Vaya que si Gustavo Alarcón del Moral es vivo integrante del tronquismo. Despilfarrador, con vida de jeque y gustos de milloneta porque lo que viene fácil, fácil se va.
 
En cambio, es una nulidad con los recursos del erario, con el dinero del pueblo, que debió aplicar para atender las demandas sociales, los requerimientos de la sociedad, las necesidades mayores del municipio de Las Choapas.
 
Alarcón del Moral vive en otra galaxia. Resultó una joyita el tesorero de Tronco, el señor de los dineros del mal concejo municipal, pues se le ve por todas partes despilfarrando como si se hubiera sacado la lotería, el Melate, o si hubiera entrado a la Bolsa de Valores y de ahí hubiera salido más rico que Slim, Azcárraga o Salinas Pliego.
 
Gustavo Alarcón presume que tiene cartera grande y carros lujosos para él y “sus amigos”, cuando al municipio le falta todo y Las Choapas parece un campo minado, una zona de guerra, con calles destruidas, hoyancos, baches, avenidas deslavadas, zacatal crecido en los camellones, un abandono total y digno de la peor de las vergüenzas.
 
Don Gus —a este le tocó nombre de ratoncito de la Cenicienta— bota la lana en pleno mes de Hidalgo —que chifle a su maye el que deje algo— pues en dos semanas se acaba el concejo municipal y viene la era del PRD rojo en el poder.
 
Las Choapas está perdido. El abandono está por todas partes. Se puede ver y se puede palpar. Pero hay otro deterioro, más grave y más preocupante: el de tipo moral.
 
Los que se van, como Gustavo Alarcón del Moral, dejaron hecho un desastre Las Choapas. No hay dinero y nunca lo hubo en estos seis meses de administración —¿administración?— que fue como andar en el limbo, sin saber qué onda con el gobierno, despidiendo personal a lo pendejo, sin pagarles a los que cesaron, sin cubrir deudas pero, eso sí, presumiendo que el ayuntamiento de Las Choapas no deja deuda. ¿Que no? ¿Y los juicios laborales perdidos?
 
El tesorero se va pero deja la sombra de duda, la corrupción a la vista. A esos 40 trabajadores despedidos, como a otros muchos, les estuvieron descontando el 10 por ciento de su salario y ahora, con justa razón, lo reclaman. No fue una caja de ahorros para lo que sirvió ese dinero, ni un fondo de ahorro. Era un diezmo que estaban pagando los empleados por tener trabajo. Y luego los sacan, sin avisarles, sin decir agua va. Eso es corrupción y Alarcón del Moral está metido hasta el cuello esa jodedera.
 
Y mientras su gestión ha sido peor que mala, todavía hay que agradecerle al nefasto Gustavo Alarcón que supuestamente saque de su bolsa para cumplir con los compromisos de su desobligado patrón. ¿Puede un tesorero poner de su bolsa para cubrir pagos institucionales? Por supuesto que no. Y si así lo hizo, que lo apriete el Congreso de Veracruz.
 
Este concejo municipal es una extensión del tronquismo en el poder. Miguel Ángel Lendechy Ochoa es el brazo ejecutor de Renato, ya que no pudo imponer a su hermano Miguel Ángel Tronco Gómez como alcalde en la elección municipal de 2013 y no le dio el gobernador Javier Duarte la candidatura en la extraordinaria del 1 de junio.
 
Lendechy es Tronco y Alarcón es Tronco. Hacen lo que Renato dice y por eso Las Choapas está de su máuser.
 
Y como Gustavo Alarcón vio que Tronco traía camionetas de lujo y despilfarraba como todo loco con poder, entonces le dio también por presumir carros, pasear a “sus amigos” y llevar una vida, aunque fuera por el tiempo que estuvo sentado sobre los dineros de pueblo, de nuevo rico del pueblo.
 
Además de mano floja, don Gus Alarcón todavía presume que le puso de su cuenta personal para solventar algunos gastos del concejo municipal. Y dice que a los empleados despedidos no se les pudo pagar su última quincena ni su liquidación, porque no habían fondos en las arcas. Otros pagos se hicieron, supuestamente, con lana del nuevo jeque del tronquismo.
 
¿Pues cuánto dinero ha de tener el tesorero Alarcón como para prestarle al concejo municipal? ¿Es banquero? ¿Es un Slim? ¿Es un Azcárraga? ¿Es un Salinas Pliego? ¿Lo sabe el Congreso de Veracruz?
 
Que se ande paseando por la ciudad en carros de lujo y paseando a “sus amigos”, es una imprudencia. Volvemos al “gobierno rico, pueblo pobre”. Volvemos a “el pobre no ha de tener, y cuando tiene loco se quiere volver”.
 
Y es de entenderse. Si Renato lo hacía, cómo no iba a despilfarrar y exhibir riqueza Gustavo Alarcón.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])