Hago de cuenta que Veracruz es San Pedro de los Saguaros, que Javier Duarte es el alcalde Juan Vargas y que aquí se vive, no se filma, La Ley de Herodes.

Hago de cuenta porque aquí, sin más, se vive lo mismo. Aquí se inventan impuestos, se fabrican contribuciones, se usa el poder para sacarle al pueblo lo que el desarrollo, las inversiones y los proyectos no dan.

Duarte es nuestro Juan Vargas, ese alcalde que llegó a una tierra jodida, árida, sin futuro, y de la nada hizo producir lo que nadie imaginó: una fortuna que le dio para quitarse a sus enemigos de encima y al rato pudo ser el mandamás.

 Juan Vargas creó impuestos por todo, y hasta la prostitución llegó a dominar.
Juan Vargas le sacó al cura del pueblo una tajada de las limosnas.
Juan Vargas exprimió a los comerciantes y a costillas de ellos se enriqueció.

Y cuando todo mundo pensaba que iba a ser echado a patadas o ajusticiado cuando se pelara con el dinero del pueblo, como su antecesor, Juan Vargas mató a su padrino y logró tener más poder.
Con ese ícono se conduce Javier Duarte. Juan Vargas es su modelo a seguir. De las piedras no sale agua, pero de Veracruz ha de salir mucho dinero.

Juan Vargas atropelló a todos y Javier Duarte también.
Juan Vargas cambió leyes, suprimió muchas y hasta parte de la Constitución, y creó otras, obviamente sin enterar al Congreso estatal, que le sirvieron para hacer fortuna y tener más poder.
Juan Vargas pasó de ser encargado de un basurero a alcalde de San Pedro de los Saguaros. Javier Duarte era cargamaletas de Fidel y de ahí se convirtió en gobernador.

La nueva de Duarte es la Ley de Protección al Ambiente. La reformó con el aval de los diputados y ahora contempla sacar de la jugada a los concesionarios de los verificentros y entregar todo a un monopolio.
De los 220 verificentros que hay en Veracruz, 120 ya interpusieron juicios de amparo. La ley contempla que queden fuera del servicio y que entren nuevos concesionarios que habrán de modernizar el sistema con equipo sumamente costoso.

La gente no verifica porque las autoridades de Tránsito no las obligan. Y ahora que se vuelve una obligación, se incrementará la verificación un 60 por ciento y las multas se dispararán hasta un 600 por ciento.

Pero el negocio está en desplazar a los concesionarios actuales y dar paso a un monopolio como el que funciona en Puebla. Allá la inversión por verificentro es de 12 millones de pesos. Muchos tronaron por no poder realizar esa inversión. Y todo lo acaparó un solo personaje.

Es lo que va a ocurrir en Veracruz. Y todo apunta que será un amigo del gobernador, un socio, un político, un protegido de Fidel Herrera o un enviado del Presidente Enrique Peña Nieto.

O sea, La Ley de Herodes versión ambiental.
En diez días arranca esto. Las bases de la licitación van a ser publicadas en la Gaceta Oficial del Estado. A partir de ahí, se sabrá quién será el que acaparará el servicio, que no es otra cosa que un negocio seguro, sin competidor, con una clientela de 1.5 millones de vehículos, con utilidades calculadas. Algo así como cuando Salinas le vendió Telmex a Slim, a precio de chatarra, sin nadie que le hiciera sombra y con millones de usuarios cautivos.

Eso es lo que yo llamo darle vida a la Ley de Herodes, o en este caso a la Ley Duarte. Y a pagar todos o a dejar sin circular el automóvil.

Cierto, el negocio va a tener que esperar, porque con la cascada de amparos que están en trámite, la reforma a la Ley de Protección al Ambiente va a tener que esperar por lo menos un año.
Ya ven por qué Juan Vargas y Javier Duarte tienen algo en común.

Uno sacó dinero hasta de las piedras de San Pedro de los Saguaros y el otro hace fortuna, para él o para sus allegados, con el gobierno de Veracruz.

Así es la Ley de Herodes... o te chingas o te jodes.
 
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