Timoteo Aguirre Cruz sufrió en carne propia un levantón, un secuestro, la agresión psicológica de sus captores, la incertidumbre de si podría volver con su gente y horas en que estuvo cerca de la muerte.
 
Pudo contarlo porque la Naval, el Ejército y la policía implementaron un operativo de búsqueda. Con ellos peinaban la zona decenas de campesinos, organizados en brigadas, a caballo y en vehículos, siguiendo pistas hasta que dieron con él.
 
Timoteo Aguirre es hoy regidor municipal. Tiene la Comisión de Seguridad Pública. Tiene una papa caliente en las manos, pues si algo se omitió durante el tronquismo, fue la garantía de seguridad para la sociedad.

 

Digo yo que tiene el boleto ganador de la rifa del tigre, el que nadie se quiere sacar.
 
Las Choapas es un municipio de focos rojos. La seguridad es su Talón de Aquiles. Proliferan las fosas clandestinas, el narco, los traficantes de migrantes, los malosos que levantan gente, el secuestro y la extorsión.
 
Es zona critica. Los secuestros están a la orden del día. Cada mes, en promedio, se denuncia uno, pero otros nueve no llegan al Ministerio Público.

 

El problema mayor está en el área rural, donde lo mismo se llevan ganaderos que campesinos, jóvenes, adultos y ancianos, y hasta familiares de pastores religiosos. Basta que tengan algunas cabezas de ganado para cobardemente despojarlos de todo u obligarlos a venderlas y entregarles el dinero, bajo la amenaza de matarlos.
 
Hartos de lo que ocurre, los choapenses de la zona rural ya decidieron organizarse para enfrentar a los delincuentes. Lograron liberar a Joaquín García López, un plagiado, en Tres Pianas, e hicieron correr a los malvivientes que lo tenían secuestrado.
 
Al saber del plagio, se estableció un red de comunicación. Los campesinos se llamaban mediante sus teléfonos celulares. Instalaron retenes.

 

Y cuando dieron con el plagiado, por lo menos unos 500 se fueron sobre ellos. Los secuestradores huyeron. De haber capturado a los delincuentes, seguro que los linchan. Ya la gente está cansada.
 
Esta es una forma de autodefensa aunque no lo digan así. Los campesinos dicen que ellos se organizan y así respaldarán a las policías. En las comunidades de Minatitlán, colindante con Las Choapas, vigilan los caminos para salvaguardar la integridad y patrimonio de sus habitantes.

 

 Mina tiene un problema, pero el problema serio y real está del otro lado, en Las Choapas, en los ejidos y comunidades Francisco Sarabia, Morelos, Nacimiento, Pedregal, Francisco Villa, Tres Pianas. Y eso se vuelve una amenaza para todos.
 
Timoteo los felicita por esa decisión. Les reconoce su valor. Casi les palmea la espalda. Y que bueno. Pero eso es insuficiente. Como regidor de Seguridad Pública lo que debiera hacer es instar al ayuntamiento de Marco Antonio Estrada Montiel a entrarle al problema, asignar más policías a la zona rural, dotarlos de patrullas, de armamento, de equipo de radiocomunicación. Eso vale más que mil aplausos y que un elogio por su valor.
 
Con Renato Tronco y sus sucesores en la alcaldía, nada se hizo para garantizar la seguridad de la población.

 

Se sospecha que la policía estaba en complicidad con lo secuestradores. Ahora pareciera que los golpes asestados por los plagiarios se han recrudecido y el pueblo ya no está dispuesto a permitir que la situación avance.
 
Esa es gente de bien, gente de trabajo. Se conducen con mesura, y han lanzado un exhorto para que las autoridades municipales convoquen y los organicen para tener un plan de trabajo y estrategia.

 

Enfrentan un problema de seguridad pero quieren ser parte de la solución. Quieren que con su colaboración se evite que se siga lastimando a las familias campesinas.
 
En Minatitlán, las autoridades desoyeron ese llamado y las comunidades ya están organizadas en grupos de autodefensas, que tienen el respeto de las fuerzas federales, pero el abandono de sus autoridades más cercanas.
 
Marco Estrada decía que él representa un cambio. Quiero verlo. La seguridad es el tema central de Las Choapas. Más que las pavimentaciones, más que reparar drenajes, más que limpiar ríos y arroyos, más que recoger basura, está la seguridad. Nadie quiere que haya más secuestros, más extorsión, más crímenes. Nadie quiere que persista la inseguridad y la violencia o que, peor todavía, se incremente.
 
Marco Estrada tiene la obligación de escuchar a la gente del campo choapense. Puede organizar foros. Puede implementar estrategias. Debe darle estatus de problema número uno de Las Choapas y aportarle soluciones.
 
Marco Estrada debe gestionar recursos adicionales para atender el problema de seguridad. Debe depurar la policía actual y destinar más elementos y un sistema de radiocomunicación que permita operativos inmediatos para salvar a la gente y capturar a los criminales.

 

Debe contratar más policías, adiestrados y capacitados en la Academia El Lencero, que reúnan el perfil y que sean confiables, honestos, a prueba de tentaciones, inmunes al crimen organizado. Y debe dotarlos del mejor armamento.
 
Pero sobre todo, debe escuchar a los campesinos de Las Choapas e integrarlos a ese esfuerzo por acabar con la inseguridad. De lo contrario, que no le extrañe si proliferan las autodefensas.
 
Marco dijo que era el cambio. Que lo demuestre.
 
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