De obras sin calidad, el pueblo está cansado; de recursos públicos deliberadamente mal aplicados, estamos hartos todos.
 
Así le está pasando a los coatzacoalquenses. Su gobierno municipal no camina. El alcalde Joaquín Caballero se la lleva de anuncio en anuncio sin una sola obra que valga la pena. Van seis meses de administración y el abandono es para alarmar a cualquiera.
 
Cuando Marcos Theurel dejó el ayuntamiento, quedó a deber obras. Una de ellas es la repavimentación de la carretera Transístmica, en el tramo que va del puente Joroba al puente Calzadas, unos 50 mil metros cuadrados. Theurel no la realizó y con ello arranca propiamente Caballero, el nuevo alcalde.
 
El proyecto viene, pues, del trienio anterior. Es una obra necesaria para Coatzacoalcos, pues es su punto de acceso a los vehículos que proceden de Minatitlán y el paso obligado hacia los que se dirigen al sur de Veracruz, a Nanchital, Ixhuatlán del Sureste, Moloacán, Agua Dulce y Las Choapas.
 
La obra es prioritaria pero ya hay síntomas de corrupción.
 
El reportero del portal de noticias diariopresencia.com, Armando Ramos Álvarez, ha podido documentar que los términos del contrato de obra se están violando flagrantemente. No se aplica la técnica señalada en el proceso de licitación. Eso equivale a un fraude maquinado.
 
En los trabajos participan tres compañías: Construcciones del Golfo, S.A. de C.V., Contractor, S.A. de C.V. y Grupo OPC, S.A. de C.V. (Obras Portuarias de Coatzacoalcos, la misma que está inmiscuida en el fraude del túnel sumergido).
 
La licitación establece que para colocar el pavimento debe emplearse maquinaria de rodillo triple vibratorio o pavimentadora. Eso es lo que dice el catálogo de conceptos pero las constructoras están haciendo lo que les viene en gana, y el alcalde Joaquín Caballero se los permite.
 
Las empresas están usando regla vibratoria. O sea, colocan el concreto sin el rodillo triple vibratorio o sin la repavimentadora. Lo cañón está en que el secretario de Obras Públicas, Fernando Ramos Torres, dice que eso no está permitido para esa clase de trabajos, pero hay evidencia de que así se está ocurriendo. Y por supuesto, se hace de la vista gorda.
 
Todo esto ocurre en horas de la noche, cuando hay escasa circulación de vehículos, cuando no hay quien se percate de ello y cuando es el momento óptimo para los ladrones disfrazados de constructores.
 
Usan una técnica no autorizada porque así abaten sus costos. El contrato es de 36 millones de pesos, pero usando la regla vibratoria el margen de utilidad aumenta. Es como ponerle menos grava, arena y cemento y más agua a la mezcla. La calidad, por supuesto, disminuye. Pero eso al contratista no le incomoda. Sabe que hay una autoridad que lo protege.
 
La obra consiste en sustituir 50 mil 354 metros cuadrados de superficie de asfalto con concreto hidráulico. Le llaman “whitetopping”. El concreto debe tener un espesor de 20 centímetros, pero hay tramos en que esto no se cumple. Segundo fraude.
 
La repavimentación de la carretera Transístmica se realiza con recursos federales. Los 36 millones de presupuesto son del Fondo Metropolitano. Es decir, van a estar sujetos a investigación de la Auditoría Superior de la Federación, sobre todo ahora que se logró documentar que hay violaciones al contrato de obra. Si no hubieran pruebas, es posible que el caso quedara impune. Pero las violaciones al contrato han quedado a la vista de todos en pleno proceso de construcción.
 
Joaquín Caballero ya empezó mal. Se parece a Theurel. Infla el costo de las obras y le permite a los contratistas que disminuyan la calidad. El margen de ganancia aumenta y todos se enriquecen.
 
Es este el primer caso de corrupción demostrado en el naciente cuatrienio de Joaquín Caballero Rosiñol. No se está usando la maquinaria ni la técnica que señala el catálogo de conceptos de la licitación pública. Tampoco tiene 20 centímetros de espesor la plancha de concreto. Y por algo faltara, en algunos tramos quedó un hueco entre el pavimento y la base de tierra.
 
La obra es fraudulenta por donde se le quiera ver. Son los síntomas de una administración municipal que no responde a lo que espera la sociedad. Ya estaban hartos de las corruptelas de Marcos Theurel y ahora Joaquín Caballero incurre en los mismos vicios.
 
Para empezar, son obras con olor a fraude.
 
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