* Califican de “vergüenza” el trabajo político de Rocío Nahle * Perredista de Uxpanapa cuestiona la afiliación al “gobierno legítimo” * Sólo 210 ciudadanos de 37 municipios acudieron * No llegaron Dante ni Castelo

 

Gonzalo Guízar Valladares ya siente pasos de animal grande. Su antiguo aliado, el líder petrolero Ramón Hernández Toledo, develó su intención de ser alcalde y, por razones naturales, desbarrancar el proyecto del Grupo Guízar de asaltar la presidencia municipal de Coatzacoalcos.

Hace dos semanas en el alto mando priísta y en la sede del gobierno de Veracruz se concretó la decisión de fortalecer a Hernández Toledo, un viejo militante priísta, ex líder del PRI en Coatzacoalcos, ex regidor, ex diputado federal y un hombre de control político.

 

Se le requirió por una exigencia mayor: la intención de voto hacia Gonzalo Guízar decayó tan drástica como dramáticamente.

Hernández Toledo mantuvo un prudente silencio, se guardó de aparecer en eventos públicos y aplicó aquel refrán que dice que en boca cerrada no entra mosca.

 

Pero el viernes 29 expresó diversas frases que tuvieron efectos de misil en el cuartel general del Grupo Guízar y que convulsionaron a sus aliados, el ex alcalde de Coatzacoalcos, Iván Hillman Chapoy, y el ex director estatal de Carreteras de Veracruz, Roberto Chagra Nacif.

Dijo, por ejemplo: “Tengo ganas de trabajar por el municipio de Coatzacoalcos y si mi partido voltea hacia mí, allí estaré, como un protagonista y candidato a la alcaldía”.

Su declaración la dio a la televisora local Olmeca TV. Fue difundida en los tres noticiarios de ese día y en la repetición del sábado 30.

Si algo distingue a Hernández Toledo es su institucionalidad. Jamás profiere una expresión que provoque división ni se salta las reglas no escritas del PRI. A Gonzalo Guízar le operó la votación en 2003 en el municipio de Nanchital, donde se halla su feudo, la sede de la Sección 11 del sindicato petrolero, y en Agua Dulce; eso bastó para que el jefe del Grupo Guízar alcanzara la diputación federal.

En la entrevista, Hernández Toledo señala también que “es la primera declaración que estoy haciendo a ese respecto y en caso de que eso sucediera, pues con mucho gusto lo haría. Esta abierta la posibilidad, como para cualquier priista”.

Enfatizó que lo que “el señor gobernador, así como el presidente estatal de nuestro partido, la cúpula grande, lo que requiere es de candidatos de unidad. De gente que jale votos para nuestro partido. Entonces tenemos que esperar forzosamente los tiempos”.

Se inconformó con los destapes anticipados. Reiteró que los priístas con aspiraciones deben aguardar que se emita la convocatoria para el registro de candidatos y calificó el pronunciamiento del secretario de Gobierno, Reynaldo Escobar; el diputado local Fernando González Arroyo, y el diputado federal y delfín de la sucesión, Javier Duarte de Ochoa, a favor de Gonzalo Guízar, como “un poco apresurado; sobre todo porque se utilizó el escenario de rendición de las labores legislativas”.

Más allá de la declaración de prensa, hay otros dos ingredientes que evidencian que Hernández Toledo es el prospecto real de la fidelidad para la alcaldía de Coatzacoalcos: el aval otorgado por el líder nacional petrolero, Carlos Romero Deschamps, y la difusión de un boletín emitido desde el círculo cercano al gobernador Fidel Herrera Beltrán.

En once párrafos, dicho boletín, difundido vía internet el sábado 30, rescata las palabras del dirigente petrolero. Y más: está suscrito por uno de los asesores de prensa del gobernador Fidel Herrera Beltrán.

Así, Gonzalo Guízar no sólo perdió la intención de voto y colocó al PRI en riesgo de sufrir una nueva derrota. También entró en conflicto abierto, público, con el marcelismo, la corriente priísta más poderosa del sur de Veracruz, y cayó al tercer sitio entre las opciones del PRI para la alcaldía de Coatzacoalcos. Lo supera Ramón Hernández Toledo y el secretario de Obras Públicas Municipales, Joaquín Caballero Rosiñol.

La fidelidad, pues, también lo abandona.

Enésima exhibida al dúo Roselia Barajas-Rocío Nahle. Ayer, en el Club de Leones de Coatzacoalcos, le expresaron a Andrés Manuel López Obrador que era una “vergüenza” que sólo se hubiera logrado afiliar a 150 ciudadanos para integrar los comités de base del “gobierno legítimo” en dos meses de trabajo.

 

El Peje escuchaba atento; el auditorio se mantenía expectante, mientras un personaje llegado del Valle del Uxpanapa advertía el fracaso del trabajo operativo de Rocío Nahle, la alumna más aventajada de la ex diputada Roselia Barajas de Robles Martínez. Allá —dijo— hemos logrado más en menos tiempo. Y terminada su intervención, todos aplaudieron.

 

El Peje mantuvo la expresión rígida en el rostro, la preocupación a flor de piel. ¿Cuándo entenderán que Rocío Nahle no construye sino que destruye?... López Obrador encontró en Coatzacoalcos un panorama desolador. Fue un evento abierto a la ciudadanía, pero sólo acudieron 210 personas.

 

De Coatzacoalcos eran 50 ciudadanos, las otras 160 llegaron de 36 municipios; se movilizaron en siete autobuses, que venían a medio llenar. Algún día entenderá que el fenómeno Peje ya se extinguió... A ese evento de las bases del “gobierno legítimo” de Andrés Manuel López Obrador, no llegaron ni el senador Dante Delgado Rannuro ni su operador en el sur, Ricardo Castelo Castillo.

 

Aún con eso, El Peje no se midió para fortalecer la candidatura de Dante Delgado al gobierno de Veracruz bajo las siglas del Partido de la Revolución Democrática, Convergencia por la Democracia y Partido del Trabajo.

 

¿Se le habrá olvidado cuando lo tildaba de ladrón, una vez que se le encarceló por actos de corrupción y que se difundió la lista de empresas familiares tejidas al amparo de las instituciones? Pobre Peje. También finge amnesia ...