Joaquín Caballero es un rejego. Es rebelde y terco. Dice ser institucional, pero no. Es rejego, les digo. Oye pero no escucha. Hace lo que quiere y puede ir al abismo y no se detiene.
 
Ya les dije que con la obra pública de Coatzacoalcos, asoman los primeros indicios de corrupción. Deja que los constructores violen los catálogos de conceptos de las licitaciones. Permite que hayan chuecuras porque él, el alcalde, es chueco.
 
Ahora lo tiene en sus manos el Congreso de Veracruz. No entrega estados financieros mensuales, oculta el manejo de los recursos y le da un toque de opacidad a su administración municipal.
 
Una mujer lo exhibió. Ella, la panista María del Carmen Pontón Villa, se la cantó directa. El alcalde de Coatzacoalcos, dijo, no ha entregado estados financieros en seis meses, de enero a la fecha. Y pide que se le sancione por la omisión. Soltó la bomba y la bomba estalló.
 
María del Carmen Pontón es una diputada respetable. Preside la Comisión de Hacienda Municipal del Congreso estatal y es, por encima de todo, una persona honesta, solvente, con una moral incuestionable.
 
Por eso se cimbró el Congreso, el gobierno de Veracruz, el PRI y toda la familia política. Por el peso moral de ella y porque Caballero es el alcalde consentido del gobernador Javier Duarte, de su esposa Karime Macías y de su guía, Marcelo Montiel.
 
Él dice que no. Caballero se excusa con la mitomanía propia de los políticos. Asegura que no hay tal. Dice que los estados financieros de su administración se han entregado y que en su alcaldía se cumple la ley.
 
Y seguro pensó que con solo decirlo ya había engañado a todos.
 
Apenas se excusó de cualquier falta, Caballero volvió a ser evidenciado, ahora por el presidente de la Comisión de Vigilancia del Congreso de Veracruz, Francisco Garrido. Éste dijo que sí, que Caballero ha enviado los estados financieros pero de manera extemporánea.
 
Garrido es diputado del Partido Alternativa Veracruzana. Es el contrapeso a la mayoría priista. No es radical pero endereza lo que anda torcido. Y con solo escuchar su nombre, los alcaldes tiemblan.
 
El diputado Garrido ya lo apretó. Habló con Caballero. Le dijo que entregue los estados financieros a tiempo, que cumpla con la ley, que no se apijule.
 
Pero cuando le preguntaron qué opinión le merecía lo dicho por la diputada Pontón Villa, sobre sancionar a Joaquín Caballero, respondió que ella, la legisladora panista, tenía razón.
 
Caballero dice que él ha entregado los estados financieros a tiempo. El diputado Francisco Garrido lo corrige. Dice que sí los ha entregado pero de manera extemporánea, que porque tiene problemas administrativos. Asegura que Caballero se comprometió a que no habría más retrasos para evitar una sanción por incumplir un deber legal.
 
Difícilmente Joaquín Caballero lo hará. La transparencia no es lo suyo; la honestidad tampoco. Garrido comparte la idea de que debe sancionarse a los alcaldes incumplidos. Para eso, dice, hay que reformar la Ley de Fiscalización y endurecer las acciones contra quienes incurran en esta clase de omisiones.
 
Ese es el camino. Si un alcalde no cumple con la entrega de los estados financieros mensuales o la cuenta pública anual en los plazos que marca la ley, deben ser sancionados. Si no, lo seguirán haciendo.
 
Caballero es de los contados alcaldes de Veracruz que andan chuecos. La mayoría entregó en tiempo su información financiera al Congreso. Eso no ocurría ni con Marcelo Montiel, ni con Iván Hillman, ni con Marcos Theurel. Hacían sus transas pero las maquillaban y el reporte mensual se enviaba a Xalapa. Les objetaban datos y cifras, pero no los acusaban de ignorar los plazos que establece la ley.
 
Los problemas de Caballero son dos: la corrupción que ya comienza a asomar y su terquedad. La corrupción no la oculta. Las obras carecen de calidad. Los constructores hacen cuanto les place y Obras Públicas se los permite.
 
El asunto de la terquedad es peor. Caballero es cuestionado por el Congreso, amenazan con sancionarlo y lo único que responde es que él entregó sus estados financieros a tiempo aunque no sea así. O lo que es lo mismo, los mentirosos son los diputados.
 
Ser rejego no es bueno. Lleva a la catástrofe. Pero Joaquín Caballero no lo entiende.
 
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