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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Se van con la cola entre las patas

25/06/2014 09:35 a.m.
El tronquismo —lo que queda de esa fantasía lenguaraz— saldrá por la puerta de la vergüenza y la derrota, el desencanto de los suyos y el desprestigio, y sobre todo, con la pérdida de poder, pero con el consuelo de la impunidad a sus atropellos y crímenes, cuando menos por ahora.
 
El maquillaje con el que hacían sus obras y acciones se escurre escandalosamente. Dejan al descubierto sus mezquinos intereses y el saqueo con obras cobradas y documentadas con la mejor calidad, cuando en los hechos son una basura.
 
Pero si el tronquismo fue condenado a desaparecer, sin justicia contra sus tropelías, sin la justicia que reclama el pueblo, nos dejó como regalo de despedida un concejo municipal flojo, irresponsable y corrupto.
 
A la cabeza, Miguel Ángel Lendechy Ochoa. Le siguen el vocal primero, con funciones de síndico, Guadalupe Francisco Mendoza; vocal segundo, Imelda Aguirre Rayón; vocal tercero, Joel Sáenz Domínguez; vocal cuarto, Liliana María Velilla Muñoz; vocal quinto, Jorge Luis Ramos Sosa; vocal sexto, Yesenia Roldán Lagunes, y vocal séptimo, Agustín Escobar Torres.
 
De todos, lamentablemente, no se hacía uno. Y a la pruebas me remito.
 
A excepción de los dos últimos, Yesenia y Agustín, los demás —encabezados por Lendechy, el presidente de membrete— se distinguieron por su sumisión y fanatismo a quien hoy los ha dejado huérfanos y embarcados. O sea a Renato Tronco, el Ratón Vaquero.
 
La ciudad se les cae a pedazos. Los servicios faltan, son deficientes y son muestra del abandono. Las acciones de gobierno no se dieron. Las calles están rotas, llenas de baches, destruidas.
 
Y yo me pregunto —usted seguro también—: ¿Qué pex con Lendechy y sus inútiles?
Algunas omisiones no producen mas que malestar. Otras son graves.
 
 La del fin de semana es imperdonable. Ahí hay negligencia. Ahí se puede ver que el mal gobierno es antisocial, contrario pues a la sociedad.
 
Dígolo con hechos. El domingo se ahogó un joven en el río Tancochapa. Se tiró un clavado y ya no salió. Lo buscaban por todas partes. La desesperación de sus familiares y de sus amigos iba en aumento. Entonces decidieron llamar a la policía y a Protección Civil.
 
La policía no hizo nada. Protección Civil tampoco. Le dijeron a los familiares que no tenían combustible para las lanchas, para buscar el cuerpo en el río.
 
 Les decían que sin dinero no hay combustible y que por eso no podían ayudar.
 
Eso viene ocurriendo con muchos otros casos. La Policía no acude porque no hay dinero para gasolina.
 
Protección Civil tampoco se mueve por la misma razón.
 
Aquí y en China eso es negligencia por omisión. El cuerpo del joven apareció 700 metros delante de donde se lanzó al río. Había muerto por ahogamiento.
 
Les decía que la ciudad se les está cayendo a pedazos y el concejo municipal vale para un soberano cacahuate.
 
En seis meses no hay obra pública, ni reparación de calles, ni limpia pública eficiente, ni sustitución de luminarias del alumbrado de la ciudad, y hasta algunos departamentos del ayuntamiento fueron cerrados y a 40 trabajadores los despidieron pero no les pagan, como tampoco a los que ganaron los juicios laborales.
 
Lendechy Ochoa no pudo con el paquete, pero en cambio dejó sembrado de minas el camino al nuevo ayuntamiento.
 
Otorgó un aumento salarial del 20 por ciento, algo no se ha concedido en los otros 211 municipios de Veracruz, sólo por joder; que llegue Marco Estrada y a ver cómo le hace para pagar la nómina municipal.
 
Las Choapas perdió seis meses inútilmente. El tronquismo demostró que no le importan los choapenses. Cuando Renato Tronco se dio cuenta que no tendrían la candidatura a la alcaldía, decidió avivar el fuego, echarle combustible y soplarle para que las llamas fueran mayores.
 
El concejo municipal fue una extensión del tronquismo. Sus integrantes, además de inútiles, fueron malintencionados. Dejaron caer la ciudad. Se gastaron el presupuesto en quién sabe qué y los dineros fueron a parar a quién sabe qué bolsillo.
 
 Y cuando debieron ayudar a la población, sobre todo en caso de siniestros, accidentados o ahogados, no había cómo mover las unidades policíacas y de Protección Civil por falta de combustible.
 
Eso es criminal. Por eso se van con la cola entre las patas.
 

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