El secuestro es un azote y los secuestradores una plaga. Y si a eso le agregamos las montañas de corrupción que hay entre la policía, y sobre todo entre los grupos antisecuestro, esto es de locura.

Hay incapacidad policíaca. Eso mueve a sospecha y a pensar que además de la incapacidad, hay complicidad. Y la hay porque no pueden detener la ola de secuestros en el sur de Veracruz —Las Choapas y Agua Dulce principalmente— y cada vez son más frecuentes los robos a autobuses y camiones de carga en las carreteras —sobre todo en los tramos Las Choapas-Ocozocoautla y Acayucan-Isla— hasta generar un estado de caos.

Ante ese clima de inseguridad, la sociedad emite una voz de alarma. Que escuchen las autoridades federales. Que actúen de inmediato. Que salvaguarden la integridad y patrimonio de las familias veracruzanas. Hablan y alertan. Y ya sólo falta que se constituyan en autodefensas para enfrentar a la delincuencia.

O sea que estábamos mal y ahora vamos a estar peor.

Para colmo, revelaciones de agentes de la Procuraduría de Justicia de Veracruz y de la Secretaría de Seguridad Pública dan cuenta de la manera en que se han burocratizado las labores de prevención, combate e investigación de los secuestros. Es una burocratización ilegal y también inmoral y carente de ética.

Si los agentes actúan, pueden ser procesados por cumplir con su trabajo. Están maniatados. Están amordazados. Pueden saber de un secuestro, tener pistas para dar con los culpables, disponer de la logística para liberar al plagiado, y no pueden operar.

Dicen las nuevas reglas que hay que esperar. Deben dar parte a la pomposamente llamada Unidad Antisecuestro. Y debe ser ella la que haga las investigaciones, con sus deplorables resultados, pues de poco o nada sirven para hallar con bien a las víctimas.

El sur de Veracruz es el paraíso del secuestro. Las Choapas es el municipio donde más se da. También tiene un alto índice de secuestros exprés. Y así toda la zona. El secuestro se conjuga con la extorsión, con el asalto, con el crimen. Y la policía en la luna.

Las cifras son alarmantes y los casos que no se reportan, más. Por cada secuestro que se denuncia, hay nueve que no son del conocimiento oficial del Ministerio Público. O sea, el 10 por ciento pasa a la estadística; el 90 por ciento ocurre pero no es denunciado.

En Las Choapas, de diciembre a la fecha, ha habido seis secuestros oficialmente. Se presume que total deben ser 60.

Han plagiado ganaderos, productores de hule, ciudadanos sin recursos. Unos familiares pudieron pagar el rescate; otros una parte. Otros pagaron y aún no se sabe nada de la víctima.

Ante la falta de respuesta de las autoridades veracruzanas, la gente de organiza. Cuando hay un secuestro, las brigadas van peinando la sierra, apoyando a la Naval, el Ejército, la Policía estatal. Es un protocolo distinto. Las autoridades hacen lo suyo pero la sociedad se suma al rescate.

Hoy el grito es “¡Ni uno más!”. Es la voz que resume la saturación del pueblo ante la falta de respuesta de su gobierno, la falta de coordinación de las policías, ese protocolo absurdo de que pueden saber de un secuestro, de sus autores, del lugar en que se encuentra el plagiado, de los vehículos en que se mueven, los teléfonos celulares que usan, su forma de delinquir, pero nada pueden hacer, so pena de ser sancionados e incluso incriminados.

La Unidad Antisecuestro es más nombre que resultados. Es una policía a distancia que hace su labor desde Xalapa, mediante el teléfono, negociando y hasta interviniendo llamadas telefónicas.

La Unidad Especializada en Combate al Secuestro (UECS) es la madre de todas las policías. Se le teme. Nadie puede invadir su radio de acción. Policías estatales o municipales que han esclarecido casos y liberado víctimas, terminan enfrentando procesos penales, costosos muchos de ellos y la pérdida del trabajo.

Esto parece una incongruencia. Los secuestros van en aumento. Los secuestradores operan a sus anchas. Las víctimas cada vez están más desprotegidas. No hay coordinación entre las policías porque nadie quiere invadir el ámbito de acción de la Unidad Antisecuestro. Y el caos reina por todas partes.

Ya se sabe que hay incapacidad policíaca para enfrentar la industria del secuestro. También es sabida la complicidad de muchas esferas de gobierno. Todo eso hace que los secuestradores sean intocables.

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