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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Si Hidalgo reviviera, se volvería morir

16/09/2014 12:02 p.m.
Si el cura Miguel Hidalgo reviviera se volvería a morir. ¡Y cómo no! Si viera que los que enarbolan —oficialmente— la conmemoración del Grito de Independencia son miembros prominentes de una oligarquía mexicana que carecen de valor y principios, pero les sobra inmoralidad para robar y mentir.
 
Hidalgo era cañón. Lo de cura lo traía sólo por estatus, por jerarquía, porque un sacerdote tenía un peso en la sociedad. Pero no era piadoso ni andaba buscando el cielo ni su salvación.
 
Hidalgo era hacendado. Tenía una fortuna y provenía de una familia adinerada. Era criollo, hijo de españoles nacido en la Nueva España, hoy México.
 
Pero aún así, era chingón. Le llamaban El Zorro y lo querían las damas, lo admiraban los caballeros. Y a todos les hizo sentir la necesidad de liberarse del yugo español.
 
No era un genio militar, pero sí un independentista. Quería a México libre de la dominación española, pues de aquí salía el oro y otros metales, grandes tributos para el rey de España, sin que se tradujera en mejores condiciones de vida para los mexicanos. Y así se fue gestando nuestra independencia.
 
Dio el Grito la madrugada del 16 de septiembre. Dicen que como a las 2 de la mañana, cuando había sido descubierta la insurrección, tomó la decisión. Fue a la iglesia de Dolores, el pueblo donde era cura. En una mano el estandarte con la imagen de la Virgen de Guadalupe, comenzó a tañer la campana. Luego promulgó la libertad de nuestra nación.
 
Y comenzó a recorrer aquel México. De la mano de los generales Allende y Aldama asestó los primeros golpes. Unió a la causa a Morelos, a Galeana y a muchos más. Y luego entregó su vida, fusilado y cercenada su cabeza y expuesta para escarmiento de los demás.
 
Si hoy reviviera, se volvería a morir. Vería a un punta de rufianes detentando el poder en este México nuevo. Vería a Salinas, a Fox, a Calderón y ahora a Peña Nieto con el lábaro patrio, en balcón central de Palacio Nacional.
 
Vería a una clase gobernante que no siente nada por un México independiente, pero sí por el otro México, el que depende del capital extranjero.
 
Vería a una familia política que se ha perpetuado, sean del PRI o sean del PAN, a partir de un sistema económico, el neoliberalismo, que ha sido un fracaso en otras naciones; que ha generado mayor pobreza y que la riqueza la ha concentrado en unas cuantas manos, las de ellos.
 
Eso vería Hidalgo si reviviera hoy.
 
Los vería gritar ¡Viva! a los héroes que nos dieron patria... sí la patria que hoy está empeñada.
 
Los vería gritar ¡Viva! a los héroes que nos libraron del yugo español... para ahora entregar la riqueza nacional a las empresas privadas.
 
Los vería decir ¡Viva! al citar los nombres de Hidalgo, de Allende, de Aldama, de Morelos, de Juárez, de Madero, de Zapata y de Villa... sí a los que traicionan con sus actos, con su entreguismo, con su ambición.
 
Si Hidalgo reviviera quizá se volvería a morir, pero de tristeza y de rencor, pues esta no es la nación por la que luchó y por la que entregó su vida.
 
O quizá Hidalgo, como Allende, Aldama, Morelos, Galeana, Juárez, Madero, Villa y Zapata, se alzarían en armas contra los gobernantes actuales, los Peña Nieto y los Javier Duarte, que han hecho del ejercicio del poder una forma de enriquecimiento de un grupo y de empobrecimiento de la millones de mexicanos.
 
Si Hidalgo reviviera, seguro que este 16 de septiembre hubiera ido a la iglesia de Dolores; hubiera tomado de nuevo el estandarte de la Virgen de Guadalupe; hubiera interrumpido el sueño de muchos en plena madrugada; hubiera lanzado su grito libertario y hubiera iniciado otra independencia de México.
 
Recordemos que El Zorro desconoció al mal gobierno de entonces, que es tan nefasto como el que hoy tenemos en México.
 
Si reviviera, seguro, seguro, se volvía a morir, pero de coraje y frustración. O simplemente les armaba y encabezaba otra gesta de independencia.
 
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