Nos vemos con miedo. Nos vemos indiferentes. Vemos la impunidad. Percibimos la angustia. No hacemos nada. Vemos el atropello. Escuchamos los gritos. Los vemos cínicos. Seguimos sin hacer nada. Y luego se van.

 

Son las escenas que resumen un levantón o aprehensión, en Minatitlán, cuyo video circula en forma viral en las redes sociales.

 

Ocurrió el 18 de septiembre, cuando un padre de familia acudía a recoger a su hija al Colegio Teresita. A distancia, lo capta un incógnito, cámara en mano. Corre el video. Allá se ve el jaloneo. Y los gritos, un ¡auxilio!

Lo que se ve llama la atención de mucha gente.

 

Algunos paran la marcha de sus vehículos. Un taxi se queda medio estático. Circula a vuelta de rueda en el carril de circulación contraria, mientras el conductor voltea a observar la escena.

 

La escena transcurre frente al colegio, en el carril que lleva a la colonia Petrolera de Minatitlán. Muchos ven asombrados lo que pasa. Hay por lo menos tres automóviles: un taxi que cerró el paso, el auto compacto tipo Tsuru, color blanco, donde iba la presunta víctima, y una camioneta doble cabina con batea, de donde bajaron por lo menos dos de los agentes agresores.

 

Son cuatro tipos vestidos de civil y tratan de sacar del auto blanco a una persona. Es el que grita pidiendo auxilio. No hay golpes, sólo un jaloneo.

 

Se lo quieren llevar a la fuerza. Las primeras versiones indican que es levantón. Después trasciende que es ejecución de una orden de aprehensión.

 

No sé. Lo que sí veo es una acción violenta. El jaloneo es intenso. El personaje se defiende como puede; se agarra de lo que sea y no permite que lo saquen del auto. Grita por lo menos dos veces ¡auxilio!.

 

En el video se escuchan otras voces. Gritan ¡Déjenlo! También se les oye decir ¡La Marina! Una voz más dice: ¡Ahí viene la policía!

Lógico, nadie se acerca. Todo es a distancia. La gente no se mete. El forcejeo continúa. Ese cuate se agarra de lo que sea.

 

No veo que lo golpeen. Lo jalan tratando de sacarlo de su vehículo. Los cuatro tipos tienen abierta la puerta del auto, del lado del conductor, y ahí concentran su esfuerzo.

 

En un momento, uno de ellos abre la puerta trasera izquierda. Se introduce. La intención es clara: ejercer presión, soltarle las manos de donde se haya agarrado y hacerlo ceder.

 

Lo logran. El tipo es llevado por la fuerza a la camioneta. Ahora la bronca es meterlo. Se resiste. Es metido a rastras, pero cuando ya creen tenerlo controlado, vuelve a patalear y a manotear. Finalmente lo colocan en el asiento trasero de la camioneta doble cabina.

 

Dos de ellos se mantienen en ese auto; uno se dirige al taxi; el otro se lleva el carro compacto tipo Tsuru, de donde sacaron a la persona sobre la que iban. Emprenden la marcha.

 

La noticia corre como reguero de pólvora. Se comenta en las redes. Un rato después comienza a circular el video del levantón o aprehensión y se vuelve viral.

 

Cientos de veces es compartido. Hay otro tanto de “likes”. Hay muchos comentarios, todos condenando la violencia. Unos dicen que es levantón; otros que es un arresto.

 

Lo que yo veo es un signo del Veracruz en que vivimos. Todos lo vieron y nadie movió un dedo. Si hubieran sido malosos le ponen una madriza, le sacan las pistolas, le dan de cachazos, le disparan en una pierna.

 

Así lo hacen y no se andan con miramientos. Ya mero los malosos van a andar pensando en tratar bien a sus víctimas, no los vayan a denunciar ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

 

Dice la Procuraduría de Veracruz que se trató de una orden de aprehensión, pero no aclara de quién se trata, número de investigación ministerial, el delito que se le imputa o ante qué autoridad está consignado.

 

Fue orden de aprehensión y qué jodida policía. Hicieron eso frente a un colegio, sin capacidad para someter al presunto infractor, valiéndoles madres que los niños que veían la escena se llenaran de miedo y hasta de terror. Me pregunto si la orden de aprehensión les permite meterse al auto del detenido, que es propiedad privada y que se supone que hacerlo sin orden de cateo, es allanamiento.

 

Lo otro que veo es una camioneta blanca, doble cabina, con batea, sin el logotipo de la Procuraduría de Justicia de Veracruz. ¿Y saben qué me recuerda? El caso de Las Choapas, después del secuestro del periodista Gregorio Jiménez de la Cruz. Era el famoso grupo antisecuestro.

 

Recuerden a la famosa camioneta blanca que se llevó a once ciudadanos. Los desapareció y cuando los familiares y algunos medios de comunicación presionamos, aparecieron ocho en el municipio de Isla, dizque rescatados por la policía ministerial.

Si lo que ocurrió en Minatitlán fue un arresto, qué jodida policía. No pueden sacar a una persona de un auto y ya mero van a poder con los delincuentes de a de veras.

 

Aquello no parecía acción policíaca. Parecía levantón. Y ahí es donde me hago mil preguntas. ¿Ante qué autoridad lo consignaron? ¿Declaró en presencia de su abogado? ¿Está incomunicado? ¿Realmente dónde está? Y lo otro: ¿Qué hacemos como sociedad? ¿Nos atemoriza ayudar a un ciudadano? ¿Alguien metió las manos por él? ¿Nos limitamos a gritar que ahí viene la Marina o la policía? ¿Nos orinamos de miedo?

A esto nos han orillado. Vivimos con pánico. Nadie hace nada por sus semejantes. Gritamos de lejos, pero nadie se acerca. Somos un chingo y nos domina el terror.

 

Si fue orden de aprehensión como dice la Procuraduría, qué manera tan arbitraria de proceder. Pero como haya sido, el miedo lo tenemos todos. Ese es Veracruz, donde no pasa nada. Pasa todo y el miedo no nos deja actuar.

 

El video nos muestra una acción violenta. El video exhibe a una Procuraduría que no se ajusta a protocolos y que actúa como malosos. El video nos muestra que el terror se ha apoderado de la sociedad.

 
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