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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Duarte y su enfermizo odio contra Maryjose

15/07/2014 11:35 a.m.
Maryjose Gamboa no está en la cárcel porque haya atropellado a un peatón y éste haya muerto. Está en la cárcel porque es una periodista independiente, veraz y contundente, que ha lanzado feroces criticas al gobernador Javier Duarte.
 
Hasta la medianoche del viernes 11, su vida era normal. O lo que puede decirse normal.
 
Escribía y documentaba los garrafales errores del gobernador de Veracruz y de su gente; la corrupción en todas las esferas de poder; los atropellos a la ciudadanía por parte de los políticos y sus cuerpos policíacos represores.
 
 Y por supuesto, enfrentaba la campaña de ataques que recibía en las redes sociales y en las columnas de la “prensa duartista”, como solía llamarle a los columnistas al servicio del mandatario veracruzano.
 
Con valor había denunciado a Javier Duarte como el orquestador de todo cuanto se decía de ella, de las difamaciones y descalificaciones, de los insultos mediante usuarios de Facebook y Twitter ficticios.
 
En su última entrega de su columna Al Aire, la que apareció la mañana del sábado 12 en Notiver, había arremetido contra el gobernador y le había lanzado un basta a tantos ataques.
 
Hasta esa medianoche todo era “normal”. Cerca de las 2 de la mañana su vida cambió. Circulaba por el bulevar Miguel Alemán, en Boca del Río, y de pronto un joven salió al paso de los vehículos.
 
Esquivó a unos y no pudo hacerlo con el de Maryjose Gamboa. El impacto fue terrible. Ahí murió.
 
El auto de la periodista tenía el parabrisas estrellado. A ella le cayeron unos cristales y se le alojaron en el cuerpo.
 
Las bolsas de aire se abrieron. El auto anduvo unos metros más y ella regresó. Ahí vio al joven. Estaba inmóvil.
 
Hizo lo que otros no: llamó a las autoridades de Tránsito y esperó a que llegaran. Dio parte de lo sucedido porque sabía que había sido un accidente.
 
No aceptó que la llevaran a una clínica. Quiso que se le practicaran los exámenes de rigor, la prueba para detectar alcohol en la sangre. Salió negativa. S
 
e le iba a gestionar una caución por ser un homicidio imprudencial, lo que los abogados llaman homicidio culposo, sin intención.
 
Dijo ciertamente que conducía a más de 50 kilómetros por hora, pero que el accidentado estaba cruzando por la calle cuando tuvo a unos metros un puente peatonal.
 
Al saberse que se trataba de Maryjose Gamboa, el gobierno de Javier Duarte se le fue encima. Le fabrican pruebas para refundirla en la cárcel.
 
Comenzaron a operar ataques, descalificación, una campaña de lodo con sus bots en las redes sociales, con notas periodísticas escritas por los adeptos del gobernador, la “prensa duartista” a la que siempre hace referencia la comunicadora.
 
Luego organizaron una manifestación a las puertas de la Agencia del Ministerio Público. Militantes de la central priista CROC demandaban justicia. Funcionarios duartistas se apresuraron a decir que la ley se aplicaría.
 
El procurador Luis Ángel Bravo Contreras asegura que Maryjose Gamboa dio positivo en el análisis de alcohol en la sangre y que manejaba “con temeridad”, porque después de los 50 kilómetros que indica la señalización, es temeridad.
 
Dice que también procederán contra los funcionarios de Tránsito de Boca del Río que hicieron los análisis y que pusieron a Maryjose a disposición del MP cinco horas después.
 
Ahora, consignada por homicidio imprudencial, le aplican la “temeridad” y le acreditan que estaba ebria, cuando que ella ha expresado que puede demostrar con testigos de calidad, incluida la hora en que redactaba su columna para Notiver, a eso de la una de la mañana, que estaba sobria y que fue un lamentable accidente.
 
Aún así, Javier Duarte no quiere dejar ir. Es su presa. La retiene con artilugios legaloides, con la mala leche del procurador y todo el aparato de poder, incluidos los periodistas que tiene a sueldo.
 
 La criminaliza en forma descarada porque no quiere perder el título de “peor gobernador para los periodistas”.
 
El caso Maryjose Gamboa plantea un escenario recurrente en el Veracruz de Javier Duarte: el uso del aparato de poder para joder a sus enemigos.
 
Duarte lanza también un mensaje a los periodistas que lo critican. O le bajan o se atienen a las consecuencias. Y por supuesto, los periodistas con valor y honestidad, no le bajan.
 
Tiene el control de las policías, de la Procuraduría, de los agentes de Tránsito, de los jueces.
 
Y nada le impide actuar como los emperadores romanos, que decidían la suerte de los gladiadores. Así ganaran la batalla, si el índice apuntaba a la tierra, debían morir.
 
Enlodar a los periodistas, también se le da a Javier Duarte. Ahora lo hace con Maryjose Gamboa. Antes lo hizo con Regina Martínez, corresponsal de la revista Proceso en Veracruz. No bien la habían asesinado en Xalapa, de inmediato orquestó una campaña para difamarla.
 
 Su Procuraduría la acusó de ser lesbiana, como si eso fuera un delito o razón para que le quitaran la vida; que era novia de uno de los dos delincuentes que la mataron, pues ese día convivió con ellos, bebió y luego vino el altercado y el robo; la evidenció como una periodista que tenía ligas con el bajo mundo. Puras contradicciones y pura bajeza.
 
Ha perseguido a muchos. Les ha lanzado feroces campañas en las redes sociales, ideadas por su ex vocera, Gina Domínguez, que así imaginaba que lograría abatir el nivel de crítica. O quizá así, sin prensa crítica, Javier Duarte gobernaría mejor.
 
Ese es el sello de Javier Duarte. Se vale de pruebas falsas, de delitos fabricados, de campañas de lodo, de un linchamiento mediante sus adeptos en la prensa oficialista, para así cobrarle las críticas documentadas y valientes a la periodista Maryjose Gamboa.
 
Los de Maryjose fue un accidente. Y si fue ella misma que llamó a las autoridades para dar parte del hecho, es porque sabía de su inocencia, que no estaba ebria, que debía actuar con valor civil, pues simplemente, y con todo y lo doloroso que resultó la muerte del joven, fue un lamentable accidente.
 
Lo de Javier Duarte es una actitud perversa. Usa su poder como gobernador para saciar sus instintos de venganza y de paso, deja entrever el nivel de frustración en que se encuentra y el odio que le tiene a Maryjose.
 
Maryjose se sabe inocente. Lo que hoy enfrenta es el abuso de poder.
 
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