Se los dije. A Javier Duarte se le van de las manos los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Se le complica el proyecto, las instalaciones deportivas, el hospedaje para los atletas y la imagen, de por sí deteriorada, de su gobierno. A 100 días esto huele a que ya valió.

Dice el gordo que siempre no. Los atletas no serán hospedados en las villas que se construyen en Xalapa y el puerto de Veracruz, sino en los hoteles de la capital y de la zona conurbada, que darán espacio a unos 7 mil participantes en la justa deportiva.

Con esa nos amanecimos, justo cuando se pavoneaba el gobernador y su séquito de que ya habíamos entrado a la cuenta regresiva de los 100 días, cuando todos celebraban y portaban sus camisetas con la leyenda alusiva, cuando la propaganda del gobierno nos decía que ya somos el centro de atención del mundo deportivo.

Los funcionarios del gobierno estatal, los diputados en el Congreso, alcaldes y ediles, todos andaban con su camiseta de los 100 días. Qué mamucos pero ellos se sentían soñados.
Y de pronto, zas. Que nos dice el equipo del gobernador Duarte que las villas no darán espacio a los atletas.

El fracaso tiene muchas caras. Esta es una de ellas. Duarte y su gente juraban y persignaban diciendo que las instalaciones deportivas se construyen en tiempo y forma, que pese a la limitación de recursos el proyecto va, que los que dudan no tienen derecho a sabotear al estado de Veracruz, que los enemigos del duartismo deben callar.

¿Y qué pachó? Pues que ya se cumplió la primera premonición: las villas centromericanas no serán la casa de los deportistas porque en el último momento así lo decidió el gobernador Javier Duarte.

Lo de las villas tiene lo suyo. El gobierno de Veracruz cedió 10 hectáreas de la reserva territorial en Xalapa para que la constructora Carpín construyera 700 viviendas. Serían usadas durante la justa deportiva y luego las comercializaría la empresa inmobiliaria.

En Veracruz haría lo mismo la empresa ARA. A cambio de prestarlas para el evento, las pondría en venta una vez concluidos los Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Parecía una fórmula efectiva. El gobierno no invertiría un peso, resolvería el asunto del hospedaje de los atletas y al final no se quedaría con vivienda que luego no es fácil vender.

Pero algo no encaja. Para realizar el proyecto, cuando menos en Xalapa entregó 10 hectáreas de la reserva territorial, que se supone la inmobiliaria Carpín pagaría a precio justo. Ahora ya no habrá préstamo de 700 viviendas para unos 4 mil 200 atletas, pues contra lo que dictan los lineamientos de la justa deportiva, pensaban acomodar a seis participantes en cada villa. El cuaderno de cargo dice que deben ser cuatro atletas, pero habrá que entender que estamos en Veracruz y aquí lo prohibido es permitido.

A Duarte se le ha cuestionado que siguiera con un proyecto en condiciones adversas. Veracruz arrastra deudas descomunales. Nuevamente se habla de 80 mil millones de pesos, contra los 41 mil que decía el ex secretario de Finanzas, Fernando Charleston Hernández, y los 45 mil millones que acepta su relevo, Mauricio Audirac.

Por todo Veracruz se elevaron voces que advertían que ante la crisis financiera lo mejor sería renunciar a ser sede de los Juegos Centroamericanos y del Caribe; que se dejara el lugar a Jalisco, pues vienen de los Panamericanos y cuentan con las instalaciones deportivas necesarias. Pero no quiso el gobernador. Dijo que los juegos van, y van.

Así, con el pie izquierdo, comenzó el show de los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Faltan 100 días y ya hubo golpe de timón. La villas que se construyen en Xalapa y Veracruz no hospedarán a los atletas y eso me da tufo a fracaso.

Los 100 días era para iniciar la cuenta regresiva. El momento se vio opacado. Que yo recuerde, ningún gobierno, ningún comité organizador, se avientan una decisión como esta cuando el evento ya está a la vuelta de la esquina.
Se los dije. Duarte iba a valer y está valiendo.
 
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