —unos dicen que 40 melones y otros que más— cuando la ciudad está a expensas de los conflictos con los habitantes de Tatahuicapan y los maestros que cuando quieren van y les cierran las válvulas a la presa Yuribia y los dejan sin una gota de agua?
¿Valió la pena cuando Coatzacoalcos sigue teniendo fuertes problemas de desempleo o de empleo mal pagado, y las promesas de fuertes inversiones van y vienen pero no aterrizan?
¿Valió la pena cuando Coatzacoalcos es rehén de los narcos, de los extorsionadores, de los asaltantes de casas, autos, personas, comercios, y todos los días hay hechos de sangre, levantados, desaparecidos, niñas prostituidas, jóvenes integrados a las filas de los traficantes de droga, mientras las autoridades, el alcalde Joaquín Caballero Rosiñol, el gobernador Javier Duarte, su esposa Karime Macías, Marcelo Montiel, Roberto Chagra, los líderes petroleros, los empresarios, todos prefieren perder el tiempo, cantar, bailar, cuando al pueblo se lo está llevando la chingada.
 
A esto del Festival Internacional de la Salsa, yo le llamo despilfarro y circo.
 
La sociedad es entretenida en un evento gratuito.
 
Los llevan acarreados, les regalan el boleto y les dan de comer; sólo ponen pa’ las cheves.
 
Y mientras unos bailan, los políticos hacen su agosto, lucran con el evento, otorgan permisos para la venta de chucherías en las calles cercanas al escenario, y son el puente de los proveedores y los organizadores del festejo.
 
Hoy comienza la vuelta a la realidad. Los ciudadanos despiertan. Se acabó la fiesta.
 
Y llega la cruda. Los problemas siguen. No hay quien los resuelva. El agua sigue escaseando.
 
 Las colonias carecen de servicios. Sobran políticos y falta autoridad.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])
 

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