Como una mancha blanca, los vi desplazarse, marchar unidos, y en un solo grito expresar su reclamo de seguridad. No más violencia, no más niños secuestrados ni muertos, no más familias que ven arrebatados a sus padres y hermanos, no más miedo, no más ineptitud oficial.

Y luego las proclamas: “¡Justicia, justicia, justicia!”. Y al gobernador: “¡Fuera Duarte, fuera Duarte, fuera Duarte!”. Y al alcalde de Coatzacoalcos: “¡Renuncia Joaquín, renuncia Joaquín!”.

Decía un informante oficial que eran mil. Su madre también. Eran por lo menos 4 mil y hay quien asegura que 5 mil.

No quise que me lo contaran. Fui a Coatza y vi esa insurrección pacífica. Quise ser testigo de la reacción de un pueblo cuando la violencia se sale de control y agravia a un ser indefenso, y cuando los políticos creen que pueden jugar con los sentimientos de los demás.

Van por la calle. Llevan en las manos mantas con leyendas en que se reclama la muerte de ciudadanos, de niños, de diez periodistas a los que no se les ha hecho justicia. Un grupo llegado del puerto de Veracruz trae imágenes de la columnista Maryjose Gamboa Torales, encarcelada por Javier Duarte por venganza, porque no soportó sus críticas.

Los oigo gritar que no haya más niños asesinados, que no se repita el caso de la niña Karime Alejandra Cruz Reyes, que no los secuestren, que el gobierno es culpable porque le ha permitido a los criminales hacer de las suyas y que es responsable por no tener mecanismos para hallar con vida a las víctimas.

A lo largo de cuatro cuadras, el contingente contagia a quienes se hallan en las banquetas y en las casas observando con curiosidad. Algunos se unen al grupo, sin importar que no lleven ropa blanca. La manifestación, me dicen, no tiene igual. No se recuerda algo así en años. Los priistas las hacen pero acarreando gente de las colonias, que van porque una torta y un refresco mueve a cualquiera.

Llegan al parque. Me pongo al frente del grupo. Les saco unas fotos. Los voy grabando con mi Handycam. Apenas están en las escalinatas del parque, comienzan los gritos de ¡Justicia, justicia, justicia! Y luego se le van encima al gobernador.

Están ahí, dicen, porque la violencia no debe seguir. Agarran por su cuenta al alcalde Joaquín Caballero Rosiñol. Lo hacen trizas. Le gritan de todo. Lo insultan. Y luego todos le piden que renuncie.

Quieren que se vaya el procurador de Veracruz, Luis Ángel Bravo Contreras. Lo responsabilizan de la muerte de Karime Cruz, de que haya aparecido muerta y de que haya jugado con la esperanza de sus padres. ¡Que renuncie el procurador por inepto!, gritan bien cañones en el mitin.

Por ella, por Karime Alejandra Cruz Reyes se movió toda una sociedad. Era un angelito. Tenía cinco años. La plagiaron y apareció 57 días después. Pero el gobierno no actuó. Emitió la Alerta Amber 47 días después de su desaparición.

Después se sabría que estaba muerta y el gobernador y su procurador siguieron con el juego de que investigaban cuando ya algunos periódicos y en las redes sociales se sabía que la habían asesinado. Y todo porque el gobernador tenía una reunión con senadores y funcionarios del gobierno federal y no querían que el escándalo lo hiciera quedar mal.

Por eso salió el pueblo a protestar. Esa muerte movió a toda la sociedad. Duarte es un mal gobernante. Es mentiroso. Y su procurador igual.

Un tipo pasea una bandera de México. Es de los que más gritan y condena el pinche estado de violencia en que tienen a Veracruz.

Veo a trabajadores petroleros, a electricistas, a gente de colonias, a comerciantes, a señoras, señores, chavas y chavos del jet-set. Los oigo gritarle sus madres al gobernador y al alcalde. Los quieren fuera del gobierno por pendejos, porque no supieron darle seguridad a la población. Y también porque son cómplices de los criminales.

Leo una de las cartulinas: “Lic. Enrique Peña Nieto, Presidente de México. Voltee su mirada a Veracruz. Que Duarte no lo engañe. Veracruz seguro pero para él. ¿Y el pueblo?”

Volteo en otra dirección y leo una más dirigida al copetón peña Nieto. “Le exigimos su intervención en el estado de Veracruz a fin de garantizar la integridad física de todos los veracruzanos y las personas que nos visitan. Basta de tantos secuestros y asesinatos”. Y se lo ponen en colores verde, blanco y rojo, los del PRI.

Llaman la atención del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, con una manta en que aparecen las fotos de los 10 periodistas veracruzanos asesinados durante el gobierno de Javier Duarte, los que han desaparecido y los que han sido reprimidos y encarcelados, como es el caso de Maryjose Gamboa.

Se guardó un minuto de silencio. Fue por Karime Alejandra, fue por los otros desaparecidos de la región sur de Veracruz, fue por los periodistas asesinados. Al final un gran aplauso por todos ellos, porque ahora son un símbolo de lucha contra los malos gobernantes.

Fracasaron los que pretendieron sabotear la marcha con carteles en redes sociales que decían que los del 132 invitaban a ir con machetes, palos, piedras, botellas con gasolina. Fue intento de espantar a la gente, que no asistiera, pero fracasaron.

Me puse a pensar. Así deberían ser todas las sociedades cuando se enfrentan al ml gobierno. Ahí lo decían: el artículo 39 de la Constitución establece que el poder reside en el pueblo y que él tiene el derecho a modificar su forma de gobierno.

Y tienen razón. Hay que salir y hay que protestar.

(Comentarios y tips a: [email protected])