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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Los ángeles de la muerte

04/06/2014 10:14 a.m.
Que se lleven a tus hijos, que los desaparezcan, que los torturen, que uno regrese y el otro no, y que éste sea hallado en una fosa clandestina, simplemente no tiene nombre.
 
Es como morir en vida. Es un tormento para una madre y es una injusticia.
 
Eso le está ocurriendo a Amalia Castellanos García, quien vive una pesadilla, con un hijo que sobrevivió a las golpizas de quienes se lo llevaron, y a los toques eléctricos, y al asedio psicológico, pero su otro hijo no.
 
A Juan Armando Contreras Castellanos lo mataron. Lo encontraron en una fosa, en el rancho Bronce, en el camino que va de El Chapo a Túnel, en el municipio de Ixhuatlán del Sureste.
 
Estaba torturado, golpeadísimo y dicen los médicos que murió asfixiado, seguro porque le colocaban la bolsa de plástico para hablara, para que cantara, como dicen en el medio policíaco.
 
Ya la historia de ellos es un escándalo en Las Choapas. Y yo diría que en el sur de Veracruz. Han vuelto los ángeles de la muerte. Llegan a las casas. Se llevan a la gente.
 
Y no aparecen. O aparecen bien golpeados, como Santo Cristo Crucificado, como si les hubiera pasado un ferrocarril encima.
 
Juan Armando y un hermano estaban en su casa, en la colonia Chomberos. Ahí llegó el grupo armado, cuando eran como las 3 de la mañana, el miércoles 28 de mayo. Los sacaron con lujo de violencia y se los llevaron.
 
 Llegaron en tres camionetas y un vehículo Aveo, color blanco, tapándole los logotipos, los emblemas de las corporaciones policíacas, según los familiares y otros testigos.
 
El hermano y otro “levantado” pasaron las de Caín. Aparecieron el viernes 30. Los dejaron allá por Las Palomas, cerca de Nuevo Teapa, rumbo a Coatzacoalcos. Tuvieron que caminar como 40 kilómetros hasta que una patrulla de la policía los recogió.
 
A PRESENCIA le contaron su historia: “Nos golpeaban con bate en la espalda, en las nalgas, en las piernas, todo tenemos morado casi a punto de reventar; aquí me pusieron unas esposas (muestra una herida en la muñeca derecha).
 
Sentí morirme cuando me pusieron una bolsa en la cabeza, no podía respirar”.
 
Y mostraban la espalda, con las marcas de los golpes, los batazos, la piel enrojecida.
 
En la cara tienen los rastros de la tortura: un ojo hinchado, casi cerrado, y entre las cejas la quemadura producida por la “chicharra” con la que le daban toques eléctricos.
 
Dicen que podían escuchar a otros secuestrados, quejándose de dolor, en otra habitación, sufriendo la tortura física y la impotencia de no poderse defender.
 
“No somos delincuentes, no soy halcón, ni vendo droga ni me dedico al secuestro. Esto que hicieron conmigo y con mi hermano fue injusto. Mire como me dejaron”, decía el hermano de Juan Armando, sin saber aún cuál sería el desenlace.
 
Los tuvieron cerca de la carretera costera, la que va de Coatzacoalcos a Villahermosa, entre los municipios de Agua Dulce y Las Choapas, en una casa de seguridad, que se supone es de la policía estatal o de la Procuraduría de Veracruz.
 
El sábado apareció el cuerpo de Juan Armando Contreras Castellanos. Estaba en una fosa clandestina, en el rancho Bronce. Murió de asfixia y estaba muy golpeado. Tenía 33 años y nada que ver con la delincuencia.
 
Esta redada fue en las colonias Chomberos, Tiburoneros, Aviación, Anáhuac y La Sabana. Se llevaron a mucha gente. Fue igual que cuando andaban tras la pista del periodista Gregorio Jiménez de la Cruz, al que “levantaron” en Villa Allende y lo trajeron a Las Choapas, donde lo torturaron, lo decapitaron y lo sepultaron clandestinamente.
 
De los once secuestrados, aparecieron ocho y de los otros tres no se volvió a saber.
 
Los ángeles de la muerte hacen eso. La gente dice que es un grupo “antisecuestro” del gobierno de Veracruz, porque los sobrevivientes dicen que torturan a sus víctimas para que digan con quién trabajan, a quien le venden la droga y otras preguntas que son propias de la policía.
 
Estos ángeles de la muerte están sembrando el terror. Lo peor es que están matando a la gente.
 
Y la sepultan en fosas clandestinas para tapar sus crímenes. Y nadie les hace nada porque así actúa este gobierno.
 
Ellos son parte del gobierno. Y si el gobierno lo permite, o así lo instruye el secretario de Seguridad Pública o el procurador, entonces qué clase de gobierno tenemos los veracruzanos.
 
Matando gente inocente no se puede enfrentar a la delincuencia. Eso lo sabemos los del pueblo. Eso lo sabe la sociedad. Pero el gobierno así quiere actuar.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])

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