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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Daniel calla y la delincuencia lo rebasa

27/06/2014 10:13 a.m.
Como dicen los policías, Agua Dulce es ya un foco rojo, la plaza se está calentando, las extorsiones se multiplican y las desapariciones forzadas van al alza. Se está poniendo cañón.
 
Los delincuentes comunes hacen de las suyas; la delincuencia organizada también. Cada vez hay más robos, asaltan a la gente, les roban en sus casas, en sus negocios, en las iglesias, en las escuelas, les dan cristalazos o, de plano, se llevan sus autos. Eso lo hacen los delincuentes menores.
 
La delincuencia organizada es peor. Esa va por botines más grandes. Secuestran, extorsionan, torturan, matan y para infundir más temor, dejan los cuerpos mutilados, desmembrados, irreconocibles, descabezados.
 
Y uno se pregunta: ¿dónde carajos está la autoridad? ¿qué hace la policía? ¿es éste el Veracruz seguro? ¿es éste el Veracruz donde no pasa nada?
El gobernador Javier Duarte está hecho bolas. Ha de ser porque no ha hablado con el alcalde de Agua Dulce, Daniel Martínez, quien ya encontró la fórmula para no ser vencido por los malosos, según cree él.
Vea usted si no.
 
La orden del presidente municipal es que la inseguridad ya no sea el tema de moda. Y para eso dio la orden estricta a la policía para que no se filtre información sobre los hechos delictivos.
 
De lo que se trata es de que el asunto no pase a la prensa, que nadie lo publique y que el pueblo no se entere.
 
Si no lo saben los pocos medios independientes, pues hagan como que la inseguridad se acabó.
 
Y como mansos corderos, los policías acatan. No piensan porque no están hechos para eso. Obedecen porque sí están hechos para eso. No replican porque no están formados para eso. No discrepan porque no están formados para eso.
 
Ocultar es una forma de mentirle al pueblo y la policía hidrómila lo hace. Esa es la instrucción del Pinocho Daniel y hay que cumplirla.
 
Hay hechos de sangre que ourren pero que nadie lo sepa. Hay robos pero charros, todos callados. Hay carros cristaleados pero quietos, que nadie respire, que no lo sepan los periodistas. Hay ejecutados pero mejor digan que murieron de un dolor de cabeza o de un juanete inflamado.
 
El intento lo hacen aunque con muy malos resultados. Daniel Martínez practica la política del avestruz. Oculta la cabeza en la tierra y así cree que no pasa lo que está pasando.
 
La bronca es que con Daniel Martínez en la presidencia municipal, Agua Dulce es un desastre en materia de seguridad.
 
El comercio cada vez es más visitado por la delincuencia, las casas-habitación igual; a la gente la asaltan en la calle; los pandilleros hacen lo que les viene en gana, y está peor el asunto de la delincuencia organizada, los narcos, los extorsionadores y los secuestradores.
 
Existe un problema de descoordinación. El alcalde y su policía andan en un camino y Seguridad Pública del Estado va en otro.
 
En Agua Dulce roban y van a otros municipios a vender lo robado. Roban autos y motocicletas y no hay quien los pare. El único éxito de Daniel Martínez ha sido el Operativo Mochila que aplica en las escuelas donde, por supuesto, los niños no oponen resistencia.
 
Las omisiones de la policía son constitutivas de delito. Hace unos días un joven asesinó a su primo. Lo hirió en el abdomen y luego, en el hospital, murió. El tipo huyó y no hubo cómo pescarlo, en parte porque la policía municipal, que fue la única corporación que acudió al lugar de los hechos, no realizó operativo alguno ni informó del suceso a otras policías.
 
Por más de 12 horas se retrasó el proceso, tiempo que sirvió al asesino para ocultarse y huir. El caso es verdaderamente comprometedor para el alcalde Daniel Martínez pues esas son sus instrucciones: no informar a nadie cuando ocurren hechos delictivos.
 
La política del “no pasa nada” no sirve de mucho. Es un acto de ingenuidad o de perversión. Es la que aplica el alcalde de Agua Dulce, aún sea transgrediendo la ley, faltando a la transparencia, afectando el derecho a la información de sus gobernados, permitiendo que los delincuentes huyan al no dar parte de los delitos a otras corporaciones policíacas.
 
Daniel Martínez es un avestruz. Cree que si se oculta la realidad, la realidad no sucede. Lo peor es cuando la delincuencia lo rebasa y cuando la falta de información permite que los criminales evadan la justicia. Esa omisión tiene su responsabilidad legal.

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